Capítulo 18

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Narra Lali.

Escribir es lo único que me salva y me anima. Quería dejar plasmadas todas las palabras que necesitaba decirle a Agustín, por si por algún motivo, la vida no me dejaba decirlas mirándolo a la cara.

“Agustín:

Es un poco difícil encontrar las palabras justas para no hacerte daño y que me entiendas.
En el fondo espero que pienses como yo y te des cuenta de que nuestro amor, se acabó. Fue muy lindo mientras duró y fui muy feliz a tu lado pero las cosas que pasaron nos hicieron sufrir e inevitablemente nuestro amor se rompió.
Estoy deseando que te despiertes, que estés bien y poder hablar con sinceridad, desde el amor, el respeto y la sinceridad. No dudes de todo el amor que sentí por vos… Ojalá las cosas fueran de otra manera pero no hay vuelta atrás en mi decisión.
Siempre te voy a querer y voy a estar para vos.

Lali”

—Ni una carta decente puedo escribir —. Suspiré y acabé la taza de té rojo.

Me vestí para ir a casa de Cande, hoy tocaban clases de yoga. Pasé por la panadería para comprar unas facturas y fui a buscar a Mery.

—No doy más —. Se quejó cuando consiguió sentarse en el auto —. En cualquier momento viene.
—¿Crees que se va a adelantar?
—Estoy casi en fecha pero creo que puede venirse un poco antes, se ve que Mila está ansiosa.

Llegamos a casa de Cande, Euge ya estaba ahí, dejé las facturas en la mesa y lo primero que hizo fue abrirlas.

—Engordé seis quilos desde que hacemos yoga —. Se quejó Euge.
—Será porque te la pasas morfando y no hacés nada más —. Le contestó riendo Cande mientras hacía el saludo al sol.
—A mi me viene bien todo esto —. Dijo Mery mientras botana encima de la pelota de gimnasia —. Estoy reventada, duermo tan mal…
—Imagínate cuando nazca —. Rió Euge —. Yo te aviso, a mi los bebés ni fu ni fa. Cuando crezca te la cuido, te la llevo de compras y de fiesta, voy a ser una tía copada pero ni en pedo le cambio un pañal, ni le doy comidita, ni la hago eructar que sino me me termina vomitando encima —. Puso cara de asco.
—Vas a ser una tía tan divina —. Soltó Mery irónica y nos reímos.

Me sentía tranquila, preparada para hablar con sinceridad, aunque sabía que ellas sabían todo sin necesidad que yo diga nada.

—Hace tiempo que me pasa pero ya no me siento la novia de Agustín… —. Solté de repente.
—Menos mal que te diste cuenta —. Soltó Eugenia y Cande le dio un golpe en la cabeza —¡Ay! —Se quejó y se llevó las manos a la cabeza.
—Me alegra que nos lo cuentes —. Me dijo Cande y se acercó para abrazarme —. Sé que habrá sido muy difícil para vos aceptarlo.
—Tenía miedo de que me juzguen…
—Jamás pensaríamos nada malo de vos, amiga —. Se acercó Mery y se sumó al abrazo —. Sabemos la clase de persona que sos y como fue la relación… Era cuestión de tiempo que te des cuenta lo que era mejor para vos.
—Ojalá despertara y pudiera decirle lo que siento… Lo quiero mucho —. Empecé a llorar —. Pero no puedo más… Voy a seguir yendo al hospital todos los días, eso no va a cambiar pero necesito que ustedes sepan, y los chicos, que necesito liberarme de esa etiqueta sin culpa.
—No creo que nadie te culpe. Todos sabíamos mucho más de la relación de ustedes, que ustedes mismos —. Dijo Eugenia.
—Vení y acércate a darnos un abrazo, sos muy dura —. Le pedí y me seque las lágrimas.
—Me cuesta un poco esto de los abrazos continuamente —. Se quejó pero se sumó —. Las quiero mucho.

Inefable ||Laliter||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora