Capítulo 5: Encierro

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3 de Noviembre. 5 años después de Skullik (D. S.)

Escuché los gritos despavoridos de un soldado que buscaba al comandante Thompson, porque las mujeres que ingresaron a la isla estaban causando daño a la patrulla de turno. No puedo creer que eran súcubos y que pasaran todos los filtros fronterizos, incluyendo a las capacidades sobrehumanas de Dimitri.

Después de que conversaran con Necroty, regresaron con caras serias y pálidas, como si estuvieran con miedo de morir. Me acerqué a Dimitri y le dije que no era su culpa. El enemigo siempre intentará con nuevos métodos para entrar. Ésta isla no será la excepción.

El ex militar soviético me comentaba que cerrarían las fronteras. Nos quedaríamos encerrados, con el objetivo de resguardar nuestra seguridad.

Estoy en contra de esa decisión. No pueden asesinar a los humanos que intenten ingresar, sólo porque sospechan que son criaturas, sin un revisión previa y exhaustiva.

Sin embargo, no era una decisión que provenía de su creatividad. Necroty ordenó que asesinara a todo humano o criatura que se acercara a Noptalm. Quiero pensar que ella necesita ganar tiempo y decidir qué hacer, porque no iba a aceptar otro error.

Desde el desastre de Salt Lake City, no veía a Dimitri tan afectado. Detesta fallar y posee una intolerancia a la frustración. He tratado con niños así. Son muy tercos. Juran tener la razón de todo, en vez de escuchar a los adultos que tenemos más experiencia. 

Le comenté que no me gusta sentir que voy a estar en un encierro eterno. Me dijo que la reconquista está cerca, pero necesitan una estrategia clara para combatir. No pueden aniquilar criatura por critatura. Es imposible, porque nos superan en número.

De pronto, él me confesó que no era un hombre de 18 años. Lithkara era su bisabuela, pero Necroty lo transformó en su brazo derecho, al extirpar la mitad de su alma corrompida y reemplazarla con otra parte azul que poseían todas las criaturas de Necrotia.

En mis 35 años de vida, nunca hubiera imaginado tal cosa. Me exigió que no dijera nada a nadie, porque era información confidencial. Le dije que confío en él y que no se preocupara.

La vida de todos depende de esos dos hombres. Me alegra que estén de nuestro lado, porque nos sentiremos más seguros, hasta que seamos capaces de combatir a esos seres y recuperar lo que era nuestro.

Debo preocuparme de estar estable, para que pueda educar a los niños y fingir una tranquilidad que, cada día, es más efímera.

Amelia Brown. Profesora.

Noptalm: Sombras de una invasiónWhere stories live. Discover now