✧ 2da parte Capítulo: [14]

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A las hojas cubiertas de nieve me uno, sintiendo la baja temperatura invernar

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A las hojas cubiertas de nieve me uno, sintiendo la baja temperatura invernar. Froto las yemas de los diez dedos que ocupan las palmas de esta chica friolenta, adormecidos estos por la cruel mañana de este Lunes, continuo entre la lucha de brindarles calor. Por más que haga el intento de despertarlas con aliento, estas no detectan el humito que provocó al querer dispersar el dolor que concentran, lastimosamente son sensibles al igual que mis tobillos, al intentar dar paso entre tanta nieve.

El hielo polvoriento cae y la gente sola en la calle va, parecen muertos en vida por el cruel y tardío trabajo, que toca timbre a las 6.00 am sin estos abrir la puerta con un destello de alegría, donde cantas y gritas al ejercer tu deber.

No puedes volar hacia arriba, si el suelo es tan tedioso.

Mucho menos fingir pasión hacia una profesión, sin sentir mariposas correr por la emoción y así terminas avanzando cruelmente, sin que un cumplido para ti mismo te alabe. Huyendo de un precipicio, menospreciándote por no tomar una buena decisión no todos tenemos la cabeza sobre la tierra, algunos divagan libremente por el cielo.

Es difícil ver todas esas miradas de desaprobación caer sobre ti, pero sabes duele reprimir tus sueños, escapando de brutos misiles puedes encontrarte que sin piedad persiguen tus anhelos, quizás toda esa masa pueda terminar aplastando al mismísimo creador, de sus propios delirios.

La solida comunidad te quita el poder de respirar.

Te asfixia, aun que con un inhalador cuentes.

El suelo se tiñe de un color, al caminar tus pies un tropiezo pueden dar si no quitas la nieve al pisar, doy un pequeño salto los escalofríos me invaden, la sensación de piedritas blancas sobre la cabeza, enreda los pensamientos.

Escuchó los automóviles pasar, el frío de está mañana no a podido ausentar el movimiento en las calles. Se escuchan los bocinazos sin cesar, uno a cruzado en roja sin avisar.

Si respetaran las señales, quizás podrían ir en paz.

Caminó rápidamente con dificultad, al sentir el diluvio aumentar, las gotas caen igual que baldés recién llenos, mientras el reloj rebasa minutos pasantes, agilizo mi cuerpo recto a un sitio, la parada del transporte publico.

Suspiró agitada al notar el cartel del autobús a unos centímetros de distancia, corro como loca en pleno gimnasio, consiguiendo que este pare en la quinta calle. Con la sangre hirviendo y el rostro ardiendo en llamas recibo el cambio, yendo hacia el fondo percibo el único asiento disponible, con música enchufada voy sintiendo el ritmo en mis pies. Viendo a la vez el temploso paisaje, chocando los zapatos contra el fierro que sujeta cada silla, de un material duro y plástico.

A unos pocos minutos, la espera a pasado eternamente, el largo viaje parece estar en una tediosa cámara lenta, del temor a llegar tarde reviso inquieta por la pequeña ventanilla el extenso recorrido que aún queda, dejándome histérica maldiciendo al ver correr como vuelo el poco tiempo, que tengo para entregar lo que ocasiona que mis uñas se deterioren, siendo devoradas.

«Ojala le guste al igual que a mi»

Voy a mil, sin olvidar los desvelos que estuvieron acompañándome cada noche, junto con los dolores de cabeza. Por cometer varios errores y borroneos, al querer dibujar sus pacíficas y misteriosas pestañas, silueta resplandeciente, y la dedicatoria que temblando le escribí detrás, maldije al salirme de la línea al pintar o colocarle más brillantina pasándome de la cantidad, anhelo encontrarme con ese carmesí en sus cachetes, escuchar una leve risa tan sofisticada e inesperada.

Quiero ser quien pinte su cielo de multicolor.

Intranquila pruebo camuflar el sudor que expulsan estas palmas, al salir disparada por las puertas corredizas, impactando de pies a cabeza contra el gran edificio el cual se apoda Secundaria Fredernich. Con todo el peso y la valentía posible voy subiendo escalón por escalón, sintiendo los latidos chocar sin control contra mi pecho, igual a la resonante música que retumba contra cada ventana de una simple recamara, con ir adelantada voy admirando, lo poco que queda para llegar al segundo piso.

Llevo el obsequio dentro de un sobre, ocultándolo detrás de mi espalda rezando por que la tembladera no pueda traicionarme, al querer entregárselo. Camino lento no escucho ningún ruido, sobre este extenso pasillo el calzado retumba con mucha fuerza, llamado complemente su atención, haciendo que salga de tantos papeles y cruce un par de miradas conmigo, avanzó de una manera rara y vergonzosa ve lo ridícula que puedo ser, gracias a ello sus labios se quiebran en una dulce y burlona sonrisa detectando que escondo algo, entre los dedos.

Tanteo la manija ridículamente, consiguiendo que esta abra dejando apenas un pequeñito espacio, los nervios me invaden estoy estática sin poder avanzar, resoplo al escucharla pronuncia mi nombre, ese brilloso mirar esta llamándome, consigue envolverme en un éxtasis silencioso.

Extrañada me interroga visualmente, hasta llegar a sentirme pequeñita. Ve por un momento mis tenis, detectando que se mantienen firmes en el mismo sitio no se dedica a hablarme, sabe que estoy enredada entre muchos nervios, se ríe dejando la libreta de calificaciones a un lado. Represento a una tonta, me enloquece el peinado que luce su cabellera, lleva una coleta hacia el costado bien abajo del mismo grosor y color que la mía, con los mismos dibujitos infantiles, carga con el peinado que lleve aquel primer día.

¿Será por mi?

Baja tus humos Aurora, sin ilusiones sin ilusiones.

—Piensas entrar o vas a hablarme desde lejos. —Abre permitiendo el paso e invitándome a tomar asiento.

—Estoy bien aquí gracias no se moleste. —No planeo que perciba el efecto que puede producirme al ocupar un asiento muy cerca de esta.

—¿Segura que estas bien? te noto pálida y nerviosa... —Tornea las puntas de sus cabellos brindándome esa mirada sería y recta. —Como si estuvieras en una cita con tu primer novio.

—Cita... ¿pero que dices? no no nada de eso. —Parezco un tomate le hablo con la mirada hacia el suelo fuerzo una voz bastante entrecortada.

—Mejor dime querida Cantero.-—Curiosa intenta mirar detrás de mi. —¿Que llevas escondió?

—Es un secreto querida profesora. —La imitó usando el mismo tonto. —Respondame usted primero ¿ese cambio en su peinado a que se debe?

—No pienso decirlo... es un secreto privado.

Se prohíbe en darme una simple pista, ojea las hojas con tranquilidad y escribe una por una las notas de sus respectivos alumnos, sin darme ni una pizca de atención.

—Tienes razón lo siento ya no voy a molestarla con permiso. —Giro sobre las zapatillas sintiéndome entrometida y fuera de lugar a los segundos me detiene.

—No tan rápido espera... —Suplica nerviosa mordiendo un bolígrafo.
—Es por una persona especial.

Esas palabras salen disparadas como fuertes balas, que impactan felizmente a esta alma reprimida.

Explícame por qué tus palabras han congelado mis emociones.

Explícame por qué tus cachetes se tiñen de rosa.

Y enséñame a no ilusionarme.

Continuará...

Mi Bella Imposible (EN ARREGLOS)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu