10. EL INFIERNO EN LA PIEL

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Linda pensaba que su tortura no tendría fin, y tenía razón, ya que en la mente de este sujeto la piedad y la misericordia estaban extintas, y en su lugar, el sadismo y la maldad se apoderaban de su cuerpo.

No satisfecho con perforar las manos y piernas de Linda, comenzó a experimentar en lugares más sensibles y delicados.

Continuó su atroz tortura perforando los brazos de Linda haciendo pequeñas quemaduras que poco a poco se convertían en agujeros de carne ardientes de los cuales brotaba la sangre en pequeños chorros.

Lentamente perforada el brazo derecho de Linda mientras a la vez subía por este hasta llegar al punto en donde se une la clavícula y el hueso del antebrazo donde hizo una perforación llegando hasta el mismísimo hueso, el cautín era implacable y al malévolo sujeto no le temblaba el pulso.

La única que temblaba y se retorcía del dolor era Linda quién deseaba que acabarán de una vez por todas con su tortura cuando en realidad eso no era nada comparado con lo que venía.

El dolor continuaba y esta vez sería en su brazo izquierdo donde sentía que este era aún mayor sin embargo las quemaduras eran en los mismos lugares.

—Sabes que, ya me está dando hambre, me encantarían unas costillas a la parrilla, pero eso será luego —dijo el torturador

Acto seguido sacó el cautín del brazo de Linda, retiró la piel calcinada que este tenía pegado y luego aumentó el nivel de sufrimiento de Linda clavando el cautín en una de sus costillas.

Linda gritaba del dolor pero era en vano ya que nadie podría salvarla de su trágico destino.

Al parecer el mercenario le había puesto alguna droga o medicamento para que no se desmayase, porque de otra forma Linda estaría inconsciente desde las primeras quemaduras.

El tipo demostraba tener conocimientos en anatomía y medicina ya que la punzadas que daba con el cautín eran tan precisas como para que Linda no muriera a causa de ellas pero tan dolorosas como para hacerla retorcerse desde su interior.

Estaba sintiendo el infierno en su propia piel.

Su sistema nervioso apenas podía asimilar las señales de dolor que venían de todas partes y su cuerpo estaba sufriendo lo que se siente el ser quemado vivo pero en cámara lenta.

—Esto es muy divertido y relajante, tus gritos son música para mis oído —dijo riendo macabramente

Acto seguido sacó el cautín de la costilla de Linda y lo introdujo en sus oídos. El dolor era insoportable y con el aparato en su oreja era imposible que escuchará sus propios gritos de dolor.

Sus oídos comenzaron a sangrar y las lágrimas seguían rodando de su rostro contrastando con el pálido color de su delicada cara que denotaba estar sufriendo uno y mil calvarios al mismo tiempo.

Las acciones del psicópata eran simétricas ya que luego de perforar y quemar el oído izquierdo de Linda procedió a realizar lo mismo está vez en el lado derecho dejando en silencio a la pobre Linda quien sólo podía escuchar sus pensamientos internos de querer salir de allí y ponerle fin a tal dolor.

No conforme con clavar tal objeto en el cuerpo de Linda, siguió con su macabra obra pero está vez en un lugar sumamente retorcido.

Tal cual falo en llamas, introdujo el caliente aparato en la vagina de Linda, quién por la posición en la que estaba, no podía hacer nada más que llorar, gritar y sufrir por tal atrocidad.

De inmediato de sus partes íntimas comenzó a brotar sangre a borbotones y el humo de su piel quemada invadía toda la habitación.

Ya no podía más, estaba a punto de colapsar cuando de repente, todo se detuvo, no sentía el cautín en su cuerpo pero lo próximo que sentiría sería la crema en el pastel, porque la cereza, aún no estaba lista.

El diabólico sujeto se alejó de la mesa y dejó sola a Linda por unos segundos y cuando regresó traía algo con sigo.

—te veo acalorada, toma esto te refrescará

Seguido de esas palabras vertió sobre el cuerpo de Linda un balde de vinagre y agua hirviendo en especial en las quemaduras que había provocado para luego colocar la cereza del pastel.

Tomó el cautín nuevamente para atravesarlo de extremo a extremo por la boca de Linda quién gritaba por ayuda la cual nunca llegaría.

Luego de quemarle las mejillas procedió con una pinza a abrirle la boca, tomar su lengua y quemarla silenciándola por completo.

Por último procedió a clavarle el cautín en los ojos haciendo que al fin dejará de presenciar su dolor no sin antes sentir como lentamente sus pezones eran perforados y luego sus senos eran cortados por el calor para finalmente sentir como su corazón dejaba de latir al ser sacado de su pecho.

—Que bien, uno más para la colección —dijo mientras colocaba el corazón recién extraído, dentro de un frasco —ahora es momento de preparar la cena, las demás invitadas han de tener hambre —dijo mientras preparaba un enorme cuchillo para carne.

Cuando estaba a punto de empezar a preparar la "comida" el sonido de su teléfono lo interrumpió cuando estaba con el cuchillo listo para cortar

—hola hermano, ¿qué sucede?, estaba a punto de hacer la cena

— ¿cumpliste con el plan? —dijo una misteriosa voz.

—claro que sí, fue muy divertido

—excelente, no se te olvide "firmar el contrato y llevar el paquete a la oficina". —dijo la voz en el teléfono.

— ¿y con la comida?

—déjala para después, tengo algo mucho mejor para ti

—ok, llego en media hora

—está bien, recuerda seguir con el plan, nadie debe saber quién eres

—no te preocupes, tengo todo bajo control, ni siquiera sospechan de mi

—confío en ti, nos vemos luego

La llamada termina y antes de retirarse a su "reunión" el sádico hombre toma el cautín y dibuja un ojo sobre el brazo ensangrentado y lleno de quemaduras de linda

—ja, esto es más fácil que usar la vieja vara de metal —pensó en voz alta.

Minutos después limpió el desorden, preparó todo y partió del lugar sin saber que entre las sombras, alguien observaba lo que hacía, y lo ha estado haciendo desde hace mucho tiempo atrás...

El asesino de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora