Cap 35

1.5K 81 12
                                    

Los días pasaron rápidamente. Ni nos dimos cuenta cuando nos faltaba sólo un mes para graduarnos. Todos ya habían decidido que hacer o que estudiar para su futuro, hasta Janna. Sin embargo, yo aún no. Y es que no sabía cuanto tiempo más estaría viviendo en la Tierra y si valdría la pena estudiar para después tener que regresar a Mewni.

La verdad es que ya estaba acostumbrada a vivir en la Tierra, a fin de cuentas, era mi hogar. Pero gran parte de mi corazón también pertenecía a Mewni y a su gente. Y sabía que si le pasaba algo a mi madre, yo tendría que asumir su cargo, aunque no me gustaba mucho pensar en ello. Lo que menos deseaba era perder a mamá. Sin embargo, era algo que podía ocurrir, y tenía que pensar en todas las posibilidades antes de decidir si continuaba estudiando o no. Como mi torpe cabeza no llegaba a una conclusión lógica, decidí consultarlo con alguien. Y sí. Fui donde mi novio Marco.

— Princesa, te noto preocupada, seguro que quieres preguntarme algo.

Cabe destacar que como llevábamos tanto tiempo juntos, sabíamos qué era lo que pensaba el otro incluso antes que lo dijera. Parecía como si nos comunicáramos por telepatía. Pero no. Al parecer eran nuestros corazones los que  hablaban por nosotros.

— Me leíste la mente, amor —reí.

—Como siempre —respondió, en un tono orgulloso — Apuesto que tiene que ver con si estudiarás o no en la Universidad, ¿o me equivoco?

Reí al darme cuenta que había acertado.

— Me leíste la mente... otra vez.

— Si soy un genio...

Le di un golpe en el hombro amistosamente, mientras me reía de su falsa arrogancia.

—¡Auch! ¡Oye!

—Eso te pasa por pasarte de listo... ¡eres un chico malo!

— Corrección. TÚ chico malo.

—¡Já! Claro, cómo no —dije poniendo los ojos en blanco, divertida.

—¡Cuidado con ese tono, señorita!

Estuvimos así un buen tiempo, olvidándome totalmente de nuestro tema de conversación. Aún no perdíamos nuestro toque infantil, a pesar que nos faltaba poco para cumplir los dieciocho.

Le di un pequeño beso en la nariz, provocando una tierna sonrisa de parte de él y un reproche por no haberle besado los labios. Ahí recordé la pregunta que le había hecho al principio.

—¡Oye Marco, no respondiste mi pregunta!

Marco fingió no acordarse y replicó como niño pequeño.

— Si me das un beso tal vez me acuerde. Con dos, seguro que sí...

Me sonrojé al escuchar su comentario y le di un pequeño empujón.

—¡C-como te atreves!

Marco rió ante mi reacción.

—¿Qué te parece tan gracioso?

—Pensé que no te sonrojarías... eres tan tierna.

Le apreté las mejillas y acerqué mis labios para besarlo. Él correspondió besándome suavemente, como si tuviera miedo a dañarme. Siempre nos besábamos asi. Lenta y suavemente. No como las otras parejas que casi se devoraban entre sí. Como si quisieran apoderarse de la otra persona. Marco y yo nos amábamos, pero no éramos egoístas y pensábamos el uno en el otro. Y a la hora de besarnos, no pensábamos en satisfacer nuestro propio deseo, sino que  el otro también se sintiera cómodo. A nosotros nos gustaban los besos tiernos y nos sentíamos cómodos de esa manera, así que no íbamos a cambiar.

Enferma de amor ...Star x Marco...Where stories live. Discover now