Capítulo 5:

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«Recuerdos»

Min Yoongi se sentía muy incómodo frente a ella. Tragó saliva cuando su ama de casa, la señora Oh, con ninguna gana de ser amable le entregó un vaso de agua a Song Kyong Nam.

—Tu ama de casa atiende muy bien. —dijo Kyong Nam irónicamente. Ella poseía esa sonrisa tan burlona en sus labios que hacía que le moviera las extrañas a Yoongi. Eso no le gustaba en absoluto.

Kyong Nam al no ver ningún progreso en su unilateral conversación, dejó salir un suspiro y intentó no parecer fastidiada, aunque realmente lo estaba.

—Iré directamente al grano. —espetó Kyong Nam poniéndose recta en su silla de terciopelo. Demonios, sí que era agradable estar en esa silla. El lugar desprendía un aura de elegancia y comodidad.

—Señorita Song, ahí está la puerta por si quiere ir al grano. —indicó la señora Oh haciendo que Yoongi intentara presionar sus labios para no reírse.

Kyong Nam se sorprendió, pero después su sonrisa se agrandó aún más. Todavía le seguía siendo una película chistosa para ella. —Vaya, señora Oh. Sí que su humor es especial.

—Hablaba en serio. —contratacó la ama de casas, entrecruzando sus brazos y parándose al lado de Yoongi, como si intentara defenderlo. —Váyase.

Fallando en su intento, Kyong Nam la ignoró.

—Como usted sabe, la señorita Eun Ya Na... —empezó a hablar Kyong Nam y Yoongi se preguntaba de quien era ese nombre. Rápidamente se dio cuenta que hablaba de Constance. — O mejor conocida como Constance, está muerta.

Él formó sus manos en puños, tratando de controlarse y no mostrar o romperse en su miseria. —Lo sé, y ya le dije a sus compañeros que no quiero estar más en contacto con ustedes.

—Perfecto. Pero yo tengo un deber, órdenes que cumplir. —Kyong Nam ensanchó más su sonrisa. — Y creo que sabe de quién me ha mandado a hacerlo.

Yoongi odiaba con toda el alma a ese señor. —Sí. El señor Eun.

—Para ser un escritor, eres muy rápido. Digo... ellos tardan años en escribir libros. —bromeó Kyong Nam, dispuesta a molestarlo. Yoongi simplemente la miró y se quedó en silencio. Kyong Nam se revolvió incómoda y la mirada de la señora Oh estropeaba más el ambiente. —Bueno, vine aquí a encontrar respuestas.

—Yo no voy a ser el que te dará respuesta. —se molestó Yoongi. Quería terminar rápidamente el asunto con Constance, para no ser atormentado con sus ínfimos recuerdos. —Vete.

Kyong Nam insistió más. —Me da la impresión de que ustedes fueron muy íntimos. Pero ¿quién soy yo para juzgarlos? Al fin y al cabo, eras sólo un cliente más.

—¡Vete! —ese grito fuerte asustó a Kyong Nam y a la señora Oh. Kyong Nam a pesar de estar aterrorizada por un momento, no desapareció su sonrisa. —Te he dicho que te fueras. ¡Señora Oh, échala!

La señora Oh sintió deseos de ahorcarla cuando vio que Kyong Nam negaba con la cabeza. —Bueno, bueno. Entonces no te quejes cuando aparezca otra persona a la que quieres muerta.

La señora Oh se espantó y se puso en modo ofensivo para agarrarla del brazo a Kyong Nam; la llevó a través del portón de la casa para cerrar la puerta de metal en su cara.

Kyong Nam, al ver que lo había cagado todo, borró su sonrisa y bajó sus brazos. ¿Cómo lo había arruinado todo? —Aigoo... tendré que intentarlo de nuevo.

La chica más que sentir vergüenza por sus actos, por las palabrerías que dijo, percibió que este asunto no valía la pena. Y muy en el fondo, le horrorizaba saber que, de ambas formas, la de investigar a fondo y la de no hacer nada, terminaría muerta.

El Síndrome de Alicia『MYG』Where stories live. Discover now