#3 -Dos por dos son cuatro (JUCIO P.3)

201 28 502
                                    

La confusión inundaba nuestras mentes, creo que solo Mia y Jurawa saben de qué está hablando el detective de la Academia.

— ¿A qué te refieres? Monokuma quitó t-toda la sal que podía haber e-en la Academia... — comentó Mitsuki, acordándose de aquel momento en el que tuvo que hacer comidas sin sal.

— ¿Y si no? — dijo la soldado, quien en ese momento se alejó de su atril con pasos muy seguros y se acercó amenazante al trono del oso. — ¿Fuiste tú quien le dió la sal al asesino verdad? Eres asqueroso. — Mia se quedó abajo de los escalones hacia el trono decorado de Monokuma, y le preguntó amenazantemente, lo cual hizo mucha gracia a Monokuma.

— JAJAJAJAJA. ¿Sinceramente? NO. Yo nunca favorecería a un asesino, no tendría gracia. — la sonrisa burlesca del oso y su desgraciada y chillona voz enfureció a Mia tanto como para golpear de una patada el escalón más bajo del trono al oso, el cual retumbó como si de un terremoto se tratase. Después simplemente se retiró a su atril.

Todos estábamos estupefactos. Nadie podía pronunciar ni una sola palabra, y menos seguir el debate con la tensión impuesta.

¿Cómo consiguieron la sal? ¿Realmente fue la sal lo que mató a Akiyama? ¿Monokuma tiene algo que ver en esto?

— No... — se escuchó un hilo de voz a unos pocos atriles de mi. — Esto es lo que quiere... Esto es lo que quiere el asesino, y por ende, Monokuma. — la voz grave de Felix nos captó a todos, él parecía impotente. — ¿Realmente os creéis que se nos va a hacer fácil adivinar algo que no sabemos? Esto no es un juego de azar, sino uno de matanza. Uno de muerte. Y hay que fluir, no debemos pararnos en puntos ciegos del tema, así nunca acabaremos y la confusión nos terminará haciendo enloquecer. — mi expresión facial tras escuchar al principito es digna de que en mi boca abierta entren mil moscas.

— ¿Desde cuando tú aportas en los juicios y dices cosas inteligentes? ¿Qué me he perdido? — soltó Soren, anonadado.

— Desde que vuestra vida, la de Mitsuki... y la mía, corren peligro. Cuando yo quiero, puedo actuar, y ahora no es momento de quedarme quieto. — la repostera se puso colorada, mientras que el pelirrojo sacó de su bolsillo brillante su espejo. Lo miró con cariño y lo levantó al cielo. — ¿Veis esto? Miradlo bien. Si lo veis, os veis a vosotros mismos. ¿Creéis que el lujo de poder miraros a vosotros mismos en un espejo, VIVOS, lo puede quitar un simple juicio escolar? YO NO PERMITIRÉ QUE ESTE JUEGO ME QUITE MI PRECIOSA IMAGEN TAN PRONTO. ME NIEGO.

Una risita salió de mi interior, pero realmente el orgullo que sentí de que uno de mis mejores amigos haya crecido tanto, es enorme, abismal.

— Coincido. — dije entre sonrisas y decisión. — Debemos unirnos ante esto y no pararnos en temas que nos hagan perder el control.

Todos nos miramos, algunos con más o menos ilusión, pero todos y cada uno de nosotros, con esperanza. Unos aplausos interrumpieron el momento.

— Bravo, bravo. — era Monokuma, golpeando entre sí sus patitas. — Muy bonito e inspirador, pero... Me he cansado. Sinceramente... ¿vuestra esperanza está fundamentada a base de qué? ¿De que no sabéis nada del asesinato de Akiyama? JAJAJAJAJA, seguid soñando mientras podáis, pero este discursito no sirve de nada en el Juicio.

— Te equivocas. — dijo Mitsuki. — Y-yo al m-menos... Yo al menos estoy inspirada, animada. Todo gracias a Felix, gracias a él, las ganas que le pondremos a este Juicio serán tales, que descubriremos al asesino seguro. — De nuevo mi boca se abrió sin pensarlo al escuchar hablar a Mitsuki sin tartamudear.

— Bien, pues debemos seguir. No parar. ¡Vamos! — Jurawa dió dos palmadas fuertes y todos nos incorporamos y nos metimos de lleno en el Juicio.

Danganpad- La era de la matanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora