Doce

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Desperté en mi habitación con un terrible dolor de cabeza.
Mire el reloj a un lado mío, y marcaba la una de la tarde.
Me levante a regañadientes de mi cama y entre al baño. Me mire al espejo y reí al verme tan devastada. En serio me había pasado de copas la noche anterior.
Me coloqué mi bata, y baje las escaleras, encontrándome con toda la casa reluciente.

—Buenos días, señorita Julie —me saludo Marget, la señora que ayudaba en los deberes de la casa.

—Hola Maggie —le sonreí —te he dicho que solo me digas Julie —le recordé —en serio siento que hayas tenido que trabajar el doble —la mire apenada.

—En realidad no fui la única —la mire confundida —tu novio y Julián me ayudaron a limpiar todo —me sonrió.

—¿Mi novio?

—Buenos días, señorita abominación —me saludo Julián con unas bolsas de basura en las manos. A un lado de él, Tom me miraba con una tierna sonrisa.

—Oh, hola chicos —los salude, y luego mire a Maggie —él no es mi novio.

—Claro que no —negó sarcástica y yo la mire con los ojos entrecerrados, haciéndola reír.

Caminé a la cocina y me encontré a Ammy recién bañada, comiendo un cereal.

—¿Y los gemelos? —alce una ceja.

—Harry se está duchando, y Sam no tarda en bajar —la mire extrañada —ah, Julián les presto algo de ropa.

Asentí y me senté a un lado de ella. Un vaso con agua y una pastilla para la resaca fue lo que recibí por parte de Tom.

—Gracias —le sonreí y tome la pastilla de inmediato. Tenía tanta sed que tome toda el agua en el vaso.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado.

—No —negué —siento que me martillan la cabeza.

—Se llama resaca, enana —entró Julián con una sonrisa.

—¿Julie tiene resaca? —preguntó Sam detrás de él.

—¿Tu no tienes resaca? —pregunte sorprendida.

—Sí, algo. Pero me acabo de ver en un espejo, y no me veo tan mal como tú —dijo haciendo una mueca, y yo lo mire mal.

—No eres gracioso, Sam.

—Sí, si lo es —dijo Ammy riendo.

-

Después de comer algo, los Holland se fueron de casa. No sin antes recordarme de la cena que habían organizado en el mismo restaurante al que me habían llevado mi última noche en Kingston.
Mi plan era dormir toda la tarde, para poder estar bien por la noche.

Volví a despertar a la hora de la comida.
Gian Carlo e Isabel se encontraban moviéndose de un lado a otro en la cocina. Sonaba música de Frank Sinatra, y ambos parecían disfrutar del momento.

—Hola, linda —sonrió Isabel cuando me vio entrar a la cocina —no te has duchado, ¿cierto?

Negué y me senté en la silla de la americana.

—Julie, mi amor —llamo mi atención Gian Carlo —me caes muy bien, y pienso que eres preciosa. Pero dúchate por favor, cielo.

Reí y me levante de la silla, caminando de regreso a mi habitación.

—¡Hazlo rápido, la comida está casi lista! —escuche que gritó Isabel.

-

Por la noche, Gian Carlo e Isabel me dejaron en la casa de los Holland.

I Want You Back /en edición/Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt