Parte 11: El obstáculo

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Una extraña calma se apoderó del cuerpo de Lincoln. ¿Acaso no había sospechado que eso era lo que sentía? Después de todo, Luan fue la que siempre estuvo ahí para él, y quien nunca se rindió para sacarle una sonrisa. Y no solo a él. Nada más tenía que ver el éxito que tuvo Luan al alegrar a Lynn. Luego la realidad de la situación lo golpeó con fuerza.

- Es mi hermana.

Claro, eso lo arruinaba todo. Uno no podía tener relaciones con su propia hermana. Trató de descartarlo, pero cada vez que pensaba que podía dejar a Luan detrás, se le aparecía la imagen de ella sonriendo, abrazándolo, bailando con él. Era tan linda. Sus frenos, su cabello, su sonrisa, como pensaba, como era ella con él, no había nada de ella que no le gustara.

Se descubrió a sí mismo pensando en cómo decirle lo que sentía, pero se desanimó. No era algo que pudieras ir diciéndole a tu hermana. Es posible que un niño piense que así debe ser, pero él ya iba cumplir quince años, y no era idiota. Además, tanto Luan como él ya tenían pareja. Cookie le encantaba, pero simplemente no se podía sacar a Luan de su cabeza. Y estaba seguro de que Luan no dejaría a Benny tan fácilmente. En primer lugar, ¿siquiera lo aceptaría?

Recién habían vuelto a hablarse, no tenía ni la más mínima oportunidad. Decidió dejarlo. De momento, claro.

Volvieron a su casa, y tras un último beso de Cookie, se perdió en sus pensamientos. No durmió mucho esa noche. Sueños y fantasías de Luan y él se entrometían en sus ansias de dormir. Y transcurridas unas semanas, las cosas seguían igual.

Sin embargo, en ese tiempo las cosas entre Luan y Benny tocaban fondo.

Sus citas se hacían cada vez más repetitivas, y Benny se estaba volviendo algo aburrido. Luan sospechaba que ninguno de los dos tenía ya tantos sentimientos por el otro como al principio, a pesar de que habían sido muy intensos en un principio.

Además, los pensamientos de ésta se dirigían con cada vez más frecuencia hacia su hermano. Volvían a asaltarla esas dudas que tenía consigo misma, pero no podía evitar sentir eso por Lincoln. 

Y luego fue Lincoln quien tuvo problemas. Cookie batallaba con un número cada vez mayor de rivales, ya que después del concurso, Lincoln había ganado más popularidad que nunca. Antes lo habían visto como un mártir por su herida, luego lo vieron atractivo por su forma de ser, y ahora era genial por ganar en un concurso de música.

Lincoln incluso se había planteado disfrazarse, pero sería un rollo hacer eso todos los días. En cambio, se enfrascaba en mantenerse el mayor tiempo posible pegado a Cookie, algo que ella aceptaba encantada. Aunque... Sí, aún había momentos en los que Cookie lo veía de manera casi... triste.

Aún así, llevaba mucho tiempo sin estar solo, así que decidió hacer una excepción ese día. En cuanto llegó de la escuela, tomó el walkie-talkie.

- Conejo a Anteojos, adelante Anteojos.

- Aquí anteojos. Hola amigo, hace tiempo que no te veo. 

- Sí, Clyde, lo sé. ¿Qué te parece si, para enmendarlo, vamos a almorzar a la hamburguesa del eructo?

- Suena bien. Tranquilo, Haiku está en su club, así que iré solo.

- Igual, Cookie se fue a comer con sus abuelos. Cambio y fuera.

- Cambio y fuera.

No estaba mal salir de vez en cuando con su mejor amigo, sobre todo cuando ni uno ni otro tenían el mismo tiempo libre de antes. Se encontró con Clyde, pidieron sus hamburguesas, y empezaron a hablar. Clyde le informó que él y Haiku se la pasaban muy bien. Para Lincoln era un poco raro, ya que no parecían tener mucho en común, siendo Haiku una gótica, y Clyde un chico con gustos por los cómics y la acción. Aparentemente, el romance que les gustaba a los dos era suficiente.

La broma del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora