30. AMISTAD CON EL DIABLO

4.4K 341 122
                                    

Tras leer la misteriosa carta, las dudas de Elizabeth eran cada vez mayores, por una parte, podría ser una advertencia de alguien que esté detrás del asesino y quiere advertirle del peligro que corre, o quizás puede ser una amenaza directa del asesino hacia ella. Aun no tenía claro que sucedía, pero sin duda alguna lo averiguará.

Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, el sujeto misterioso de los libros estaba por entregárselos a su dueño, a quien, desde hace mucho tiempo, conocía.

Bien vestido y preparado para lo que fuera, llegó a la casa de "JM" para entregarle sus libros y también poder hablar con él sobre algunos recuerdos del pasado. Listo para su encuentro, tocó la puerta esperando que hubiera alguien sin embargo nadie contestaba, tocó una segunda vez y lo pasó lo mismo, al parecer el sujeto no quería visitas. Por tercera y última vez el sujeto tocó la puerta y al ver que no había respuesta decidió irse, sin embargo, antes que se marchase, la puerta se abrió y una voz atendió.

— ¿Quién eres tú? —preguntó la voz desde la puerta

— ¿no me recuerdas? —respondió con otra pregunta

—en lo absoluto, y si no tienes más que preguntar puedes irte —replicó molesto

—necesito hablar contigo —exclamó esperanzado que lo dejará entrar —además, creo que esto te pertenece —añadió mostrándole el diario

Desde la puerta el sujeto reaccionó con asombro al ver aquel libro, y como no si este era suyo. Cuidándose que no hubiera nadie más a su alrededor, este lo dejo entrar.

—puede no me recuerdes pero yo a ti si —añadió sentándose en un sofá

— ¿Quién se supone que eres? —preguntó desconcertado

—mi nombre es Adam, te conozco desde que estábamos en primaria, sin embargo nunca pude hablar contigo —añadió apesarado —veía como todos se burlaban de ti y sentía el deseo de ayudarte pero nunca tuve el valor para hacerlo

— ¿y que se supone que haces aquí?, ¿no crees que es demasiado tarde para pedir disculpas?

—No he venido a eso —inquirió —vengo a ofrecerte mi ayuda, una vez lo hice y es momento de hacerlo de nuevo —recalcó —Quizá esto te refresque la mente —exclamó enseñándole una página del diario

— ¿tú fuiste?

—Sí, fui yo —interrumpió

El sujeto quedó sin palabras al recordar aquel día, ese pequeño fragmento de su pasado fue unos de los pocos, muy pocos momentos felices, aunque solo duró unos segundos y fue después de uno de los momentos más horribles de su vida, ese gesto había cambiado todo.

—quiero que sepas, que cuentas conmigo —añadió tocando su hombro —ahora tienes un amigo —culminó abrazándolo.

Ese momento tan emotivo despertó en él una chispa de felicidad, que, de no mantenerse así, sería la chispa que encendería el mismísimo infierno.

—Si en verdad eres mi amigo, ayúdame con algo —exclamó separándose del abrazo

—Lo que sea que necesites, cuentas conmigo, amigo —respondió

—Amigo, nunca nadie me había dicho así —añadió con una leve sonrisa

—Y si todo sigue bien podemos ser más que amigos —remarcó tocando su hombro

—espero que así sea, y que esta nueva amistad dure hasta que la muerte venga por nosotros

—Amigos hasta la muerte —recalcó abrazándolo de nuevo.

El asesino de ojos azulesWhere stories live. Discover now