nine

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9. Del cómo quedarse pobre.

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A R I A  

He tomado muchas decisiones malas en mi vida. La verdad es que no recordaba ninguna buena elección que hubiera hecho, y eso, describía cuán desordenada estaba mi vida. Nunca aprendí de mis errores, constantemente me conformaba con mentir sobre la verdad, engendraba valores pobres en mi vida y salía con gente mala. Lo gracioso era que, de hecho, estaba cansada de llevar ese tipo de vida, pero a la vez era demasiado perezosa como para cambiar algo.

- ¿Me estás escuchando?

- ¿Qué?

Salí de mi autocompasión y vi a Walter mirándome. Es verdad, casi lo olvido. Él era un fuerte motivador para cambiar mi estilo de vida. O al menos, limitaba la cantidad de mentiras que vomitaba. Debido a Walter, mi vida se estaba hundiendo profundamente: quedando fuera de mi control y llenándose de un problema tras otro. Y tampoco faltaban las situaciones aterradoras, como esta. En lugar de estar en mi cómoda cama en mi habitación, me vi obligada a permanecer en el instituto con Walter, que intentaba enseñarme matemáticas mientras trataba de mantenerme enfocada, lo que no era fácil si se sentaba a un brazo de distancia. Podía sentir el aura de enojo que salía de él.

- Mantente... - levantó la mano y sacudió mi frente. - ... concentrada. Siento que estoy hablando con la pared.

Me burlé y masajeé el lugar donde me golpeó porque me dolía como el infierno. Definitivamente no era la persona más suave del mundo. Walter empujó el libro abierto sobre la mesa en mi dirección y señaló el siguiente ejercicio.

- Hazlo.

Miré la combinación de números y variables e hice una mueca de dolor porque no me pareció atractivo ni interesante. No estaba en el estado de ánimo adecuado como para aprender matemáticas y definitivamente no estaba feliz siendo enseñada por Walter, pero no tenía otra opción. Pretendiendo preocuparme por la ecuación, comencé a escribir algo en mi libreta.

- Oye... - traté de desviar su atención de las matemáticas a otra cosa, con la esperanza de que se olvidara de la tutoría. - ¿Por qué quieres ser mi novio? – lo miré y cuando nuestros ojos se encontraron, rápidamente los volví a fijar en la libreta. – Es decir, ¿fingir ser mi novio?

Escuché un silencioso suspiro viniendo de él. – Fórmula incorrecta.

- ¿Eh? – levanté la cabeza para mirarlo.

Estaba sentado con las manos cruzadas, luciendo un poco aburrido. Con un movimiento de su cabeza, indicó hacia mi libreta.

- Estás utilizando la fórmula que no es.

Walter se levantó de su silla y se inclinó hacia mí, y un segundo después su colonia me envolvió, era el mismo aroma que el día que hicimos este horrible acuerdo, solo que esta vez no olía a un perfume barato. Agarró mi bolígrafo y comenzó a garabatear en mi libreta. Al no tener nada mejor que hacer, decidí aprovechar la oportunidad y examinar su rostro, porque había estado pasando demasiado tiempo maldiciéndolo o enrojeciendo frente a él como para hacerlo. Es decir, hubo innumerables ocasiones para hacer eso, pero la mayoría de ellas involucraron que me clavara contra la pared o fingiera premonición de mi asesinato porque había hecho algo mal, como de costumbre. Durante ese tiempo, incluso yo, una extraordinaria idiota, valoraba más mi vida que la inspección de su belleza.

Pero en ese momento, ya que no estábamos en ninguna posición lasciva o peligrosa, con agradecimiento tomé ese tiempo para observarlo. Y por mucho que no me gustara, tenía que admitir que Walter era increíblemente guapo. Era un chico que querrías mostrar a tus amigos y familiares, un rostro naturalmente guapo con proporciones perfectamente estructuradas. Su piel era impecable, y sus labios... sus labios eran...

El Playboy tiene un Secreto, [SP#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora