Capítulo 51

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Armas una tabla con una hoja que estaba en la mesita al lado del sillón. Te rompes la cabeza pensando en todas las posibilidades. Sabes que el nivel de dificultad viene aumentando, y no quieres fallar. No quieres matar.

No sientes prisa por elegir una opción, asegurándote que pensando claro las cosas saldrán mejor.

Terminas por arriesgarte en la opción E: el alemán es el dueño del pececito. La tabla te ha indicado que no deberías haber fallado.

Pero, ¿y si los cálculos no fueron correctos?

Te arriesgas y muestras la respuesta a la cámara. Esta hace la misma rutina de siempre y hace zoom sobre tu hoja. 

La espera se te hace interminable. Segundos que parecen minutos. Minutos que parecen horas. Tus compañeros de cuarto no dicen palabra alguna.

La voz del parlante interrumpe tu desesperación y tu casi ataque de ansiedad. Su voz, tan clara como siempre, te repite una frase con un particular cinismo:

"Formas parte del 2% de la población capaz de resolver este acertijo. 

¡Eres leyenda!

Ya puedes abrir el último sobre. Todo está por acabar".

Te sientes un pensador estratégico y prodigioso por haberlo resuelto, pero aún se requieren tus servicios una vez más.

Julieta te abraza con todas sus fuerzas. Te sientes excelente por haberla salvado, incluso hueles una conexión asombrosa entre ustedes dos.

Te queda Tomás y su familia.

No estarás matando o salvando una vida.

Estarás jugando con cuatro.

Ve al capítulo 61.

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