#4 -Yo en la cima, tú en la tumba (parte 1)

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Ha pasado casi 1 mes desde que Jurawa y Jashitaro mataron a Akiyama e Izumi.

Nadie ha vuelto a hablar del tema de Jurawa, ni a nombrarla a ella ni a Akiyama en ninguna circunstancia. Pero el hecho de que Jashitaro no salga de su cuarto para nada más que gorronear comida que haya sobrado, nos preocupa mucho más que los recuerdos de nuestros difuntos amigos.

1er piso - Comedor

Mia, Katsumi y yo tomábamos algo del té frío que la adorable repostera nos había preparado. Mientras Mitsuki terminaba de hacer las pastas y las galletitas, nosotras hablábamos de los ligues de Katsumi. ¡Una vez se enrolló con una de sus mánagers! Y con la hermana de un director de agencias de pasarelas. ¡El amor reinaba en ella!
Mia en cambio no tuvo mucho éxito debido a su fuerte carácter, solo estuvo con 1 chico, y él la traicionó... En cuanto a mí, bueno, la verdad es que no me quejo. Pero nunca terminaba de encontrar al ideal.

Mitsuki salió de la cocina quitándose el delantal por el camino. — Chicas, voy a p-por algunas cosas. ¡No toquéis l-las pastas! ... Porfavor. — se fue rápidamente.

Pero un ruido nos alarmó. ¿Lo habrá oído Mitsuki también?

Katsumi dió un respingo del susto que se llevó. — Vale, ese ruido es de una puerta de las habitaciones, y Felix, Soren, Taiki y Gareth están todos hablando de cosas de chicos en el minibar...

— Debe ser él... — dijo Mia, mirándonos con cara de circunstancia.

Las tres nos levantamos con sigilo, no tenía sentido hacerlo pero así lo hicimos. Lentamente nos desplazamos hasta la puerta, y Katsumi asomó la cabeza para divisar la zona fuera de la cafetería.

Tres segundos después metió la cabeza rápidamente y corrió aterrada hacia la despensa de la cocina haciendo gestos de que nos escondiésemos con ella.
Yo también asomé la cabeza, y vi a un Jashitaro mal vestido, tuerto y manco, con el único ojo que se le veía lleno de bolsas y ojeras, y con una mirada perdida y clavada en cualquier sitio.
Sus pasos eran como mini infartos que me daban cuando le veía.

Rápidamente, Mia y yo seguimos a Katsumi y nos escondimos en la despensa de la cocina.

— LOS CUCHILLOS Y TENEDORES. ESCONDEDLOS. — gritó desde las sombras de la despensa Katsumi.

— ES FÁCIL DECIR LAS COSAS Y NO HACERLAS, ¿SABES? — le repliqué con el corazón a mil por hora.

— NO HAY TIEMPO. — gruño Mia, tirando de mi brazo y escondiéndome junto a ellas dos en la despensa.

Aguantábamos la respiración como podíamos, no queríamos que nos escuchara, porque si no...

Oímos que el chico entró en la habitación, caminando de una forma que parecía que llevase sus piernas a rastras. El refrigerador se abrió, y se oyó cómo agarraba una soda.

<< — Por dios, que no se le ocurra tocar las pastas. — >>

Sus pasos lentos y deprimentes se pararon en seco, y escuchamos sonar la bandeja de LAS PASTAS DE MITSUKI.

Pero lo peor era que la repostera había entrado al comedor, y se dirigía a la cocina.

Espera... Mitsuki... Jashitaro... En la misma habitación...

— OH DIOS. — dije al pensarlo, pero Katsumi me tapó la boca inmediatamente, ya que Jashitaro podría escucharnos.

Las tres estábamos aceleradas, o salíamos, o algo podría salir mal. Pero si salíamos, también podría ir mal.
Al final decidimos quedarnos.

Asomé un poco el ojo por la ranura entreabierta de la puerta de la despensa, y pude ver a Jashitaro comiendo de las pastas de Mitsuki.

En ese momento... Alguien entró en la sala.
Era la buena de Mitsuki Tachibana.

Danganpad- La era de la matanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora