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Luego de pasar por la farmacia y almorzar algo, ambos regresaron a casa

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Luego de pasar por la farmacia y almorzar algo, ambos regresaron a casa.

Yuuri aún pensaba cómo iba a explicar la situación a sus padres, por lo que jugaba con el teléfono en sus manos. A veces deseaba ser tan directo como Otabek, quien solo había escrito en el chat grupal con sus hermanos un simple "Seré papá", y luego se había desatado el Armagedón.

-Tus padres son muy buenos, no sé por qué te preocupas tanto -opinó Otabek una vez que llegaron al departamento. Repasó una mirada por el lugar- Tendremos que conseguir una casa nueva...

Echándole una mirada al lugar solo asintió y fue a preparar algo de té.

-Nunca pensé en realmente en formar una familia, este lugar era suficiente para mí y Vicchan -dijo colocando agua en la tetera antes de dejarla sobre la hornilla y suspirar- Tienes razón, debo avisarle a mi familia... Solo que todo este asunto Delta es algo... ¿difícil de explicar? -consideró acariciando de forma distraída su vientre, apoyándose en el mesón.

-Puedes enviarle la información que nos dio el doctor -consideró el kazajo acercándose para abrazarle y besar su frente- Seguro que entenderán y querrán venir a verte... Otra razón para tener una nueva casa -asintió seriamente- Necesitaremos muchas habitaciones.

-Ustedes los ricos lo tienen fácil -rió un poco pensando en las costosas hipotecas y demás mientras tomaba las mejillas del contrario.

Apoyando la cara en las suaves y cálidas manos del mayor, Otabek se acercó a sus labios.

-"Nosotros los ricos", puedes decirlo así ahora... Todo lo mío es tuyo y de nuestro bebé -aseguró besando sus labios- Tenemos que casarnos -suspiró dejando otro beso en el contrario.

Pero Yuuri negó.

-No podemos casarnos, no existen los matrimonios de tres -murmuró algo apenado, pensando en Viktor.

Se pudo sentir cómo el humor del Alfa disminuyó un poco.

-Uhm.

-Debemos esperar para discutirlo todos, ¿bien? -dijo besando su mentón.

-Está bien -asintió estirando la mano para apagar la cocina antes de cargarle y presionar sus labios una y otra vez.

Después de cada vez, sus labios se quedarían juntos un poco más que el anterior mientras sus acciones se volvían cada vez más urgentes, aplicando un poco más de fuerza detrás de cada beso mientras que con un suave movimiento de mano el moreno quitó los lentes del japonés y los dejó a un lado.

Los latidos del corazón de Yuuri se volvieron rápidos en un instante.

-O-Otabek... -logró jadear mientras sus labios se sentían algo calientes y cosquilleantes.

El Delta terminó sentado sobre el mesón mientras las manos del Alfa recorrían su cuerpo. Estuvieron besándose durante mucho tiempo y para cuándo los dos finalmente se separaron, la apariencia del mayor era muy linda para el kazajo: labios rojos y mojados, un exquisito sonrojo y ojos empañados.

Rompiendo el InstintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora