✧ 1era parte Capítulo: [14]

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Atte la Autora: Muchas gracias PanxaGuerra por tus bellas palabras, como agradecimiento esta primera parte, va dedicada para ti. ¡Espero te agrade mucho, tanto como a todas las personas que me leen!

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Cero nueve y dos, esos son los primeros números que veo y los pocos que mis dedos pueden marcar, temblando del miedo en silencio, obligándome a teclear

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Cero nueve y dos, esos son los primeros números que veo y los pocos que mis dedos pueden marcar, temblando del miedo en silencio, obligándome a teclear.
No callo los suspiros, menos estas piernas paran de tambalear, andan como si una simple silla de madera se meciera de aquí hacia allá.

A la intriga me aferro, es un impulso, esas múltiples ganas de informarme sobre aquellos sucesos, los versos que desprendieron sin pudor borraron por culpa de un desagrado.

Y grito, grito internamente una y otra vez, por que se que la vida con la suerte de esta chica a decidido jugar, me encuentro sola y frágil igual a las pequeñas hormigas que visitan la ventana de la habitación al sol pintar un amanecer, igual que ellas no se dar un viaje hacia atrás al pasado para así observar ese sendero, intocable para mi memoria.

Soy la causante de esta pesadilla en donde la valentía me a sido cruelmente arrebatada, lo cuestiono girando sin cesar sobre las zapatillas, resoplando, torneandome el cabello hasta sentirlo apelmazado. En un impulso disco siete números terminando al final con los dos dígitos faltantes, con temor acerco hacia mi oído el teléfono local de la casa, esperando inquieta ese timbre de voz ronca, o al menos el sonido de la línea receptora.

Un extenso vacío se oye, sin la oportunidad de dar señales locales que emitan la accesibilidad para realizar una llamada, la típica vocecita que aparece al ver que dicho número se encuentra fuera de rango habla, río cruelmente florecieron mis ilusiones, pensando que se daría la mínima oportunidad, de dialogar con aquel hombre de llantos y alcoholismo, que con desesperación llamo ese Martes al mediodía.

Decepcionada, sintiendo la furia correr por estos nudillos, lanzó el aparato electrónico fuera de mi vista, provocando un rebote impactando este contra las firmes baldosas lilas, con manchas blancas. Destruyéndose antes de quedar hecho cenizas, por la incontrolable irá que domina toda paz forzada.

Me tiro sobre las cobijas, que me arropaban hace unas horas al dormir y observó hacia arriba, perdiéndome entre las maderas de diferentes diseños que cubren el techo, ignorando el calzado que se ve debajo de la puerta, tapándome los oídos, para no escuchar los llamados que dan, cansada les permito el paso hacia la habitación.

—Buenos días... jovencita perdone. —Incomodo y sigiloso habré la puerta quedándose estático en el marco de esta. —Es extraño que este despierta tan temprano vea si quiere yo puedo...

—Iré sola por suerte tengo piernas.

De un salto me levanto, al ver los pocos minutos que marca el reloj, para poder llegar temprano al destino la sala de profesores. Actuó como una boba fingiendo que Greg no esta aquí, observando su reflejo enfrente del espejo, decido seguir con el plan desenredado mi cabellera, queriendo darme los últimos arreglos muy rápido, para evitar una platica inútil y poco agradable. Se muestra con la cabeza agachada, dolido y herido por el comportamiento tan helante, firme que presento ante cada ser viviente en esta mansión, busca ponerle un poco de humor al rotundo silencio copiando todos mis movimientos, no consigue ni que una leve risa suelte y ante ello se pone serio dejando la pavada de lado.

—Claro debí suponerlo desde un principio usted ya esta grande puede ir y venir por su cuenta. —Asegura recordando el rechazo que tuvo hace unos minutos al querer llevarme el esta vez.

—¡Valla mire en algo si estamos de acuerdo! —Balbuceo copiando su voz para tomarle el pelo.

Sujeto con una coleta los dos mechones índices, con los demás sobrantes soltando algunos cabellos, dejo mi rostro natural sin bases o polvos que manipulen la piel.
Chequeo el dibujó que estuve creando el sábado por la tarde, lo deje sobre la mesita que sostiene el espejo, por alguna extraña razón no se encuentra allí, siento como el pánico comienza a invadirme, busco desesperada entre los cajones que se entran debajo para así mágicamente encontrarlo, en un sitio donde nunca lo guardé.

—Eres magnífica... —Enternecido repasa con la mirada cada línea ya dibujada.

—¡Entrégame ese dibujó ahora lo necesito es mi tarea! —Con timidez y afirmación suelto esas palabras poniéndome de puntitas para lograr quitárselo.

—Dudo que esto sea una tarea. —Por desgracia no logre engañarlo esta vez. —¿Es un obsequio o estoy equivocado?

—¡Nada de eso ya devuélvemelo!

Descubre como mis cachetes se tornan vergonzosos, con una mueca termina dándome la hoja sana y salva.

—Ojala le guste al igual que a mi. —Balbucea cerca para luego retirarse

Se marcha, dejando este pequeño pecho ardiendo en latidos al imaginar, que cierta mujer puede enamorarse de este preciado regalo.

Al ver aquel salón oculto, lleno de múltiples gamas colorinches y garabatos bellamente diseñados, la emoción y fanatismo por la pintura chispeante y atractiva que plasma sobresalta a este joven principiante, lo que trasmite con pinceles es magia pura, ansió verlos en un museo algún día intentaré darle ese empujoncito. Sus gestos emotivos, revoloteantes dictan que un amor siente al derrochar un dibujo contra el lienzo, a los libros de historia se dedica pero el lado artístico la envuelve descubriéndose así misma, sin noción tiene dos identidades y la más viviente esta allí, con todas sus hojas colgadas en cada cuerdita.

Quisiera poder compartir esta gran pasión, con la dama que abunda en estos profundos pensares, le rogaría si es necesario para que acepte ser mi tutora algún día.

Esta tonta y desenfrenada alma, no sabe lo que es callar, olvidar y volver a comenzar en un camino nuevo, donde no sea la única protagonista de una novela, donde me desvivo con al menos verla a la distancia.

Sabiendo que puede provocarme una herida.

Federico Hernandez.

Una pequeña pizca de su atención la enloquece, sus deseos con la cercanía se enflorecen aumentan con un te quiero regalarse, ambos corazones se apegan y despliegan con un beso darse. Desplomada jugando en un hueco, están estos locos sentimientos llenos de emociones y preguntas, sin voz que las responda.

¿Quién me dará un cielo azul?

Si contigo contempló las estrellas.

No podre estar flechada otra vez.

Por que tu flecha, sigue encarnada en mi piel.

De soñadora sigo a tus pies.

Continuará...

Mi Bella Imposible (EN ARREGLOS)Where stories live. Discover now