6

2.3K 354 78
                                    

Yuuri no paraba de mirar a aquel Alfa extraño con el que estaba ahora

Oops! Bu görüntü içerik kurallarımıza uymuyor. Yayımlamaya devam etmek için görüntüyü kaldırmayı ya da başka bir görüntü yüklemeyi deneyin.

Yuuri no paraba de mirar a aquel Alfa extraño con el que estaba ahora. Ambos habían caminado hasta una cafetería cercana, y mientras el japonés esperaba a que el contrario regresara con las bebidas, no le quitaba el ojo de encima.

A opinión del japonés, Otabek era un Alfa en toda la expresión de la palabra, alto, imponente y atractivo; ocasionaba cierto temor en el pobre Beta, quien se alegraba de que al menos estuvieran en un lugar público, ya que eso quería decir que no iba a sucederle nada malo.

-Aquí esta, chocolate caliente para ti, café para mí y galletas de avena para el perrito -murmuró Otabek con voz tranquila al regresar, interrumpiendo los pensamientos de Yuuri.

-Ah, gracias... -respondió asintiendo un poco.

-¿Todo bien? -preguntó con cuidado, preocupado por el silencio del chico.

No era que le preocupara si Yuuri era alguien de pocas palabras, pues él mismo lo era, pero quería escuchar su linda voz y conocerle todo lo que pudiera.

-Sí, si -asintió Yuuri tomando una galleta para darsela a Vicchan- Gracias por las galletas también -sonrió un poco- Suelo perderme bastante en mis pensamientos, lo siento.

El Alfa soltó una leve risita.

-No te preocupes -negó jugando distraídamente con su taza- ¿Cómo se llama?

-Vicchan -respondió Yuuri-, es una caniche y me gustaba el nombre de Vik... Viktoria, así que de cariño quedó Vicchan para qué no fuera ofensivo, ni nada -dijo algo rápido para luego beber un poco de chocolate.

-Es un lindo nombre -asintió Otabek con lentitud- Tengo un amigo que llamó a su gato "Puma Tiger Escorpión"... pero como no es apropiado, terminó llamándose Potya -dijo pensativo.

Yuuri no pudo evitar soltar una risita.

-Pobre gato... ese hubiera sido un nombre bastante desafortunado -dijo tapando un poco su sonrisa con el dorso de su mano.

Otabek sonrió. La risa de Yuuri era tan hermosa que le llenaba de un extraño cosquilleo. Se sentía tranquilo estando allí con el chic, robando por completo su atención.

-Y que lo digas -asintió de acuerdo.

-¿Puedo hacer una pregunta directa, señor Otabek? -preguntó Yuuri con cuidado.

El kazajo suspiró inconscientemente, su nombre en los labios de Yuuri sonaba delicioso.

-Solo si no me llamas señor -asintió-, me hace sentir terriblemente viejo siendo que no lo soy -se excusó.

Y entonces Yuuri se preguntó qué edad tendría aquel hombre. Era evidentemente menor que él, pero Yuuri no podía decir por cuanto; por lo que con curiosidad añadió:

-¿Qué edad tiene, Otabek? -preguntó ladeando un poco la cabeza.

El Alfa soltó una risita divertida.

Rompiendo el InstintoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin