Capítulo 57

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Es evidente tu cansancio ante estos acertijos. Qué sentido tiene tanta matanza mediante el uso de simples adivinanzas. Qué plan tan macabro es este.

Las mismas preguntas del primer acertijo se te repiten en este, que ya es el cuarto y casi último.

Tantas nacionalidades, tantas marcas, tantas mascotas, te confunden. Sabes que no puedes equivocarte. Dos vidas dependen de ti. No puedes fallar, nunca debiste y ahora menos.

Te tomas tu tiempo, no te importa lo que de ti piense el resto haces todo un cuadro para descartar posibilidades.

Esperas no haberle errado, pero la respuesta para ti es la D. El británico es dueño del animalito acuático.

La luz parpadea incesante, pero permanece encendida. Un suspiro de alivio se te escapa.

Lo triste es que jugaron contigo y la iluminación se apagó de todas formas.

Para cuándo está volvió tu alivio se había ido junto con tus esperanzas.

Ya con la pantalla encendida, puedes ver a Julieta encerrada como en un pecera de cristal.

Del lado de afuera, con una caja con pequeños hoyos. Parecieran ser respiraderos. Un hombre vestido de negro con una máscara de cebra.

El sujeto te señala y vuelca el contenido de la caja en el recinto donde está encerrada tu compañera. Un manojo de insectos furiosos la recubre completamente.

El enmascarado sale de la habitación.

Sobre la pantalla se posa uno de esos insectos: una avispa gigante japonesa. 

Lo sabes por su cabeza amarilla y torso marrón, además de su tamaño cercano a los seis o siete centímetros. Caracterizada por enviar un veneno capaz de paralizar el sistema nervioso central de un ratón ella sola. 

Te lo imaginas de acuerdo a la cantidad que allí hay, a la vez que ves a Julieta desplomarse entre las iracibles avispas.

El parlante suena otra vez: puedes abrir tu último acertijo.

La cara de Tomás lo dice todo, esperas que con él salga mejor.

Ve al capítulo 61.

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