❝...Bella, solo eso puede decirle en un completo susurró, temiendo ser oída por terceros❞
Ella la ve, tan refinada, única pero pasiva a la vez con su larga y castaña melena, cayendo en sus suaves pero débiles brazos. Postura perfecta y ese sutil ce...
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La lluvia carraspea, el fuerte viento golpea sin cuidado las puertas y ventanas, luces tintinean, caras de vejestorio y angustia evolucionan, hasta acompañar a las terribles gotas sonantes y los tenebrosos truenos. El silencio no reina, las plegarias de los contrarios y los fuertes rechazos van profundizándose, en cada rincón de las razones una profunda negación existente, choca contra las limitantes explicaciones y disculpas de los viles empleados, provocando estos una alianza comprometedora, hiriente para esta chica que se saco una segadora venda.
—¡Recapacita danos tu perdón! —Se inclina y acaricia mi mejilla. —No nos desprecies sin saber los por que confiar en mi y Greg es tu mejor opción cielo.
—¿Mejor opción? —Río amargamente. —No existe ustedes no la son lo se veo todo ahora ¿o acaso piensan que sigo siendo una ingenua dejada?
—¡A ver joven! nosotros te adoramos hemos velado por ti desde tus primeros meses nunca te dañaríamos.
—Lo hicieron se aliaron con mi peor pesadilla. —Retengo sin pudor alguna clase de emoción. —La escena del entierro les salió perfecta me creí todo el teatro felicidades.
No les doy ni una sola muestra de atención, inconscientemente una delgada línea de agua lagrimal, se extiende por mi cachete izquierdo sintiendo como la visión se torna borrosa, dejo salir todo ese flujo de lágrimas. Matilde derrotada y totalmente angustiada, intenta sujetarme al dar suculentos pasos hacia el segundo piso, su esposo la detiene también con el alma dolida indicándole que ya no suplique, ni un poco de lo que ambos tendieron a demostrar, el famoso intento de recapacitar que por lo visto nunca apareció.
La puerta del dormitorio de la ogra prepotente se abre, trayendo esta un andar deplorable de rapidez, bajando cada escalón como si estos fueran corredizos o de goma, al ir tan agitada no logra notame aún así sigo los pasos con calma, procurando estar atenta a el drama tan pesado que están causando, la tres personas que habitan en este sitio.
—¡Serán idiotas iban a traicionarme!
Al hombre se le cayó la escoba con la cual barría, y a la mujer se le paso las verduras y carnes que contiene la olla, al no percatarse de la presencia de la querida y amada Madre. La insoportable y creyente dueña hasta de lo inalcanzable, lleva a la luz toda furia reprimida al cuchichear nuestra conversación, su visión saltona y puños latentes amenazan, con estallar incómodamente.
—Discúlpenos señora no volverá a pasar se lo prometemos. —Ambos entran en pánico al ver que la Doña estaba aquí.
—Yo no eh prometido nada vieja. —Revela Greg sin miedo de sus actos. —Ya ríndase no se da cuenta que le destruye la vida a nuestra pobre muchacha.
