Capítulo 26

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Miras el acertijo con perplejidad. Aún te carcome la cabeza el querer saber cómo llegaste hasta esta situación. Qué clase de juego perverso pone a prueba a una persona a costa de la vida de otra. Esto no es normal.

Mil incógnitas se atraviesan por tu cabeza, todas inoportunas. Ninguna responde al maldito acertijo. 

Tu mente está bloqueada para el hecho de llegar a conclusiones válidas, pero el tiempo corre y debes solucionar esto. Volteas la hoja y escribes tu respuesta, lo haces por instinto, ni siquiera lo haz pensado: opción E, cuatro patos.

Sin haber solucionado nada, levantas el papel y lo enseñas a la cámara. De repente te invaden las penumbras.

La claridad regresa junto con la pantalla encendida y con Marcos del otro lado.

Lo puedes ver atado de pies y de manos, sus ojos vendados, su boca no. El sonido está al máximo, puedes oírlo pidiendo clemencia.

A su lado, un hombre trajeado de negro con la máscara de un pato sobre sus narices, trae una rata, un recipiente de metal y unas cuantas piedras.

Recuerdas haber visto algo como eso en algún otro lado, si es lo que tú piensas, esas no son piedras.

El enmascarado coloca sobre el abdomen de Marcos a la rata y rápidamente la tapa con el recipiente. Cuando agudizas el oído escuchas los rasguños de la rata queriendo escapar.

El hombre te señala y con una pinza comienza a sacar las "piedras", que resultan ser brasas hirviendo. Las coloca de a una sobre el metal en el abdomen de Marcos.

Escuchas a tu compañero de cuarto gritar desaforadamente. Sabes que es lo que está sucediendo y no puedes negarlo. Sabes también que en solo minutos verás el terrible desenlace.

Los gritos son ensordecedores. Todos en la habitación se tapan los oídos. Julieta te observa espantada, su mirada es desgarradora.

Dejas de mirar a Julieta y te concentras nuevamente en la pantalla. Observas como Marcos está empapado en sudor. Segundos más tarde deja de gritar.

Sangre comienza a caer por entre su abdomen y el recipiente metálico. 

La cámara enfoca la cara del ahora difunto. Falleció sufriendo. No lo merecía.

El zoom vuelve a alejarse y puedes ver cómo la rata, bañada en sangre y tejidos del cuerpo, sale rompiendo la pared izquierda del abdomen de Marcos.

El hombre enmascarado toma a la rata y se retira.

Tu no tienes más remedio que llorar. No quieres ver a nadie en el cuarto, con haber visto a Julieta fue más que suficiente.

Aún así, tu sufrimiento es interrumpido. El altavoz vuelve a hablar. Puedes abrir la siguiente carta.

Ve al capítulo 40.

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