Capítulo 9

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PRESENTE

Narra Lali.

Me despierto otro mañana sintiendo un vacío enorme, con una angustia que me cierra la garganta, que me ahoga y me hace llorar ni bien abro los ojos.
La tristeza es tan dolorosa, tan oscura… Es un sentimiento, que si pudiera, lo eliminaría. Ojalá tuviera un botón para apagar todo este dolor.
Miro al techo de la habitación durante varios minutos, me cuesta levantarme porque duermo unas cinco horas al día. Ya no me hacen efecto ni las pastillas. Me levanto, voy al baño y me veo la cara en el espejo, se nota el cansancio y la tristeza. Cierro los ojos y respiro profundamente. Me imagino a Agus llegando y abrazándome por detrás, me da un beso en el cuello y me susurra al oído que me ama.
Lo echo muchísimo de menos, aunque lo veo todos los días físicamente, pero su alma no está ahí. No es él.
Después de ducharme, desayuno algo rápido y bajo a avisarle a Peter que me voy. 

—¿Dormiste algo? —Me pregunta sin salir de debajo del coche.
—Poco, para variar —. Contesto y me cruzo de brazos. —. Cande se va a mudar con Vico la semana que viene, así que tendré otra vez mi apartamento.
—¿Te vas a ir? —Preguntó después de salir de debajo del coche y me miró a los ojos.
—Llevo mucho acá… No podés hacer vida por mi culpa.
—No te vayas —. Me pidió después de ponerse en pie —. Por favor, quédate. No me interesa hacer vida normal, no quiero… Lali —. Me agarró por los hombros y me miró a los ojos —. Te necesito a mi lado, no te vayas… —. Me abrazó con fuerza y empezó a llorar.
—Está bien, me quedaré —. Contesté mientras acariciaba su pelo —. No llores, por favor…
—Lo extraño demasiado… —Susurró en mi oído y lloró más fuerte.

Hacia tiempo que no le veía llorar de esa forma. Estaba destrozado. Acabamos sentados en el suelo del taller, intentando consolarnos durante varias minutos, hasta que entró Delfina.

—Perdón —. Se disculpó, nos pusimos en pie y ambos nos secamos las lágrimas —¿Pasó algo?
—Nada nuevo —. Le contestó Peter y se acercó a darle un beso.
—Me voy al hospital —. Agarré mi bolso —. Chau chicos, pásenlo bien —. Sonreí y fui a por mi coche.

Hace un mes que hago el mismo recorrido hacia el hospital, aunque cada día que pasa voy sintiendo menos esperanza. El semáforo se pone en rojo y freno mientras suena, en la radio, Cuánto me duele de Morat.

—Aunque yo sé que hay mentiras prefiero la herida antes que perderte… —Canté.

Cuando llegué al hospital, María estaba leyendo una novela. Levantó la vista y me miró sorprendida.

—Llegaste temprano —. Me dijo mirando el reloj.

Dejé mi bolso en el sillón y me acerqué a la cama para darle un beso en la frente a Agus.

—Hola mi amor —. Acaricié su pelo y después miré a mi suegra —. Tengo cita con el médico, así que vine un poquito antes.
—¿Cómo va el trabajo?
—Mi jefa no me da problemas, tengo que ir a la oficina dos veces a la semana para reuniones pero después puedo seguir con el trabajo desde casa ¿Tus chicos? —Sonreí.
—Roberto preparándose para viajar, la casa lleva mucho sola pero yo me voy a quedar. Y mi hijo vuelve este fin de semana para hacerme compañía.
—La vida sigue… Él está en esta cama —lo miré —pero la vida no para. Robert tiene su familia, su trabajo… también debe querer estar acá, con su hermano, pero tiene otras responsabilidades.
—Menos mal que mi marido y yo estamos jubilados… No podría dejar solo a Agus.
—Me voy a mi consulta pero después vuelvo y te invito a comer, estás muy flaquita —. Me acerqué a darle un abrazo.
—Está bien cariño, te espero aquí.

Agarré mi bolso y fui hacia la otra punta del hospital,

—No estás embarazada —. Me informó el médico y sentí un gran alivio —Además de la falta de menstruación, tenés bastantes granos en la cara… ¿Deseo sexual?
—Sinceramente, nulo. Teniendo a mi pareja en coma… Ni ganas tengo de pensar en sexo.
—Estás estresada, entiendo que la situación es grave pero tienes que estar bien porque vas a tener que estar sana y fuerte para ayudar a tu novio cuando despierte.
—Voy a empezar clases de yoga con unas amigas.
—Te ayudará a controlar el estrés. Te voy a pedir una analítica completa pero estás bien.

Inefable ||Laliter||Where stories live. Discover now