Capítulo 2 - El reencuentro

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—¿Y esto? —miro el colgante y después le miro a él. Puedo ver en su mirada una pizca de emoción.

—¿Te gusta?

—Claro, claro que me gusta.

—¿Seguro?

Puedo ver a Justin algo nervioso y la verdad es que muy pocas veces lo he visto así.

—¿Por qué lo dudas tonto? —sonrío poniendo mi mano en su mentón dándole un sonoro beso en sus labios.

—Quiero que ese colgante te recuerde el día en el que nos conocimos y… —traga saliva y niega con la cabeza.

De repente abro los ojos. El corazón me late desenfrenado e intento que mi respiración vuelva a la normalidad. Tengo el libro abierto sobre mi regazo lo que significa que me he quedado dormida leyéndolo. Le pregunto a la azafata que cuánto tiempo tardaremos en llegar y me comunica que en tres horas llegamos. Miro el colgante cogiendo el balón con los dedos y suelto un profundo suspiro.

A pesar de todo lo que nos ha pasado y de todo el tiempo que hemos pasado sin vernos, nunca he querido quitarme el colgante de Justin. Aunque ahora mismo no tengamos relación, este colgante significa el símbolo de la amistad y a pesar de el daño que me hizo, jamás me lo he quitado.

En tres horas llego… Sigo sin creermelo y sinceramente estoy muy nerviosa y emocionada por verlos a todos de nuevo. Para no pensar, cojo el libro y me pongo a leer. Necesito de alguna distracción para no pensar en estas tres últimas horas.

**

Cuando salgo del aeropuerto con las maletas el aire frío de invierno cocha fuertemente contra mi cara. Había olvidado el frío que se hacía en Canadá y agradezco mucho el haberme puesto en la mochila un gorro de lana, unos guantes y una bufanda. Me paro un momento junto con las maletas para ver si tengo algún mensaje en el móvil. Tengo varios de las chicas diciéndome que tienen muchas cosas que hacer y que nos veremos por la noche. De decepciona un poco pero si tienen cosas que hacer lo entiendo perfectamente.

Desbloqueo el móvil metiéndolo en el bolsillo de mi chaqueta y justo cuando doy unos pasos dirigiéndome a los taxis que hay aparcados escucho que una voz muy conocida me llama.

—¡Amy!

Me giro y enseguida visualizo a Caitlin, mi madre y a Eric. Dejo las maletas y voy corriendo hacia donde están y mi hermana viene corriendo hacia mí. Nos abrazamos como si no nos hubiésemos visto en diez años pero no me importa cuánto tiempo haya pasado. La he echado muchísimo de menos.

—¡Dios! ¿Qué te has hecho el pelo? —digo tocándoselo echándoselo hacia atrás.

—¿Te gusta?

—Sí. Me gusta mucho cómo te queda, te sienta muy bien el rubio.

—¿No le vas a dar un abrazo a tu madre? —dice poniéndose casi a la altura de mi hermana.

Mi madre me estrecha entre sus brazos cariñosamente. A ella hace menos desde que no la veo. Vino por mi cumpleaños con Eric. Caitlin no pudo venir ya que tenía varios exámenes parciales esa semana. Saludo a Eric con un abrazo y nos dirigimos hacia el coche.

Llegamos a la que antes era mi casa, donde hemos vivido toda la vida. De momento voy a vivir aquí hasta que consiga alquilarme yo algo por mi cuenta. Mi madre me lo propuso y no me pareció mala idea el quedarme aquí. Aunque mi madre me había insistido varias veces en que podría quedarme en su nueva casa pero sinceramente prefería estar yo sola y tener mi espacio.

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