Epílogo:

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«El final»

Habían pasado cuatro años. Muchas cosas sucedieron en ese tramo de tiempo; unas buenas, otras malas.

La prisión parecía acogedora ahora que estaba a punto de salir, pero su condena estaba ya cumplida y no podía permanecer más un día ahí. Y tampoco no podía esperar para ver a su favorita persona, que, conociéndolo, estaba ahí esperándola y con un humor de perros.

Pero no podía culpar tampoco al sistema de la prisión en Seúl. No era tan malo como en el Sector Aelliseu, que ya no existía más.

¿Qué había pasado con el Sector Aelliseu? Lo clausuraron, siendo Corea del Sur uno de los primeros países en terminar la práctica de aislamiento de los pacientes del Síndrome de Alicia, gracias a una de las transmisiones en vivo en que reportaban la miseria en que vivían los coreanos en esa zona.

Los de Seúl (y en general, Corea del Sur) empezaron una moción para cerrar el Sector Aelliseu y poder reintegrar a los que padecían el Alicia. También comenzaron a financiar una investigación de una cura para la enfermedad psicológica; los pacientes se reencontraron con su familia y se revirtieron los paradigmas en que estaba basada la sociedad coreana. Todo esto en cuatro años.

Sin embargo, no todo eran buenas noticias. Todos los que alguna vez tuvieron contactos con la organización de los Nobody desaparecieron, inclusive Kim TaeHyung. La mujer enmascarada, que había disparado a Kyong Nam en ese día, murió al momento por un tiro en francotirador de las Fuerzas Especiales de Seúl.

Se desconocía el paradero de los Nobody. Muchos se preguntaban: ¿Quiénes eran los Nobody? ¿Dónde estaban? ¿Qué harían a continuación? Tantas preguntas que en un futuro lejano podrían hallar sus respuestas, pero no hoy. Ni quizás mañana.

—Todo está bien, señorita. Las pastillas están funcionando, esperemos que siga así por un largo tiempo.— comentó el doctor, mirando los últimos exámenes, para luego sonreír amablemente a la prisionera.

—Así será, doctor. Espero no volver a verlo de nuevo.— bromeó la chica, levantándose de la silla. El doctor se rio asintiendo con la cabeza y abanicó su mano para que se fuera. La chica hizo una reverencia, y tomando sus cosas, salió de la enfermería acompañada de un guardia.

Recorrió con parsimonia el pasillo, pasando de largo las rejas y en vez de cuando sonreía a algunas personas que le felicitaban por su liberación. Cuando llegó al puesto de control, los malhumorados guardias que lo manejaban insultaron a escondidas con respecto a su condena, pero la chica no les prestó atención. Siguió sonriendo, porque sintió que realmente redimió todos sus crímenes.

Desbloquearon y abrieron estrepitosamente la puerta principal, dejando que la joven saliera dubitativa, tomando un poco de aire, hasta que encontró a quien realmente estaba esperando.

—¡Hola!— ondeó su mano efusivamente y apenas saltando de alegría. Corrió hasta el chico y se lanzó sobre él, muy feliz. —¡Por fin nos encontramos, cariño!

—¡Yah, mocosa! Casi me botas.— se quejó él.

—Ay, no seas exagerado.— habló la chica, abrazándolo con toda la fuerza que podía obtener. —¡Te extrañé demasiado!

—Estúpida, nos vimos hace dos días.— se quejó el chico. —Deja de abrazarme, me ahogas.

—Ya, pero fue mucho tiempo.— susurró ella, un poco apenada. Soltó de a poco el abrazo, hasta que ella levantó la cabeza y se encontraron con la mirada. Ella sonrió mientras la persona contraria apartaba la mirada y se sonrojaba terriblemente. —Gracias por esperarme, YoonGi.

—No es nada, Kyong Nam.

Y chasqueó la frente de Kyong Nam con sus dedos para alejarla.

—¡Oye, eso duele!— Kyong Nam sobó su frente, haciendo un puchero. YoonGi se subió al auto, y Kyong Nam, dejándolo pasar, caminó saltarina y abrió la puerta del copiloto. —¿Me puedo subir?— entonó la joven.

—¿Qué cosas dices, idiota? Súbete, hace frío.— exclamó YoonGi, bastante fastidiado. Él prendió el motor, mientras Kyong Nam se metía al auto y cerraba con ímpetu la puerta. —¡Ten cuidado con la puerta!

—Uy, perdón.— Kyong Nam habló en una voz jocosa.

—Tonta.— murmuró YoonGi.

—Aun así me amas.— comentó Kyong Nam, sonriendo mientras se ponía el cinturón.

YoonGi rodó los ojos. —Cállate.

—Yo también te amo.

FIN.




N/A: JAJAJAJA, lo siento. Quizás no es lo que esperaban, porque en realidad no sé como surgió esto ahre. Pero me alegro demasiado de poner un final a esto, ya que sentía que no podía alargar más esto.

Además es un final feliz como le gusta a la gente XD.

Si ven raro esto, recuerden que pasaron cuatro años. Y todo puede pasar en cuatro años XDD.

¡Nos vemos para una próxima historia :D!

El Síndrome de Alicia『MYG』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora