Parte 7: El amigo

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A pesar de las diversas ideas en contra, sobre todo religión y moral, consciente de que lo que hacía era mal visto, que muy poca gente haría la vista gorda con su decisión, de lo que dirían sus amigos y familiares, y de la indudable sensación de culpa que sentía, Luan ya no podía echarse para atrás: los sentimientos que profesaba por su hermano menor crecían día con día.

Estaba distraída, algo que casi nunca le había pasado. Se esforzaba bastante en tratar de ocultar sus sentimientos al resto del mundo. Aunque ya hubiera aceptado estar enamorada de su hermano, sabía que no era correspondida; además de que nadie lo aceptaría.

Trató de encerrar sus emociones en lo más profundo de su corazón, decidida a ocultarlos para siempre. Pero como en muchas otras ocasiones, vivir en una casa con otras doce personas evitaba que casi cualquier secreto se mantuviera como tal.

- Luan, te estoy hablando.

- Sí, lo sé, te oigo Luna.

- Ah, ¿en serio? ¿Entonces de qué te hablaba?

Dudó solo un instante, pero la comediante hizo un esfuerzo. De pronto, se acordó.

- Solo me pedías algo de dinero para el concierto de Mick Swagger.

Luna la miró con desconfianza. Y aunque, efectivamente, eso era lo que pedía, la rockera reconoció el nerviosismo de la comediante.

- Luan, ¿qué te sucede? No eres la de siempre.

- ¿Qué dices? Claro que lo soy.

- No me engañas Luan, te conozco desde que eras una niña. Algo te está consumiendo.

Luan no se molestó en desmentirla. Era verdad. Aparte de Lincoln, la única persona que la conocía de raíz era su compañera de cuarto Luna. Se planteó contarle lo que la atenazaba. No podía mencionar a Lincoln, pero el hecho de ocultar un amor no correspondido era insoportable. Tenía que contárselo a alguien.

- Bueeeeeno... Es que... Hace tiempo que me gusta un chico, pero lo nuestro es... imposible.

Luna se tapó la boca, a tiempo de evitar soltar un grito de emoción. Y al igual que Luna conocía todo sobre Luan, lo mismo ocurría al revés. Luan entendió que había veces en las que Luna sentía la necesidad de ser su única confidente, en lugar de que toda la casa supiera lo que ocurría.

- Ok, es hora de una charla entre hermanas -dijo Luna, poniéndose cómoda en la cama, con una sonrisa de oreja a oreja.

Luan le contó todo. Sobre todo lo que le gustaba de ese chico, como él ya tenía amantes a su alrededor, lo popular que se estaba volviendo, lo relativamente cercana que ella era a él, lo que sentía ella, lo que pensaba que nunca ocurriría... lo único que obvió fue el nombre y cómo lucía su amor imposible.

- Pero, ¿quién es? -preguntó Luna finalmente, después de media hora de charla.

Luan vaciló. Le gustaba mucho tener la confianza de alguien como Luna, ya que su mentalidad era más abierta que la mayoría de las personas que conocía. También recordó que sus padres se habían mostrado reacios a aceptar la decisión de su hermana rockera de tener como novia a otra chica: Sam. Cuando por fin sus padres conocieron a Sam, terminaron por aceptarla, aunque pasó bastante tiempo antes de que la trataran bien. Si así se habían puesto sus padres con una hija homosexual, ¿cómo se sentirían si otra de sus hijas tenía sentimientos hacia alguien dentro de la misma familia?

Se dijo que si había alguien que entendía su relación mejor que nadie, era Luna. Pero aun así, tenía varias dudas. No se lo diría... de momento.

- Lo siento, Luny, pero no te lo puedo decir. Es alguien bueno, créeme. Pero aún no lo puedo decir.

- Mmmhhh... Está bien, hermana. Pero me tienes que decir algún día de quien se trata.

La broma del amorWhere stories live. Discover now