Parte 4: Las rivales

1.3K 75 19
                                    

Lincoln no podía quitarse a sus hermanas de encima, quienes no cesaban de decirle que debía corresponderle por lo menos a una de las chicas que se le declararon. Éste se negaba a responder, ya que no quería dar falsas ilusiones a ninguna de las dos, ni a Cookie, ni a Cristina. Pero, ¿de verdad no ansiaba nada? Ambas se estaban portando de manera bastante agradable.

Las dos hablaban con él, coqueteaban ligeramente, se reían, pasaban tiempo junto a él. Lincoln no podía evitar sentir algo por ellas, aunque nada era seguro.

Pero un día, después de muchas insistencias por parte de todo el mundo pasó algo impredecible. Era viernes en la tarde, y como de costumbre, Cristina lo alcanzó para salir con él, ya que Cookie tenía que irse con sus padres para pasarla en familia.

Charlaron por un rato, y Lincoln recordaba una y otra vez a sus hermanas incitándolo a sentar cabeza. Se decidió, y cuando por fin Cristina se iba a ir, Lincoln suspiró un poco.

- Oye, Cristina, ya llevamos mucho tiempo conviviendo juntos, y creo que nos la pasamos muy bien. No sé si estés de acuerdo, pero, ¿te gustaría tener una cita conmigo esta noche?

Cristina se quedó de piedra. Sus latidos se aceleraron, a la vez que chillaba de emoción.

- ¡Claro que sí, Lincoln! Oh, por dios, oh, por dios, oh, por dios... ¡Estoy tan emocionada! ¿A dónde iremos? ¿A qué hora?

- Si te parece bien, ¿te recojo a las ocho para ir al restaurante Franco-Americano?

- Sería perfecto, Lincoln. ¡Estaré lista! -más feliz que nunca, Cristina le dio un rápido beso en la mejilla, y se fue dando saltitos.

Lincoln, que no se creía su propio atrevimiento, se fue a su casa para trazar un plan. Hizo la reservación en el restaurante, preparó unos cuantos temas de conversación, y trató de quitarse los nervios. Pero como casi nada se mantiene secreto en esa casa, pronto alguien se percató de sus acciones.

- ¿Lincoln?

El interpelado dio un salto tremendo, sorprendido de encontrare con la presencia de Lucy sin avisar dentro de su habitación. ¿Quién más podría deslizarse por la casa asustando a todos?

- ¡Ahhhhh! Lucy, deja de hacer eso.

- Lo siento, pero es que oí ruido extraños acá abajo, y vine a averiguar lo que era. Desgraciadamente, no se trataba del fantasma que esperaba... Oye, ¿qué haces?

- ¿Yo? N-Nada, aquí disfrutando de la vista.

- Lincoln, estamos en el sótano.

- Solo ayudo un poco a mamá con la limpieza. Y perdón, me tengo que ir a... acomodar unos cómics.

Salió corriendo, pero antes de llegar a las escaleras, se topó con las gemelas, quienes bajaban para buscar sus ropas limpias. 

- ¡Hola, Lincky! -saludó Lola.

- ¡Hola!

- ¿A dónde vas? -preguntó Lana, extrañada.

- Eh... A mi cuarto. Tengo tarea que hacer -improvisó el albino.

- Lincoln tu jamás haces tarea los viernes -intervino Luna, quien bajaba en esos momentos, buscando unas baquetas perdidas.

- Bueno, por algo hay que empezar.

- Muy bien, Lincoln -dijo Lori, al final de las escaleras, escuchando cada palabra de la conversación- ¿Qué te traes entre manos?

Pronto, el peliblanco se vio rodeado de diez hermanas curiosas que impedían cualquier intento de salida. No veía como podía escaparse de esa. No tenía más remedio que decir la verdad.

La broma del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora