1. Mi musa

5.8K 138 16
                                    

Aitana

Me desperté sobresaltada al darme cuenta de que me había quedado dormida en el sofá de la sala de ensayos. ¿Cómo había pasado esto?

Alguien me había tapado con una manta y me había quitado las gafas. No pude evitar sonreír al pensar que, sin ninguna duda, esos eran gestos típicos de Luis.

Me levanté y decidí ir a el comedor,  dónde siempre ponían grandes mesas de comida para los descansos que teníamos entre canción y canción. Allí dentro se encontraban Ana y Amaia, comiendo mientras ambas leían un papel que sostenían entre sus manos.

- ¿Qué es eso? – Pregunté con curiosidad.

- ¡Ahhh! – Gritó Amaia al escuchar mi voz - ¡Pero tía! Vaya susto me has dado.

Ana y yo reímos recordando la cantidad de sustos que Amaia se había llevado dentro de la academia. Fuera de ella, todo seguía igual.

- Nos lo acaba de dar Manu. Quieren que hagamos un concierto benéfico. Al parecer, Cepeda ha hablado con la ONG en la que antes trabajaba y han pensado en esta gran idea. ¿No te parece genial? – Dijo Ana, disipando mis dudas.

Yo me tapé mi boca con mis manos. Luis nunca dejaba de sorprenderme.

- Es una idea estupenda. – Dije emocionada, cogiendo el papel de las manos de Amaia.

En el papel se podía ver una imagen de unos niños viviendo en la absoluta pobreza. Debajo, en letras negras y rojas, ponía: "Aportemos nuestro granito de arena. Concierto benéfico OT 2017, Palacio Vistalegre (Madrid). Entradas a la venta en plataformas digitales."

El concierto tendría lugar en dos semanas y habían convocado una reunión dentro de dos días ya que en el concierto iban a haber varias sorpresas.

Tras comer algo con Amaia y Ana en el comedor, me dirigí al exterior. El estadio donde cantaríamos estaba rodeado por un bonito paseo lleno de árboles y diferentes flores. Si seguías el camino, se podía llegar a la playa.

Teníamos un par de horas libres antes de reanudar el ensayo, así que decidí pasear un rato. Llevaba andando unos cinco minutos, cuando alguien me rodeó con sus brazos por detrás, sobresaltándome.

- ¡Luis! – Le regañé cuando me di la vuelta y pude ver que era él.

- Lo siento. He visto que venías sola y no he podido resistirme. Recuerda, soy como tu hermano mayor y no puedo dejar que te pase nada. – Rio.

Mi cuerpo tembló al escucharlo decir "tu hermano mayor". Hacía tres semanas que habíamos salido de la academia y nos habíamos visto bastante poco. Lo suficiente para que mi cabeza empezará a pensar que el rollo de hermanos se estaba empezando a quedar atrás para lo que sentía cada vez que lo veía.

- Ya, excusas. Admite que quieres pasar un rato conmigo y ya está. – Dije, pegándole en el brazo.

- Ya te gustaría a ti, pequeña. – Contestó Luis, utilizando el mote que sabe que más odio en el mundo.

"Pues la verdad es que si me gustaría", pensé para mis adentros.

- ¿Qué? – Luis me miraba profundamente. Se había parado en medio del camino.

¿Lo había dicho en voz alta? Mierda.


Cepeda

Estaba completamente seguro de que había escuchado mal. No había posibilidad de que Aitana hubiera dicho esas palabras.

Ella comenzó a reírse, señalándome.

- ¡Te lo has creído! Ha merecido la pena solo por verte la cara. – Dijo ella, desternillándose de risa.

Lo sabía. Ya decía yo que era imposible.

Seguimos andando por la senda, en silencio. No hacían falta palabras entre nosotros. Estábamos cómodos así.

Tras un rato caminando, nos encontramos de frente con el mar. Allí, el sol se abría paso así que pude observar como Aitana se deshacía de mi jersey. Abajo, llevaba una camiseta negra de mangas cortas que seguramente no era suya. Era demasiado grande.

- Es de Vicente. Me la dejó para que siempre lo recordara, no importa lo lejos que estemos el uno del otro. – Parecía que me había leído los pensamientos.

- Qué bonito. – Dije yo con todo el entusiasmo que pude fingir.

Andamos hacia la orilla y nos sentamos en una roca que había cerca de esta. Aproveché para mirarla mientras ella se remangaba los pantalones y dejaba que sus pies juguetearan con el agua del mar.

- ¿Sabes qué? Me alegra mucho estar aquí contigo, Luis. – Me dijo, mirándome fijamente y dejándome sin aliento – En serio, eres una gran persona y he sido muy afortunada de tenerte en todo este camino. No sé que habría hecho sin ti allí dentro.

- ¿Y aquí fuera? ¿En el mundo real? – Contesté, abrumado.

Sus palabras me habían dejado sin respiración. Desde que OT había terminado, nos habíamos visto tres veces a lo sumo, siempre con nuestros compañeros.

- Te sigo necesitando, tonto. Y aunque no me creas y parezco una niña pequeña, te echo de menos y todo. Es una tontería, pero...

No la deje terminar. Me levanté y cogiéndola en brazos, la abracé. No sé lo que me estaba pasando. O igual si lo sabía, pero no quería admitirlo.

Aun así, en ese momento no importaba nada. Tenía a Aitana entre mis brazos y sosteniendo su cara con mis manos, me di cuenta de algo.

El mar siempre me había ayudado a componer. Tan azul, me eclipsaba. Pero Aitana era más bonita que el mar.

Era mi musa.  

Yo quiero más || AitedaOnde histórias criam vida. Descubra agora