Parte 6: La burla

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Luan se arrepentía de haberle hablado así a Lincoln en el momento en que las palabras salieron de su boca. Realmente tenía que pensar en todo lo que había pasado. Pero ahora, ya no podían siquiera verse a los ojos. Ambos se sentían culpables. Luan nunca quiso gritarle a su hermanito, y Lincoln creía que le había hecho algo a Luan sin darse cuenta.

Pero después de todo, Lincoln se las arreglaba de alguna forma. Ahora era el turno de Cookie de tener una cita con él, y eso lograba distraerlo. 

Se juntaron en el parque para hacer un picnic. Lincoln llevaba mucha comida de donde escoger, cortesía del señor Loud. Su especialidad, la "Lynnsaña" era el plato principal.

Cookie vivía con su madre ya que su padre viajaba mucho, aunque las visitas que hacía su progenitor eran agradables. La madre de Cookie quedó fascinada por la forma de ser de Lincoln, y aceptó el collar que le obsequió el albino. Cookie y Lincoln salieron de la casa charlando sobre cualquier cosa. La chica se veía muy bonita con su vestido azul oscuro, el cabello suelto, pendientes en las orejas, y por el maquillaje, sus ojos lucían más grandes, de manera muy atractiva. Montaron el picnic en una zona desocupada, y por pura casualidad, no fueron molestados. Comieron mucho, y a Cookie le encantó el platillo sorpresa de Lincoln.

Quiso conocer la receta, pero Lincoln decía que aparte del señor Loud, nadie sabía el ingrediente secreto que usaba, aunque él sabía cuales eran los otros ingredientes.

- Preguntaba porque me gustaría hornearte uno -dijo Cookie, jugando con su cabello y apartando un poco la mirada- Porque pienso que te gusta mucho ese platillo.

- Y me gusta mucho -aseguró Lincoln- Pero mi papá no quiere decir nada sobre el último ingrediente. Aún así, me enseñó a cocinar sin él. Y no solo sé cocinar esto, también hay muchas otras cosas que sé hacer.

- Yo igual -rió Cookie- Deberíamos preparar algo juntos.

- Jajaja... Sí, eso me gustaría.

Se la pasaron hablando sobre platillos y recetas. Ya se estaba haciendo tarde, así que Lincoln dejó a Cookie en su casa. Antes de que se fuera, Cookie lo retuvo.

- Lincoln, quiero que sepas que en serio disfruté esta tarde contigo. No me siento así con nadie más, y eres el único que me hace sentir... viva. Sabes, yo haría todo por ti. Te seguiría hasta el fin del mundo, si fuera necesario. 

Roja como un tomate, le dio un beso a Lincoln en su mejilla, cerrando rápidamente la puerta tras ella. Lincoln volvió a su casa feliz y pensó en lo bien que se le estaba dando hacer sentir especial a una chica. Sin embargo, estaba de acuerdo con sus hermanas: no podía jugar con los sentimientos de ambas, tenía que decidirse y rápido.

El problema era que ambas eran tan buenas parejas que no era fácil decidirse. Ambas tenían puntos buenos y malos.

- Bueno -pensó- Es mucho mejor tener que decidir entre dos, que ser odiado por todas.

Y era que muchas chicas seguían dolidas y furiosas porque Lincoln hubiera elegido a esas dos como posibles novias. A veces recibía otra declaración o invitaciones o muchas otras cosas, pero siempre se negaba. Eso sí, procuraba hacerlo de la forma menos dolorosa posible.

Ya llegando a su casa, volvió a tierra y puso atención a su alrededor cuando escuchó el sonido del televisor encendido y a varias de sus hermanas riendo. Entró, y las vio reír a carcajadas de algún chiste que era contado en el programa que veían.

Luan era de las que reía más fuerte, pero cuando vio a Lincoln su risa desapareció. Por suerte, ninguna de sus hermanas se dio cuenta. Pero Lincoln se sintió mal, y se fue hacia arriba sin hablar con nadie. 

La broma del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora