003: Mami y papi te prohíben hablar con extraños.

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Alrededor de tres días me la pasé observando la pantalla de mi teléfono encenderse y apagarse, no quería contestar los mensajes ni las llamadas de nadie cercano que me recuerde todo lo que me ha pasado. Aunque es egoísta de hecho, ya que estoy marcada de por vida y eso hace que no se me olvide lo que me pasó.

Aún pienso todos los días en Liam, ¿Qué estará haciendo? ¿Dónde está? ¿Piensa en mí? ¿Le duele como a mí? La realidad estaba delante de mis ojos pero yo no quería verla, me cuesta aceptar que se haya ido sin decirme adiós o darme una explicación exacta de porque diablos me ha dejado con todo un peso encima. No pretendo ser egoísta con él, pero yo estuve siempre a su lado y me enfrenté a sus demonios. ¿Por qué él no quiso luchar contra los míos? A pesar de todo, seguía amándolo. Tanto que dolía.

Una imagen de él estaba grabada en mi pecho y seguía sintiendo como escarbó en mi cuerpo cada día durante tantos meses, pero parecía que le temía más a Ryan de lo que logró admitir alguna vez.

No sabía absolutamente nada de su vida, lo único que llegué a saber con el tiempo fue su nombre, que tenía un hermano muerto y que su padre estaba completamente loco.

Deslizo mi mano derecha por la cicatriz de por debajo de mis pechos, apenas dolían pero era un dolor que se podía soportar. Las lágrimas descendían sin parar por mis mejillas, era un sentimiento que no se iba a esconder jamás desde adentro. Y aunque intento apartarlo, no podía.

Me aparto las lágrimas de mi cara al escuchar que alguien se acerca.

— ¿Puedo pasar?

Miro hacia arriba, la monjita lleva una canasta entre sus brazos y del otro está colgado el niño de la cerca.

Asiento.

—Aún no me has dicho tu nombre, creo que me lo he ganado ¿No es así? —Cuestiona sonriendo con dulzura, tanto que me producía un dolor tremendo en el pecho.

De culpa tal vez.

—Lo siento, soy Cassandra. —Me escucho decir luego de tres largos días, no he podido mencionar una sola palabra desde el parque. —Lamento todo esto, es que no he podido...

—Deja de tratar de explicarme tu situación, ¿Quieres acompañarnos? Creo que le caes bien a Landon. —Señala con la cabeza al niño y este se esconde detrás de su vestido.

Ni siquiera pregunto hacia dónde vamos e igual me levanto, he conseguido dormir y comer un poco durante estos días aunque viéndome en los cristales de las tiendas que pasamos en el mercado he visto el resultado de la falta de comida en mi sistema. Me bajo las mangas de la camiseta y mordisqueo mi boca cuando un grupo de adolescentes me ven sin discreción.

—Vaya Susy, espero que tu madre sepa que estás fuera del instituto y que no andes escapada y hablando de los demás. —La monjita fue muy severa al hablar, una de ellas se sonrojo y con su cabello rubio se tapó el rostro.

—Por favor no le digas nada Penny. —Dice en susurros.

La monjita pasa por el lado de las tres chicas y yo la sigo, intento esconder mi cara como ella entre mis cabellos pero gracias a este nuevo corte no puedo.

— ¿Llevamos un par de manzanas, Landon? Esa cosecha se ha tardado un poco ¿No crees?

—Me gustaría un pastel de manzanas. —Dice el chiquillo y se pone rojo.

—No creo que sea posible, Manny no lo sabe preparar.

—Extraño a Marilyn. —Dice cuando la escucha y coge una manzana.

Ladeo un poco la cabeza, ese niño se me hace más familiar de lo que alguien admitiría. ¿Sería loco si digo que me recuerda a Liam?

—Ella viene pronto, pero tenemos alguien nuevo en casa ¿Por qué no intentas conocerla? —Dice en voz baja señalándome, me hago la que no escucho nada y me limito a observar la tienda de frutas donde estábamos metidos.

Lost ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora