19

2.1K 201 38
                                    

Recordar a All Might como amigo y familiar me tranquiliza un poco: desde los 7 años que no vivo con quienes fuesen mis padres, siendo que el innombrable de mi padre de algún modo huyó, pero jamás volvió a saberse de él. Por ello los primeros años adquirí los nuevos Koseis, porque vivía sola y sin cuidado, en el mismo cuartucho que hasta antes de venir, bañándome con agua helada, dependiendo de una gotera y de la comida o sobras que me regalaban, sin luz, sin vida. Luego una mujer dijo convertirse en mi madrina y me procuraba con ciertas cosas como material de escuela, jabón, ropa… pero nada es para siempre y esa mujer se fue; yo sé que tenía problemas en su familia y se desquitaba de buen modo cuidándome en reemplazo. De hecho, creo que está en un hospital internada, pero no sé si por enfermedad o es un psiquiátrico.

Y años después, All Might hace su entrada triunfal, de modo que aún no entiendo cómo fue a poner el ojo en mí incluso para ofrecerme su One For All. Pero yo y su idiotez lo rechazó.

Shoto intenta asfixiar mi llanto y calmarme, donde yo intento recordar cosas buenas para evadir cosas malas. Ni de broma me suelta y yo sólo cierro los ojos, aunque no puedo dejar de recordar; como estoy acurrucada en su pecho, es inevitable pensar en que antes de todo eso, recuerdo que mi padre alguna vez me abrazase así y al ser Shoto hombre, el recuerdo es más fuerte.

—Shoto, no me sueltes… –consigo decir, deseando tener un Kosei de fusión y otro para minimizarse, de modo que pueda meterme en él y esconderme, protegida por pulmones y tórax.

—No lo haré, pero cálmate. Tora, cálmate… eso sí: si lo necesitas, suéltalo todo ahora. Si no, sólo acabarás quemándote por dentro y ese incendio volverá y será un infernal ciclo sin fin…

De verdad quisiera contártelo, Shoto, y que me escucharas. Pero ni siquiera yo puedo hacerle frente a eso.

—No puedo, Shoto. Muero de miedo. No puedo afrontarlo.

—Tal vez no ahora, pero podrás hacerlo. Sólo tienes que volverte más fuerte.

Los ojos me queman ahora que me he quedado sin lágrimas y tiemblo de miedo y agotamiento. Shoto limpia mi cara con la manga de su camisa y medio a rastras me lleva a mi recámara, donde me recuesto en mi cama pero le pido que no se vaya. Él se queda a mi lado hasta que me quedo profundamente dormida.

¡Cristal! ¡Tora!

¡Aosora!

¡¡CRISTAL!!

Una voz masculina grita eso en un sueño oscuro y vacío, despertándome de sobresalto: tengo la misma ropa que ayer y un brazo cálido cruzando por mi pecho. Aparte de mi agitada respiración hay otra, calmada y suave, propia de alguien dormido. En mi reloj veo que son las 5:37 de la mañana y como en mi caso no tiene sentido volver a dormirme, me levanto. Encuentro el móvil de Shoto tirado con un mensaje de okay de su hermana. Salgo a cerrar todo lo que ayer quedó abierto y me meto a hacer el desayuno. Después me voy a bañar, cosa con la que espero se me quite lo hinchado y colorado de los ojos y con suerte al salir ya casi no se nota; mis recuerdos me amenazan a menudo, pero consigo alejarlos.

He terminado de arreglar la cocina cuando Shoto aparece, saludándome secamente. Ambos nos sentamos a desayunar como si nada y la mañana parece reconfortante

Desayunamos sin cruzar palabra respecto a ése Kosei del que aún no le cuento, pero antes de que se vaya a su casa a cambiarse me siento culpable de… ni idea, pero siento culpa y le detengo la mano justo cuando está por cruzar el umbral.

—El otro Kosei… lo heredé de mi padre, también. Él me transmitió 2… pero usarlo es como una pesadilla.

—… ¿Cómo yo?

—No, Shoto: lo tuyo sólo es un rencor. Esto… es miedo puro… si un día me veo obligada a usarlo te lo mostraré, pero antes probablemente no. Perdóname…

—No hace falta que te disculpes. Está bien.

Shoto… gracias por entender.

Con la escuela cerrada tenemos tiempo de sobra… o eso es como lo llamarían muchos, pero nosotros, quienes tenemos por propósito ser héroes, no podemos detenernos. Cada tarde nos vemos o hacemos algo, pero por la mañana cada quien está separado. Me dedico a entrenar y priorizo salir a correr cada mañana, pues siento que soy muy lenta y después de una prueba en el campo de combate, tengo que fortalecer mis debilidades al máximo.

Sin embargo, también me aburro desde temprano y como tengo estrictamente prohibido participar como héroe, sigo el consejo de Toshinori: buscar alguna actividad que hacer.

Así que al 3er día de que no hay clases, justo al abrir los ojos por la mañana, viene a mi mente la imagen de quien fue mi madrina durante mi infancia.

… cabello blanco… ojos castaños…

Humm… ella tenía un Kosei ¿cierto?

Cabello blanco… ojos castaños… Kosei… Kosei

¿¡QUÉ!?

De pronto mi mente relaciona eso con algo muy disparate: cabello blanco y ojos castaños, similar… a Shoto. Recuerdo que ella tenía hijos pero yo nunca los vi… y acabó en un hospital.

No es posible: ni siquiera recuerdo su nombre, sólo recuerdo que yo decía que era mi hada mágica.

Salto de la cama, cambiándome por el primer conjunto que veo y corro a casa de Todoroki. Me abre Fuyumi.

—¡Hola Tora! ¿Buscas a Shoto?

—No exactamente…

—Vaya: es que él no está, pero si no, pasa. Adelante.

—Fuyumi, hay algo que quiero preguntarte… –al principio veo a su hermana presentir que voy a preguntar por la madre de ellos, seguro, así que se me ocurre otra cosa– ¿tienes fotos de Shoto de pequeño? Me entró curiosidad recordar cómo era cuando éramos chicos.

—Claro! Las traigo en un minuto…

—Waaa!!! Es monísimo! –exclamo de encontrar una foto de Shoto como de 5 años, mirando por una ventana. Aún no tenía la quemadura.

—Sí, era muy tierno.

—¿Eh? –justo lo que buscaba– Fuyumi ¿ella es…?

—… sí.

—Vaya. No quiero incomodar y eso, pero ¿Qué fue de ella?

—… está en un hospital. Padre la metió allí después del… accidente con Shoto.

—Oh, perdón…

—¡mira! Éstas son de la elemental, tal vez… ¡aquí están los dos!

Fuyumi levanta en alto una foto donde ciertamente, aparecemos tanto Shoto como yo, con quienes fueron nuestros compañeros de aquel curso. Lamentablemente, él ya tiene la quemadura y aparece serio, no como la risueña de yo.

—Fuyumi, ¿me la prestas para fotocopiarla?

—Claro. Quédatela si quieres ^u^.

—Vale. Espera –digo, contemplando una foto con mi hada mágica, ciertamente – si la internaron y sigue allí ¿en dónde está?

—¿Eh? ¿Para qué quieres saber donde está internada Madre?

—Eh ^-^’… para evitar pasar por allí cuando ando fuera con Shoto.

—Oh, ella está… –y justo a pronunciado la primer palabra del nombre del hospital, cuando la puerta principal se abre y al poco aparece Shoto.

—¿Tora?

—¡Tengo que irme! ¡Nos vemos!

—¿Eh? Hey ¿tienes algo que hacer?

—Ah-h, tengo… unas compras que hacer… pero nos vemos más tarde, Shoto. ¡Adiós Fuyumi!

—Adiós ¿?

One for All Where stories live. Discover now