55. LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO

454 30 67
                                    

Ante la duda e incertidumbre que carcomía sus pensamientos, puso la foto a un lado, frotó su pálido rostro entre sus tremolas manos, sujetó su cabello con estrés y alzó la mirada al cielo en busca de algo de claridad. Debía decidir entre creer o asumir que todo era una mentira. Aunque, como todo en la vida, la verdad también puede ser reescrita.

La teoría de un grupo sectario cobraba sentido, aunque los viejos miembros hayan desaparecido, debe haber alguien quien esté continuando el legado. Había acabado con un asesino, pero ¿y los demás? ¿será pariente de uno de ellos? ¿Quién es la niña de la carta y el niño de la foto?

Nuevas interrogantes se abrían paso ante cada respuesta, las espinas comenzaban a surgir entre las rosas y la maleza. Debía encontrar la manera de atraparlo sin dejar a entrever su pasado o su relación con los crímenes, era una difícil elección, exponerse y revelar la información o buscar al asesino por su cuenta, estaba entre la espada y la pared.

Sobreponiéndose ante la oscuridad de sus pensamientos y en un momento de lucidez, dilucidó la solución; no era necesario que diera la cara para entregar la información, pondría las evidencias en un sobre y las enviaría de manera anónima a la central. Así tendrían las evidencias sin que estas la involucrasen.

Era una jugada astuta y de funcionar podría ser su boleto a capturarlo o desligarse del caso, pero primero debía organizar todo y decidir que mostrar y que no. Nada de las cosas personales que vivió irían ahí, como las llamadas, las notas, los "obsequios", los encuentros y obviamente su pasado. Lo que quería es que tuvieran los lugares donde hacer los registros y así dar con él o sus secuaces. Y si acaso todo salía mal, tenía un asbajo la manga

Definida la estrategia a seguir, era momento de tomar acción, por lo cual, dedicó el resto del día y parte de la noche a clasificar y organizar la documentación

Conociendo que se trata de una secta, era más que claro que cada uno de sus miembros cumplen una función en ella y si está sigue la secuencia numérica inicial, deben existir al menos tres roles principales; Cazador, Repartidor y El Observador. El o los cazadores son los que seducen, secuestran y torturan a las víctimas, el repartidor se encarga de entregar las notas y llevar los cuerpos de un lugar a otro mientras que el observador, es el ojo que todo lo ve, quién dirige las operaciones y el genio detrás todo este plan. Ese mismo observador debe tener un infiltrado en la central ya que tiene acceso y acceso a las evidencias, así mismo, debe ser quien administra todos los establecimientos y dirige la secta. Seguramente era ese tal Bob o quizá sea el nombre que usa para encubrirse.

Por su parte, los locales en los panfletos comenzaban a conectar con los casos remontándola, por ejemplo, al de Lucy Harrison, quien, tras haber desaparecido, fue encontrada como carne de hamburguesas, mismas que los voluntarios a cargo de su búsqueda terminaron comiendo por error. Estas hamburguesas eran como las de Bojohn's Burguers, local que curiosamente se encuentra detrás de uno de los puntos de interés del asesino. Tenía sentido; se deshace de sus víctimas o ciertas partes de ellas convirtiéndolas en comida rápida.

Esto también conectaba con los roles de los asesinos, el repartidor fue quien entregó las hamburguesas el día de la búsqueda de Lucy, el cazador también debe ser quien las cocina y el observador coordina las recetas, mismas que, haciendo memoria, fueron las que se sirvieron el día de las cenas de los inocentes, sin contar las hamburguesas. Es por eso que se le hacían familiares.

Las piezas comenzaban a embonar, seguramente el mismo patrón de Bojohn's Burguers también debe ser utilizado en Lorenzos, solo que usando los mejores cortes ahí y los descartes como carne molida para las Bobppers. Una atrocidad caníbal sin precedentes donde toda la ciudad estaba siendo participe inconscientemente.

El asesino de ojos azulesWhere stories live. Discover now