Capítulo 10:

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«Una pequeña lluvia peligrosa»

Si alguien estuviese sentado en un cine, con las palomitas siendo comidas, estaría quejándose del porqué los protagonistas escapaban hacia el auto, cuando perfectamente uno de ellos podría haber sacado su arma y disparar a todos los enemigos.

Pero en realidad no fue así. Habían dos cosas problemáticas: primero, la señorita Song Kyong Nam no llevaba arma en ese minuto –pero tenía uno en el respaldo de su auto– y segundo, ella necesitaba proteger al joven Min YoonGi. Ella intentaba por todos los medios cuidar de que nadie lo hiriese, y además, estaban en contratiempo.

Según la experiencia de la serpiente, «contratiempo», alejándose un poco de su significado real, se le denominaba a esos cortos segundos en que podías librarte de todo daño. Si seguías ahí después del "contratiempo", significaba que ya estabas muerto; y debido a eso demasiados matones murieron al lado de Kyong Nam. Ella no podía lamentarse y ver si su compañero estaba bien, su obligación personal era no morir.

Si bien era muy similar a los tiroteos que la matona había presenciado, lo diferente era que tenía que proteger a alguien que no sabía casi nada sobre balas y armas, o qué hacer en casos de tiroteos. Si alguna vez hubiesen preguntado a Kyong Nam que pronto protegería a alguien por su interés, ella simplemente los asesinaría con la mirada y no lo creería. Hasta ahora.

Kyong Nam, al darse cuenta que el objetivo de los disparos eran ellos, rápidamente tomó del brazo a YoonGi y abriendo su abrigo de color mostaza, resguardó al escritor a regañadientes, manteniendo su cabeza baja, como lo haría un guardaespaldas. La imagen parecía ser tan ridícula, pues ella era baja en estatura y envolvía una parte de su abrigo, eso rodeaba a YoonGi –siendo un poco más alto que  ella– que aparentaba estar tan aturdido. Entonces, Kyong Nam apresuró a un confuso YoonGi para que corrieran, dentro del contratiempo, hacia el Lincoln Navigator.

Una bala llegó a rozar al brazo izquierdo de Kyong Nam, provocando un feo rasguño que sangraba levemente. La matona emitió un gruñido pero siguió corriendo, abrazando con su brazo al escritor.

Fue pura suerte que a YoonGi no le hubiera herido una bala cuando llegaron al automóvil. La serpiente se aseguró que YoonGi se hubiera subido al auto y hubiera cerrado bien la puerta con seguro mientras le decía que agachara su cabeza y que no mostrase nada a la vista; entonces rodeó velozmente su auto para llegar a su asiento. Abrió la puerta pero no pudo subir, pues a Kyong Nam le molestó que dispararan a la puerta de su auto, lugar en que ella se refugiaba de las balas. Otra bala llegó a romper la ventana del asiento del conductor y del copiloto pero aterrizó al otro lado, en el suelo, por milagro.

—Esos malditos hijos de puta, ¿porqué mierda le están disparando a mi Jack Daniels? ¡¿Quienes carajos son?!—gritó furiosa Kyong Nam, con un ceño muy fruncido y se apretujaba contra la puerta como un escudo, mientras lentamente doblaba una de su piernas y lo metía al asiento del piloto. Desde esa posición, podía ver a YoonGi que estaba protegiendo con sus brazos, todavía cabizbajo, su cabeza. Él respiraba agitado y Kyong Nam, dando un vistazo rápido a través del rabillo de su ojo, se dio cuenta.—¡Escritor, cálmate!

—¡¿Cómo quieres que me calme si nos están disparando?!—exclamó exasperado, teniendo un pavor mientras cerraba sus ojos presionándolos.—¡Haz algo!

—¡Ya sé que tengo que hacer algo, maldita sea!—gritó Kyong Nam, alzando un poco la cabeza, cuidando de no ser un blanco fácil a través del parabrisas, y subió con una velocidad increíble al asiento del conductor, cerrando con fuerza la puerta. Y en su bolsillo delantero estaban las llaves, por lo que a ella le costó sacarlos sin moverse un poco incómoda en el asiento. Suspiró de alivio cuando finalmente los pudo sacar, y tuvo deseos de tener su arma.—. Abre el guantero.

El Síndrome de Alicia『MYG』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora