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"¡Eres un Alfa, comportarte como tal!", eran las palabras que atormentaban y hacían doler la cabeza de Otabek desde el día anterior

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"¡Eres un Alfa, comportarte como tal!", eran las palabras que atormentaban y hacían doler la cabeza de Otabek desde el día anterior.

-Aquí tienes, Beka -habló Yuri interrumpiendo el largo y atormentado silencio del kazajo, tendiéndole una pastilla para el dolor.

El Alfa levantó la cabeza de entre sus manos para mirar a su amigo.

-Lo siento, gracias -dijo como por doceava vez en el día, pero como mas de mil veces en esos días, Yuri no quería llevar la cuenta mientras su amigo tomaba el pequeño círculo blanco junto a la botella de agua que le ofrecía.

El rubio negó, suspiró y se aplastó a su lado.

-Si te disculpas una vez más, voy a patearte el culo -murmuró observando a una enfermera hacer mala cara- ¿Qué? ¿También quieres que te patee a ti? Ocúpate de tus asuntos, vieja chismosa -refunfuñó logrando que la mujer hiciera un mohín ofendido antes de retirarse.

-Yura -alargó Otabek- No seas así... Yo... solo siento que tengas que estar aquí conmigo en vez de en tu luna de miel.

Yuri bufó.

-Los amigos son primero -respondió sabiamente- No puedo solo irme y dejarte ahogar en la mierda... Minami tampoco me dejaría, así que me tienes aquí para sacarte de... eso -le señaló vagamente de forma general.

El kazajo tomó la pastilla.

-No creo que sea fácil salir de esto -murmuró luego de un largo trago de agua- El problema empieza porque soy un Alfa con un destinado y se supone que no debo amar a un Beta -dijo dejando de nuevo la cabeza entre sus manos.

El ruso miró a su amigo, no sabiendo muy bien cómo arreglar esto sin alcohol... pues no se sentía en capacidad de una charla profunda en el pasillo de un hospital.

-Suficiente -suspiró levantándose- Vamos a otro lugar.

El contrario le miró.

-Pero Viktor... Yuuri...

-Me vale tres hectáreas de verga lo que haya dicho ese cerdo. No se supone que un Alfa solo obedezca a un Beta porque si -bufó y cortó la replica con un movimiento de mano- Lo digo porque ya que el cerdo usó estereotipos, los usaré yo también y atrévete a decirme que no.

Otabek le miró un par de segundos antes de solo levantarse, no tenía caso discutir con Yuri en algunas cosas y cuáles eran esas cosas las había aprendido hace mucho.

-Está bien.

-Así me gusta -dijo sacando su celular para escribir a Minami en donde estarían, ya que su esposo estaba dentro del cuarto de Viktor con Mila- Vamos por un café y al jardín, te hará bien.

Y vaya que el ruso tenía razón, diez minutos de pasear en silencio por el jardín con un café y donas habían hecho un poco de su magia: Otabek estaba menos pálido que en los últimos días.

Rompiendo el Instintoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن