Capítulo 1

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"Nunca he comprendido qué hace que las personas seamos tan masoquistas; por qué nos empeñamos en sufrir por nuestros sentimientos cuando la razón nos dicta el camino correcto."

Pero a tu lado - Amy Lab


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Era una noche de esas de invierno en la que es mejor quedarse en casa viendo una película. Había tormenta, una muy fuerte, tan fuerte que había provocado que el árbol de la calle principal se cayera en medio de la carretera generando un atasco.
Peter, esperaba tranquilo a que los bomberos abrieran paso. Algunos tocaban la bocina, impacientes, pero él tarareaba Naive, un tema de The Kooks, a la vez que contestaba un mensaje rápido para avisar de que llegaría un poco más tarde.
Él, era muy relajado para vivir, solo le importaba tener a mano una cerveza fría y una charla con un amigo. Trabajaba de mecánico en la empresa familiar, los Lanzani eran, generación tras generación, los encargados de poner a punto coches y motos para competición.
Nunca se había planteado tener una vida diferente. Su barrio desde que nació, sus amigos de toda la vida y el trabajo que siempre supo que tendría, era más que suficiente.

Unas calles más adelante, en una de las primeras casas de la entrada del barrio, Lali estaba terminando de corregir unas faltas de Amor Eterno, una historia juvenil que pronto sería publicada. Amaba su trabajo porque adoraba leer y escribir. Era muy perfeccionista y meticulosa. Ser correctora de novelas implicaba pasar desapercibida, pero hacer un trabajo efectivo, para que el autor o la autora, no sintiera que se cambiaba la esencia de su historia. Desde muy chiquita había empezado a escribir cuentos y a medida que pasaban los años lo intentaba con novelas, pero al ver lo difícil que era publicar, se centró en algo más accesible, convertirse en correctora.
Las ideas de historias seguían revoloteando en su cabeza y ocupando miles de hojas, que estaban archivadas en carpetas y metidas en cajas en el altillo. Su jefa, no era una persona accesible y nunca le daba la oportunidad de leer algo suyo. Pero ella seguía soñando con que llegara el día en que una novela suya ocupara un hueco en una estantería de una librería.

Agustín, acababa de entrar, llegaba a casa después de un largo día de trabajo. Era entrenador personal, y le iba muy bien. Siempre le había gustado cuidarse así que ayudar a otros a hacerlo, era algo que se le daba bien y le había gustado estudiar para ello.
Se acercó por detrás de Lali y la rodeo por encima de sus hombros. Ella se sobresaltó, porque estaba muy metida en la historia, pero enseguida le dio un beso en el brazo y apoyó su cabeza encima.

-¿Me vas a esperar despierta? -Le preguntó él al oído.
-No creo -. Contestó y se giró para mirarle. -Estoy cansada y tengo que terminar este libro para mandarlo mañana.
-No voy a tardar mucho -. Le dio un beso en la frente -. Sólo voy a juntarme un rato con el grupo para ponernos al día.
-Está bien que salgas y te distraigas, últimamente no salimos mucho de la cama -. Sonrió pícara.
-Y eso me encanta -. Se besaron. -Ojalá pudiéramos pasar el resto de nuestros días en la cama -. Le mordió la oreja despacio.
-El resto de nuestros días no creo pero al menos sí para nuestras vacaciones -. Pegó un saltito y él la sujetó mientras ella lo rodeaba con sus piernas.
-Pronto vamos a tener esas vacaciones soñadas.
-Yo sólo necesito tu sonrisa.
-Ya verás que lindas vacaciones vamos a pasar -. Miró el celular-. Tengo media hora para hacerte el amor sobre este escritorio -. La sentó encima y apartó el portátil con cuidado- ¿Te parece bien? -Besó su cuello.
-No tendrías ni que preguntarlo-. Se mordió el labio y lo besó con
pasión.

Llevaban ya cinco años juntos y siempre habían tenido muy buena piel, se habían amado desde el segundo uno en el que se miraron a los ojos y esa conexión se notaba. Este último año estaba siendo difícil en la relación, pero se querían, se deseaban e intentaban de todo para estar bien y no acabar separados. A veces era difícil, otras veces era tan fácil que se olvidaban de que tenían problemas, al menos hasta la siguiente pelea, en la que todo lo que no gustaba del otro salía en forma de crítica de sus bocas, para dañar, para hacer sentir mal y echar en cara cosas pasadas. Cosas que tendrían que haber quedado enterradas cuando se perdonaron la primera vez.
Lali creía que podía olvidar el pasado, pero a veces, algunas imágenes inundaban sus pensamientos y la hacia convertirse en una novia celosa e insegura. No le gustaba verse así pero siempre se justificaba pensando que era culpa de Agustín, por haberle hecho daño. Él se sentía tan mal por sus errores que aceptaba todo lo que ella pudiera decir o hacer, aunque varias veces, también se sentía harto, y cuando explotaba soltaba todo lo que que había callado en otras ocasiones.

Inefable ||Laliter||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora