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Justo luego de que habían llamado de la clínica para avisar la desaparición de Viktor, Mila se volvió loca

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Justo luego de que habían llamado de la clínica para avisar la desaparición de Viktor, Mila se volvió loca. La pelirroja partió más rápido que cualquier cosa al centro hospitalario y al llegar ella misma buscó en todos los lados posibles en que su amigo pudiera estar, mientras que una de las enfermeras de turno le explicaba la situación a un tranquilo Nikolai Plisetsky, pues alguien debía mantener la calma.

-Mila, tranquilízate -murmuró el anciano Alfa al ver a su nieta tan estresada- Si Viktor esta con Otabek está bien... -trató de razonar acariciando su espalda.

Más ella sólo negó con la cara entre las manos.

-No debí haberlo dejado, ¿por qué no me lo dijo? Yo podría haberle llevado a donde quisiera... Esta delicado de salud, abuelo -susurró preocupada- ¿Qué pasa si recibe una impresión fuerte? ¿O si vuelven los dolores? ¿O si...?

-Mila -cortó fuertemente el Alfa en voz de mando, haciendo que la mujer parara en seco y tragara saliva- Viktor estará bien, solo debemos esperar a que llame. Si se fueron debió ser por algo.

Pero la pelirroja sollozó ligeramente, era el segundo Omega que no podía cuidar bien, ¿qué clase de Alfa era ella?

-No puedo pasar por esto de nuevo, abuelo, no...

-Tranquila -susurró acariciando su espalda.

Y es que Mila cuando era un poco más joven, ya había tenido una pareja muy delicada de salud, específicamente su pareja destinada.

Había sido un día en un viaje familiar a Italia cuando la conoció. De piel morena, largo cabello negro y encantadores ojos, Sara Crispino era una belleza con olor a tutti fruti. Había sido amor a primera vista, más específicamente esa conexión entre Alfa y Omega tan especial llamada: parejas destinadas, algo maravilloso que sucedía pocas veces y ante la situación...

Mila se aterró.

La chica no se consideraba lista para algo tan inesperado a la dulce edad de dieciséis años, estaba acostumbrada a que su vida fuera dirigida y planeada por... principalmente sus padres. La conexión fue tan fuerte e instantánea que Mila por primera vez se aterró y en cuanto Sara lo notó, ella ya había salido huyendo y las cosas no mejoraron cuando terminaron encontrándose de nuevo por obra del destino en una clínica. A causa de la sorpresa producida por el encuentro, a la pelirroja le había dado una terrible indigestión y gastritis, por lo que había terminado allí.

En su dolor e indignación por haber sido dejada allí sola mientras toda su familia iba a por comida, Mila no había notado el dulce aroma y la delicada mano que tocaba su hombro.

-¿Te encuentras bien? -susurró una melodiosa voz.

La rusa se había puesto rígida y olfateó el ambiente, encontrándose con la tranquilizadora esencia de la chica. Volteó ligeramente.

-Eso creo -susurró con voz queda- ¿Y tú? -soltó sin darse cuenta, cayendo en cuenta dos segundos después que era una pregunta algo tonta.

La morena se encogió de hombros.

Rompiendo el InstintoWhere stories live. Discover now