Veintiuno

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Al siguiente día, Louis y yo mantuvimos una distancia razonable, aunque por la mañana, cuando lo vi sacar sus libros del casillero, lo salude con una sonrisa que fue devuelta.
Todos en la mesa estaban enterados de lo que había sucedido el día anterior, y lejos de lamentarse, aplaudían que no hubiese aceptado ser novia de Louis sin estar segura, pues también se habían vuelto muy amigos del chico, y no los culpaba, su simpatía era una enorme razón para quererlo a tu lado.

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—¿Qué tal va tu amistad con Jimin? —le pregunte a mi hermana mientras cuidaba que no colocara mal las hojas de pasta en el refractario.

—Oh Julie, estamos a un paso de la gran pregunta —me contó con emoción.

—¿En serio? —abrí los ojos de par en par. Era bastante obvio que terminarían juntos.

—Hablas como si fuesen a casarse —se escuchó Julián divertido, sentado detrás de la americana.

—Silencio, Julián —lance un pedazo pequeño de jitomate —continúa, Ammy.

Ammy nos miro divertida —lo he visto conversar con mis amigas, y creo que lo está preparando —me miro sonriente, realmente contenta.

—Bueno, espero que sea pronto —le sonreí.

—Yo no quiero saber que te rompe el corazón, porque le voy a romper la cara —sonrió con encanto Julián. Ammy rodó los ojos y yo reí.

—Escuche que papá ya les tiene un nuevo apodo —nos dijo divertida, y yo asentí —era cuestión de tiempo, ardillita —pellizcó mi mejilla y le di un manotazo —¿verdad campeón? —miro a Julián y él rió divertido.

—Solo él puede llamarme así, engendro.

—Hola princesas, y príncipe —entró papá a la cocina y beso nuestras frentes, revolviendo el cabello de Julián. Después del gesto que habían tenido con Adeline y Bruno; mis padres adoptivos, había decidido comenzar a llamarlos papás también a ellos, al igual que Julián.
Cuando comenzamos a llamarlos papá y mamá, sus lágrimas eran inmensas, y terminamos llorando junto a ellos.

—Hola papi —sonreí mirándolo.

—Hola, pá —saludo Julián.

—¿Qué hacen? —preguntó curioso.

—Haremos lasagna, ¿quieres? —pregunte regresando a la salsa de jitomate que aún no estaba lista.

—Guárdame un poco para más tarde. Iré a arreglar algo sobre tu vuelo a Los Ángeles, el sistema estuvo fallando, y no me daban tu fecha de regreso —hizo una mueca y yo asentí.

—¿Entonces te vas a Los Ángeles con los Holland? —alzó una ceja Ammy, y yo asentí.

—Deberías invitarlos a cenar antes de que se vayan —sugirió mi padre.

—Lo haré —asentí.

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Todo se encontraba perfectamente acomodado en el gran comedor. Los Holland no tardarían en llegar, y aún no me duchaba, por lo que subí corriendo las escaleras. Me vestí con unos jeans obscuros y un suéter color azul cielo tejido una talla más grande de la que usaba.

—¡Julie! —grito mi madre, y después de cepillar mi cabello, baje a recibir a las visitas.

La señora Nikki había preparado un rico pay de fresa, mi favorito —¡Qué delicia!—dije sonriente tomando el postre en mis manos.

I Want You Back /en edición/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora