Parte 1: La broma

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...

Hola.

Aquí estoy con una nueva historia, esta vez de Luan y Lincoln. Disfruten.

Como siempre, Luan Loud estaba preparando unas bromas para el gran Día de los Inocentes, su día preferido del año. Llevaba días escondiendo sus acciones de sus hermanos, pero éstos ya tenían sus medidas de prevención anti-bromas. Claro, ninguno de estos métodos era infalible, y Luan era demasiado lista como para que la engañaran. La comediante siempre encontraba la forma de que funcionaran todo, pues anticipaba los movimientos de sus objetivos y sus reacciones, por lo que no había ningún año en el que alguien saliera ileso de sus bromas.

Ese año se quería enfocar más en sus hermanas mayores Lori y Leni, dado que ya le había hecho muchas bromas a su compañera de cuarto Luna. En cuanto a las menores, le era imposible hacerle daño a la adorable Lily, Lisa se escondía en su búnker con sus padres, y Lucy solía esconderse muy bien en los lugares oscuros de la casa. Por lo que Lori, Leni, Lynn, Lincoln, Lucy, Lana y Lola eran los principales objetivos. Ya tenía la mayor parte de sus bromas preparadas, pero aún le hacía falta obtener unas ranas para su broma acuática en el baño. Se estaba preguntando si podría lograr que Lana le prestara a Brinquitos y a sus amigos, cuando alguien chocó con ella.

- ¡Ay! Perdón, no estaba poniendo atención -se disculpó Luan, ayudando a una persona peliblanca a levantarse.

- No pasa nada -replicó Lincoln- Yo tampoco estaba poniendo atención.

La verdad era que el albino estaba ofuscado en las mejores formas de evadir el fatídico día que le esperaba, pues las veinticuatro horas siguientes serían nefastas para la familia Loud. Ya habían pasado cuatro años desde que Luan había invitado a Ronnie Anne para hacerlo salir de su cuarto, con desastrosos resultados, y el albino había aprendido a no volver a invitar a nadie a su casa en ese día. Había llegado nuevamente la hora de que el chico con el plan obtuviera una nueva idea.

El problema era que no se le ocurría nada. Llevaba varios días pensando en ello, pero en todos ellos veía fallos que hacían de Luan una peligrosa enemiga. Luan hacía todas esas bromas nada más para divertirse, llegando incluso a meterse con Lori y sus padres quienes fácilmente podrían llegar a castigarla si se sobrepasaba.

Sin embargo, nadie podía imaginarse a Luan verdaderamente enojada. Si eso llegaba a ocurrir... Bueno, si volcar un auto dentro de la casa era una broma convencional, una por venganza ha de ser mil veces peor.

Lincoln se asustó mucho cuando tropezó con Luan, pero la bromista lo ayudó a levantarse, lo cual fue un alivio. La saludó, y siguió con sus cada vez más débiles y desesperados planes.

No podía sacarse la idea de que Luan tendría una broma preparada para cualquier decisión que quisieran tomar. No importaba si se iban a la cocina, al baño, si se marchaban al piso de arriba o al de abajo, a la izquierda o a la derecha, afuera o adentro; Luan siempre tenía una broma lista para la acción, y nadie se escapaba de ella. No parecía que la bromista entendiera que sus acciones atentaban contra las vidas mismas de la familia, pero ella no prestaba atención. Acabó por fin la broma del baño y se fue a acostar, lista para otro día de las bromas.

El fatal día llegó. Todos corrieron a ocultarse, pero era difícil esquivar los pequeños cangrejos del refrigerador, los dardos paralizantes, las ranas voladoras, las explosiones de los cuartos, a los animales corriendo y la gran serie de eventos al mismo tiempo.

Lincoln terminó por rendirse y aceptar que ese día sería horrible. Salió de su cuarto apesadumbrado, sin siquiera intentar esquivar las bromas. Recibió un pay en la cara, pintura negra en su cabello, plumas pegadas a su cuerpo, un puñetazo en el rostro, y sus pies se pegaron al suelo antes de siquiera haber llegado a las escaleras. Bajó de forma instantánea al tropezar y activar unas cuantas bromas más. Cayó rendido ante los pies de alguien que se desternillaba de la risa. Luan no podía dejar de carcajearse ante la vista de su único hermano rendido en el piso.

Siempre había visto a Lincoln como alguien tierno, y ver su aspecto derrotado era un espectáculo en primera fila para ella. Vio a Lana huir de unos pájaros que le jalaban el pelo, a Lynn hundirse en el sofá, y a Leni quitándose las manchas de barro de su ropa. Volvió a reírse.

Las bromas de Luan fueron todo un éxito, y ya planeaba unas nuevas para el próximo año. El resto del día lo disfrutó caminando tranquilamente por la casa, disfrutando enormemente con sus bromas. Lori sufrió de una tremenda trasquilada en su cabello, Luna se pasó dos horas colgada de un solo pie, y mareándose hasta el punto de vomitar, y la pobre de Lola se pasó cuarenta largos minutos huyendo de su propio auto rosado, que la perseguía. Lucy se horrorizó al ver a sus cuatro murciélagos mascota pintados de vivos y brillantes colores, Lisa se pasó horas atrapada entre las explosiones de sus propios experimentos, y Lincoln encontró hechos trizas sus cómics de Ace Savvy.

Luan realmente podía llegar a ser cruel. No podía haber sido más perfecto. Estaba tan entretenida consigo misma que no estuvo al tanto de todos los trucos que no se habían activado. Solo eran tres.

Luna escupió las galletas que se atrevió a probar al ver que estaban rellenas de un gel viscoso. El señor Loud tuvo la desagradable fortuna de recibir leves descargas eléctricas por culpa de la lavadora toda la mañana hasta que se terminó el efecto. Pero fue Luan misma la que por accidente cayó en la peor broma de todas.

Lily estaba gateando por delante del retrato familiar cuando Luan se acercó para tomarla. Se suponía que esa broma solo era para asustar. Si una o varias personas pasaban por la pared más cercana de la sala, la pared se caía, pero los que estaban ahí salían despedidos por una trampilla en el piso. Sin embargo, cuando esa trampa estaba lista para ser activada, quién pasó por ese lugar fue Lily, gateando sin rumbo alguno. Así que ahí estaba Luan, viendo en cámara lenta como la pared de concreto se le venía encima a la menor de sus hermanas. Recordó por instantes las mejores bromas que había hecho, los momentos más felices con su familia, y el nacimiento de su hermano menor. Luan fue instintivamente a proteger a su hermanita menor, y la trampilla se activó, salvando a Lily, y dejando a Luan sola en su lugar.

No reaccionó porque jamás se habría esperado ser la víctima de su propia broma, y morir por ella. Ya veía la pared destrozar su cuerpo cuando sintió un fuerte empujón que la alejó de la pared. Se oyó un estruendo espantoso. El polvo impidió a la familia Loud ver lo que había ocurrido, pero se trataban de acercar a pesar de sus diversas heridas y padecimientos. Luan era la más preocupada de todas, preguntándose quien habría sufrido por su culpa.

Su corazón latía de manera alarmante, cuando vio a un pequeño ser peliblanco, cuya cintura para abajo había sido aplastada por la pared. La figura yacía inconsciente en el suelo.

- ¡¡¡¡LINCOLN!!!!

Nadie de la familia Loud se imaginaba que Luan pudiera emitir semejante grito. Corrió hacia la pared. Gracias a la adrenalina que sintió, logró levantar un poco la pared, mientras que Leni y Lynn sacaban a Lincoln de debajo de la misma. Las hermanas Loud se pusieron a llorar a lágrima viva sobre el cuerpo de su hermanito, que sangraba muy poco para lo que le había pasado.

Los señores Loud llamaron rápidamente a emergencias, y en menos de cinco minutos, la ambulancia era seguida por Vanzilla, que se quitaba de en medio a los demás autos en un intento de salvar al joven de once años cuya vida pendía de un hilo.

Su destino era indefinido, ya que sus piernas y cadera recibieron un daño difícilmente reparable. Nadie durmió por varios días, tan preocupados estaban por Lincoln. Luan jamás se perdonaría si Lincoln moría. Sus lágrimas empaparon sus ropas, mientras su corazón se desgarraba poco a poco.

Pienso publicar una o dos partes por semana, así que nos vemos pronto. ¡Sigan leyendo!

La broma del amorWhere stories live. Discover now