47. CUENTA REGRESIVA

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Sin noción del tiempo y completamente confundido, Adrien despertó solo en la cama de su apartamento, en pijama, desorientado y con un fuerte dolor de cabeza. No entendía que había pasado ni cómo llegó ahí, solo podía recordar un rostro borroso y una voz profunda de la cual tampoco podía hacer memoria. Al observar por la ventana se dio cuenta que ya era de noche y asimiló que todo había sido un sueño.

Frotándose los ojos y algo mareado, se levantó de la cama por un poco de agua y una pastilla para el malestar. Al llegar a la cocina y mientras el grifo llenaba el vaso, desvió la mirada al refrigerador donde una hoja blanca resaltaba sujeta con un imán azul. Cerrando la llave y dejando a un lado lo que hacía, se acercó para verla con detalle.

Cuando despiertes, búscame en la azotea. Atte. Jo...

Al parecer era una sorpresa de Josh, quien por lo visto se quedó sin tinta antes de terminar de escribir la nota. Adrien no lo pensó mucho; se lavó la cara, se puso calzado y salió sin imaginar que le esperaba. Él vivía en el piso 6 y el edificio tenía 9 pisos, siendo la azotea el noveno, por lo que no tenia que subir mucho. Al llegar a la puerta de acceso, encontró un antifaz y una nota que decía: póntelo. En ese punto Adrien dudaba si seguir o regresarse, no quería arruinarle la sorpresa a Josh, así que hizo caso, abrió la puerta, se puso el antifaz, y luego sintió como unas manos se posaron sobre sus hombros.

—Josh, cariño ¿eres tú? —preguntó emocionado —¿Que es todo esto?

Antes que pudiera seguir hablando, unos suaves y gruesos labios lo callaron, y dejándose llevar por el momento, correspondió el beso. La fría brisa nocturna soplaba su cabello, y el bullicio tenue de la ciudad acompañaban aquel mágico momento de placer. Todo iba de maravilla, la pasión corría mientras sus cuerpos se acariciaban, parecía que el amor desbordaría esa noche, sin embargo, sus latidos estaban desconectados, algo era diferente, no sentía que fuera él.

Ansioso de verlo para disfrutar mejor la velada, se quitó el antifaz y lo que vio fueron dos hermosos y perfectos ojos azules, que no eran de Josh.

—El amor nunca muere, nosotros si —espetó John arrojándolo al vacío

Adrien, viendo su vida pasar en un segundo, respiro hondo, cerró los ojos, pidió perdón a Dios y dijo adiós a la vida sabiendo que moriría, pero su amor quedaría con Josh.

Al día siguiente, en la central de investigación, Elizabeth regresó a trabajar, pero ahora con un plan y una mentalidad diferente.

—Buenos días agente Gilles, el agente Evans quiere verla en la morgue —exclamó la recepcionista

—No lo dudo —respondió riendo —gracias por avisarme

—De nada, la espera en el área de revisión

Eli dejó sus cosas en la oficina y se dirigió a ver que quería su "querido compañero". Al llegar a la sala, John la esperaba parado frente a un cadáver, seguro era una nueva víctima del asesino.

—¿Más tranquila señora gruñona? —saludó bromeando

—Cállate y dime, ¿que tenemos aquí?—respondió con seriedad

—Un cadáver, no es obvio.

—Quise decir, ¿Qué necesitas? ¿Qué pasó con este cadáver?

—Velo tu misma —Exclamó abriendo la bolsa

La reacción de Elizabeth no se hizo esperar, no solo por el estado del cuerpo sino por quien se trataba. ¡Era Adrien! El chico que ayer recién había vuelto a ver, ahora estaba muerto

—¿Pasa algo Eli? veo que te sorprendió mucho —preguntó

—Lo siento, creo que siempre impacta un poco ver a alguien tan joven en estas circunstancias —respondió calmando su asombro —pero bueno, solo es otro cadáver.

El asesino de ojos azulesWhere stories live. Discover now