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Su visita aquel lugar le fue de gran utilidad, ya que confirmó sus sospechas, Josh vivía ahí, y las pequeñas manchas de sangre en la acera lo delataban.

Tras volver a la oficina luego de su encuentro con uno de los criminales, Elizabeth estaba segura que necesitaría más ayuda de la que contaba, sin embargo, no podía pedir asistencia en la central de investigación ya que nadie estaba al tanto de las amenazas u obsequios macabros que había recibido, al menos no de todos. Aunque era su deber informarles, no podía confiar en nadie. Era ella contra el asesino.

Eli estaba por analizar a detalle el diario de Adrien, no obstante, al sacarlo de su bolso, varias fotografías cayeron de este. Al inclinarse a recogerlas y darles un vistazo, reconoció de inmediato en estas a Adrien y Josh. Había una tira de fotos, como esas de los estands de fotografía, en la que salían haciendo muecas, riendo, besándose, parecían las típicas fotos de pareja, pero a medida seguía revisando, notó algo peculiar.

Bajo esa instantánea, habían ocho más (estas de estilo polaroid) un par eran fotos de ambos juntos, nada fuera de lo común, no obstante, en las restantes seis, Josh era el protagonista y lucía distinto en comparación a sus fotos con Adrien. Su lacio cabello, negro azabache, ahora era castaño claro y su estilo de vestir, en tonalidades grises y azules, era completamente opuesto a sus sobrios y misteriosos outfits en tonos tierra. De algún modo le parecía haberlo visto antes, pero no sabía dónde.

En las faltantes tres, su cabello ya no era negro ni café sino azul, un profundo y oscuro azul que asemejaba al negro del anochecer. Su ropa lóbrega y su mirada vacía e inexpresiva acompañaban su siniestro estilo. Lucía como tres personas diferentes, pero con los mismos hermosos y perfectos ojos azules.

Analizando las imágenes y retrocediendo al pasado en su memoria, supo de quien se trataba.

Era aquel sujeto que llegó a reportar la desaparición de su novia, Laura Michaels, el mismo que trabaja de mesero en el Restaurante Lorenzo's, Era Joe. Como de igual manera se trataba de Joane, el tipo que reportó las partes mutiladas en su correo. Atando más y más cabos sueltos se dio cuenta que las fotos que ambos habían mostrado en sus declaraciones eran idénticas a las que ahora estaba sosteniendo. Por descabellado que fuera;

Josh, Joe y Joane eran la misma persona.

Era inadmisible que pasara por alto algo así, pero quien para saber que una víctima podría ser el asesino. A pesar de todo, resulta increíble la habilidad de este sujeto de mimetizarse y cambiar completamente de apariencia y personalidad. Era tal como lo decía una de las cartas; No son uno, son más de dos. Dicha frase podría a su vez estar vinculada con las rosas, quizá estas nueve en realidad no solo aludían a las víctimas y los asesinos, como ya había deducido, sino también a sus personalidades.

De ser correctas sus hipótesis, Josh era uno de ellos, el sujeto que estaba en su casa el segundo y el tercero debe ser de quien recibe las llamadas, la verdadera mente maestra.

El diario debería respaldar sus especulaciones y aparentemente así sería. Dentro de un depósito oculto en la pasta de este, había una hoja de papel doblada, al abrirla y darse cuenta que estaba fechada el día de la muerte de Adrien, sabía que algo andaba mal;

Lunes 25 de mayo:

Querido Diario:

Josh se ha comportado extraño últimamente, siento que me está ocultando algo. Ha estado saliendo mucho, y hoy llegó con el brazo herido. No me quiso decir que sucedió y tampoco dejó que llamara una ambulancia. Siento que ese tal John tiene algo que ver, no confío en él, hay algo que me intriga en su mirada pareciera que...

El asesino de ojos azulesWhere stories live. Discover now