twenty five

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25. Del cómo arreglarlo todo

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-Es broma, ¿verdad? –Jake me miró a los ojos, sus cejas desaparecieron de inmediato en un desordenado cabello negro cubriendo su frente. La preocupación en sus ojos fue reemplazada por un shock puro e incredulidad, haciendo que mi corazón se comprimiera de dolor. De repente, me sentí mal por no haber mantenido las noticias sobre mi futuro en silencio.

-Estoy lejos de bromear, -dije con tono ronco. Mi garganta se volvió increíblemente seca y cruda y tuve que obligarme a hablar a pesar del dolor punzante que sentía cada vez que pronunciaba una sola palabra.

Jake apretó la mandíbula con frustración y giró bruscamente la cabeza hacia un lado. Debería haber esperado esa reacción, pero aún así, me dolió verlo actuar de esa manera. Probablemente no podría soportar mirarme más, pero no podía culparlo, ¿verdad? Tenía maldito derecho a estar enojado porque lo dejaba solo con todos los problemas. Me sentí mal después de decepcionarlo, pero estaba demasiado cansada para luchar. Había logrado levantarme cada vez que caía miserablemente, pero esta vez estaba demasiado débil para ello. La caída era demasiado devastadora para que pudiera volver a levantarme.

Cuando exhaló cansado, su cabello voló en el aire por un solo segundo, solo para cubrir sus ojos otra vez. Inesperadamente, momentos más tarde se puso en cuclillas, manteniendo la cabeza baja y mirando el suelo. Se revolvió el pelo con un gruñido fuerte y resignado y puso una mano en la nuca. –Supongo que se acabó, -masculló más para sí mismo, pero había escuchado cada palabra con claridad.

Mordiéndome el labio inferior, me puse en cuclillas junto a él, abrazándome las rodillas. –La compañía de mi padre va a abrir un nuevo restaurante y lo necesitan allí, -le expliqué lentamente, simplemente tratando de parecer menos culpable en sus ojos, esperando que no lo hiciera. Culparse a sí mismo o a Walter-. No es tu culpa, tampoco la culpa de Walter. Mudarme era cuestión de tiempo.

Jake levantó su cabeza y sus ojos se fijaron en los míos, una débil sonrisa en sus ojos. –Los dos sabemos que está muy lejos de la verdad, Aria, -soltó un bufido, sacudiendo la cabeza-. Caray, ¿por qué tengo la sensación de que soy la única persona que está tratando de arreglar todo? –su mirada era penetrante, casi insoportable para mí y finalmente fue mi turno de mirar hacia otro lado. No tenía una respuesta a su pregunta. Ni siquiera pensé que hubiera ninguna porque Jake tenía razón, él era el único que estaba intentándolo todo hasta el final. Me di por vencida hace mucho tiempo y a Walter... ni siquiera le importó desde el principio.

Por el rabillo de mis ojos lo vi ponerse de pie con un suspiro tranquilo y cansado. Miré hacia mis zapatos, como si fuera la cosa más fascinante del mundo y luego Jake volvió a hablar con voz baja y ronca. –Haz lo que quieras. Estoy demasiado cansado de esta mierda.

Y sin decir más, sin esperar que dijera algo o me diera una segunda mirada, comenzó a caminar rápido ya que estar cerca de mí lo hacía sentir aún peor. Mientras escuchaba el ruido de sus zapatos golpeando el suelo con cada paso, escondí la cabeza entre mis brazos y cerré los ojos cuando la sensación de ser la persona más inútil y sin esperanza sacudió todo mi cuerpo. Me mordí el interior de la boca cuando me comenzaron a escocer los ojos: estaba a punto de llorar, pero tenía que aguantar. No más llanto, Aria, ¿recuerdas?

La campana rompió el silencio, anunciando el final de las clases pero no me levanté ni me moví de mi lugar. Cerré los ojos aún más fuerte, como si pudiera ayudarme a deshacerme de los pensamientos en mi cabeza. La comprensión de que no podía hacer nada me molestaba.

El Playboy tiene un Secreto, [SP#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora