9. CALIENTE

8.5K 527 108
                                    

Linda estaba teniendo el peor día de su vida, sin embargo, eso apenas era la punta del iceberg.

Al despertar de su desmayo, se encontró acostada y encadenada en una larga y fría mesa de metal que estaba situada en medio de lo que parecía ser un siniestro y macabro sótano.

Su cuerpo estaba encadenado en forma de estrella por lo que era imposible que pudiera escapar.

Hacía calor, mucho calor, pero nada comparable con lo que estaba por venir.

La mesa estaba frente a un escritorio con libros antiguos y muchas otras cosas las cuales desconocía que eran

Al levantar su mirada sobre el escritorio, sus pupilas se dilataron por completo al ver en una repisa decenas de corazones humanos en frascos de vidrio llenos con un líquido amarillento.

Con tan horrible escenario los nervios tomaron control de ella haciéndola entrar en pánico.

Sus intentos de escapar eran inútiles, y a pesar que lo sabía, no dejaba de luchar para huir de allí.

No podía hacer nada más que esperar que le sucedería.

Indefensa y cansada siguió observando a su alrededor para encontrar algo que la pudiera ayudar a salir de allí lo cual fue una mala idea, ya que lo que observó era aún peor que lo anterior visto.

A un lado de Linda, había una mesa de madera, sucia, vieja y con manchas de sangre en ella, sobre la cuál reposaban cuchillos, tijeras, bisturíes y punzones todos cubiertos de roja, líquida y brillante sangre.

Las paredes a su alrededor estaban cubiertas de sangre y las marcas de manos contrastaban con el blanco de la pared.

Y sin duda alguna lo más aterrador fue ver cómo dentro de un sangriento lavado sobresalía un blanco, largo y aterrador brazo humano.

Estaba más que claro lo que le depararía a Linda, pero eso apenas era el sueño que antecedía la pesadilla.

Sin esperanzas y fatigada, estaba viendo la luz al final del túnel que en realidad era la luz del exterior entrando por la puerta del sótano dándole a Linda un minuto alivio y una paz etérea.

Su ángel de la guardia estaba bajando para ayudarla sin embargo al oír su voz se dio cuenta que ese "ángel" no venía precisamente del cielo.

Su tranquilidad fue efímera y el pánico y la adrenalina comenzaron a fluir por todo su cuerpo.

La persona que lentamente bajaba por las rechinantes y viejas escaleras de madera decía con una masculina y profunda voz:

—lamento la tardanza, veo que estás muy cómoda ¿Verdad? Jajajajaja —dijo con sarcasmo.

— ¿Quién demonios eres y qué quieres de mí? —dijo Linda alterada.

—Vaya sí que hace calor aquí —dijo evitando su pregunta.

— ¿Quién eres? —replicó Linda.

—No me recuerdas, estuvimos conversando hace un par de noches —dijo viéndola a los ojos.

—un par de noches. ¿Desde cuándo estoy aquí? ¿Qué me hiciste? ¿Qué vas a hacerme? —gritó nerviosa.

—Cálmate Linda, ya pronto podrás salir de aquí —dijo mientras se ponía unos guantes de látex.

—En serio, me dejarás ir —dijo ilusionada.

—si claro iras muy lejos —dijo mientras ordenaba objetos en su escritorio.

—a que te refieres, ¿qué vas a hacerme? —dijo asustada.

—Me sorprende que te asustes de esto cuando hay otras cosas que son aún peores —dijo riendo.

— ¿de qué cosas hablas? —dijo intrigada.

—yo lo sé todo, sé todo lo que has hecho en tu casa y eso incluye las noches ardientes con tu papá, jojana y eso que tu novio y tu amiga lesbiana no lo saben imagina que pasaría si lo supieran —dijo perversamente —imagino que harían un buen equipo, todos son muy buenos en la cama.

—Eres un monstruo —exclamó Linda

—fue muy divertido verlos hacer el amor, era fabuloso ver como sus cuerpos se unían en un momento en que la cama estaba a punto de quemarse por el fuego que parecía brotar de sus cuerpos.

—no sigas, para con esto por favor —suplicó.

—oye, pero eso no era lo que decías en la cama cuando estabas con tu papá, o con tu novio, o con tu amiga. Y por supuesto, también con tu vecino por poco lo olvido jajaja —dijo riendo.

—Que ganas haciéndome esto, yo no te he hecho daño ya déjame ir —dijo intentando soltarse.

—el daño te lo haces tú misma al no valorarte como persona o como mujer, ¿cómo es posible que tu vagina sea como una pasarela donde cualquiera pasa por ella?

Linda quedó en silencio

—Y como todos pueden pasar, es mi turno de hacerlo —dijo tomando un cautín caliente —me imagino que sabes qué es esto, y si no la sabes, prueba por ti misma.

Acto seguido el trastornado sujeto posó levemente el cautín sobre la sensible y engrifada piel de Linda quien con apenas sentir el ardor superficial que le causaba no pudo contener los gritos de dolor y pánico.

Eso apenas era la quid de un volcán de sufrimiento que solo podía acabar en un trágico final.

Linda suplicaba a gritos que se detuviera sin embargo el tipo hacia caso omiso a sus palabras mientras poco a poco insertaba el cautín en el dedo gordo de su pie. La carne lentamente comenzaba a tornarse de un color carmesí intenso por la sangre que brotaba y la elevada temperatura que este artilugio provocaba.

Un olor a carne ahumada comenzaba a inundar la habitación y el dolor de Linda se acrecentaba mientras más profundo se introducía el cautín.

Imagina ese dolor multiplicado por veinte. El despiadado sujeto no quiso imaginarlo y lo hizo realidad repitiendo el procedimiento anterior pero esta vez en el resto de dedos de Linda.

Su cara empalidecía cada vez más mientras el cautín atravesaba de lado a lado cada uno de sus dedos. La fría y gris mesa en la que estaba, lentamente comenzaba a ponerse roja por la sangre que brotaba de su torturado cuerpo.

El dolor que sentía mientras atravesaban sus pies no era nada comparado al que sentiría en sus manos.

Su piel comenzaba a quedar pegada al cautín haciendo que le tomara más trabajo atravesar los dedos, sin embargo, eso no era obstáculo para el sádico hombre quien con un cuchillo desprendía la piel del lápiz metálico para seguir con su divertido y perturbador juego.

Las lágrimas de Linda eran cada vez más abundantes y notables y como no serlo, estaba siendo quemada viva y de la manera más enfermiza y atroz posible.

El sujeto de detuvo por un momento, pero no para acabar con el sufrimiento de Linda, sino para aumentarlo aún más.

Tomó un cautín más grande y esta vez comenzó a perforar sus pantorrillas y los huesos que las unen con su muslo.

El caliente punzón no tenía límite al igual que la mente del torturador quien giraba y movía el cautín dentro de la pierna de Linda para que el dolor fuera aun peor.

No hay palabras para describir la cara de dolor y sufrimiento de Linda quien apenas estaba experimentando una de las etapas del macabro momento, sí, eso apenas era el comienzo...

El asesino de ojos azulesWhere stories live. Discover now