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10. Del cómo el amigo del monstruo no es la excepción.

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A R I A

  El chico, me miraba como si acabara de huir de un hospital psiquiátrico. De acuerdo, quizá había gritado demasiado alto teniendo en cuenta nuestra proximidad, pero estaba bastante segura de que él era el mismo chico que conocí en la parte trasera del instituto hace un par de días. Hoy se veía más guapo, sobre todo porque su cabello no era un desastre, pero la piruleta seguía igual que el otro día. No había manera de que pudiera cometer un error.

Me incliné hacia adelante en la barra para inspeccionar su rostro un poco más de cerca.

- Nos conocimos hace dos días, ¿recuerdas? ¿En el instituto? – dije, señalándome a mí misma.

Mi voz estaba llena de emoción. Justo cuando pensaba que había caído en el pozo más profundo de la desesperanza, un pequeño milagro apareció en mi cara (bueno, más bien en la suya). Me sentí como la persona más afortunada de nuestro planeta. No, mentira, ¡me sentía la persona más afortunada del universo!

Jake parpadeó rápidamente cuando lo miré con anticipación, esperando que me reconociera. – Oh... - sacó la piruleta de su boca y me señaló con una pequeña sonrisa en su rostro. - ¡Eres la chica con la que se estaban metiendo!

Puso los codos en la barra y se inclinó más cerca, instantáneamente me eché hacia atrás un poco porque nuestras caras definitivamente estaban demasiado cerca (incluso aunque fuera un chico tan guapo).

- ¡Oye! – me aclaré la garganta, tratando de no mostrar cuán incómoda estaba con nuestras caras tan cerca. Incluso si él no lo hacía propósito, sentía que estaba violando mi espacio personal. Pero, afortunadamente, él no pareció darse cuenta de ello. – No se estaban metiendo conmigo. Estaba a punto de usar algunos movimientos de karate y luego apareciste tú...

Su risa sonó en mis oídos y sentí que mis labios se curvaban en una sonrisa. Era extraño cómo su presencia disminuyó al instante una gran parte de mi tensión, considerando que apenas nos conocíamos. Aunque había una cosa que sabía con certeza, Jake era diferente a Walter, él sonreía alegremente, mientras que Walter me asustaba con su actitud mordaz. No podía siquiera imaginar cómo estas personas podrían ser amigos. Lástima que no hubiera conocido a Jake antes de ese bastardo de dos caras. Jake definitivamente no habría tratado a su novia, falsa o no, con tanta inhospitabilidad.

- Por cierto – los ojos de Jake brillaron mientras sus labios se abrían en una sonrisa, dejando al descubierto sus dientes. Su sonrisa era genuina y preciosa. - ¿Cómo llegaste hasta aquí? – inclinó su cabeza. – Este no es el lugar en el que esperaría encontrar a una chica como tú.

- ¿Sí? Bueno, tampoco deberías encontrar a Walter, pero aquí estaba – me burlé cuando ese idiota de dos caras se me pasó por la cabeza y recordé la tarea que me acababa de encomendar. Resoplé, sin intentar ocultar mi frustración. – Me obligó a venir aquí a pagar lo de su fiesta.

Jake parpadeó varias veces y me di cuenta de que siempre lo hacía cuando decía algo impactante. – Espera – se enderezó y me miró con suspicacia. - ¿Entonces conoces a Walter?

- Te lo dije. Soy su novia.

Decidí no exponer mi mentira porque Jake y ese idiota aparentemente eran amigos, y no quería averiguar qué me haría Walter si le decía a Jake lo que realmente estaba pasando entre nosotros. Era mejor mantener el secreto, sobre todo porque parecía que Walter no le había dicho nada acerca de nuestra falsa relación.

El Playboy tiene un Secreto, [SP#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora