3. No lo sé

4.5K 124 6
                                    



Aitana

Me desperté entre Amaia y Miriam. Había dormido con ellas. Me toqué el flequillo en un acto reflejo y recordé todo lo que había pasado el día anterior.

- Unas horas antes, el día anterior. -

- No sé qué me pasa, la verdad. Quiero estar con él todo el tiempo, me encuentro mirándolo con una sonrisa de boba en la cara y lo echo de menos constantemente. ¿Qué es esto? – dije, entre sollozos.

Tras el momento de conexión que habíamos tenido después de el reparto de blocs, me había venido abajo. Ana, Miriam y Amaia corrieron tras de mí al ver que las lágrimas estaban corriendo por mis mejillas.

- Buah, Aitana. Es que no sé cómo decirte esto, perdón. – dijo Amaia, tapándose la boca con las manos. – Pero yo creo que estás loquísima por él.

- Ella, enamorada. – dijo Miriam, bajito, intentando que yo no lo escuchase.

- Pero, ¿estáis locas? Yo estoy enamorada de Vicente y aparte, Luis tiene pareja. – exclamé, rechazando totalmente lo que decían mis amigas.

- Actualmente. -

Habíamos estado hablando un par de horas y más tarde, tuvimos que parar nuestra conversación para ir a ensayar. Tuve que ver a Luis, no me quedo otra. El "No puedo vivir sin ti" más extraño hasta la fecha. Él tampoco estaba muy bien, sus ojos estaban tristes. Pero no quise preguntar, quería evitar hablar con él.

Y aquí estaba, durmiendo con mis mejores amigas porque según ellas éramos una piña y si una de nosotras estaba mal, había que remover cielo y tierra para cambiar eso.

Sonreí mientras recordaba todas las risas que me habían sonsacado antes de dormir. Qué suerte había tenido de encontrarme con ellas por el camino.

Viendo que no se despertaban, decidí levantarme yo sola. Hoy era día de concierto y teníamos que levantarnos temprano, pero yo me había adelantado a la hora establecida.

No había nadie en los pasillos ni en el comedor. Todos estaban aprovechando sus últimas horas de sueño antes de tener que ensayar.

Decidí ir a tomar el aire a la terraza que nos había provisionado el hotel solo para nosotros. Tomé asiento en una de las pequeñas sillas que había alrededor de una mesa y puse los pies encima de esta.

Llevaba allí unos diez minutos, reflexionando sobre todo un poco cuando alguien me tapo los ojos por detrás mientras me susurraba en el oído un "buh".

- Para ya, Roi. – dije, riéndome.

Me quitó las manos de los ojos y pude ver que no era Roi. Era la persona a la que me había propuesto evitar hoy; Luis.


Cepeda

No podía dormir y decidí ir a dar un paseo por los alrededores. Cuando iba llegando a la habitación, pude ver la puerta de la terraza abierta y sin saber quién era la persona que estaba allí, me dirigí a tomar el aire.

Y ahí estaba Aitana. Con su pijama y una sudadera encima para contrarrestar el frío. Con los pies subidos en la mesa y su cara apoyada en sus manos. Estaba perdida en sus pensamientos.

Por un momento pensé en no molestarla. Pero necesitaba oír su voz y que sus ojos conectaran con los míos.

Ayer me había evitado completamente. Pero no quería presionarla, sabía que algo estaba cambiando entre nosotros dos y no pretendía agobiar a nadie. No había prisas.

No pude resistirme. Le tape los ojos con mis manos, pretendiendo darle un susto.

- Para ya, Roi. – dijo ella, mientras mis oídos aplaudían ante la idea de escuchar la risa de Aitana.

No me extrañaba que me confundiera con Roi. Mi mejor amigo era el rey de las bromas y los sustos.

Cuando se dio cuenta de que era yo, su semblante cambio por completo. Su sonrisa se escondió y su entrecejo se frunció. Obviamente, no era la persona que quería ver en esos momentos.

- Si quieres que me vaya, sólo tienes que decirlo. – dije, un poco dolido con su bienvenida.

- Quédate si quieres. – su respuesta fue fría, muy diferente a su dulzura y calidez con la que siempre trataba a todo el mundo.

Tomé asiento a su lado, sin importarme su actitud. Quería solucionar lo que fuera que pasase y poder abrazarla de una vez por todas.

- ¿Qué pasa, Aitana? – dije, mirándola fijamente.

- Nada, no sé de que hablas. – evitó mirarme mientras hablaba.

Suspiré. Me iba a costar que se abriera a mí porque parecía que su problema era yo.

- Por favor. No te comportes como una niña. Las cosas se hablan. – me estaba empezando a cansar la situación.

- Ah, es verdad. Que como tienes 28 años, yo soy una niñata por tener diez menos. – dijo, haciendo amago de levantarse, mientras sus ojos se cristalizaban.

No pude más. Estaba a la defensiva y todo lo que dijera lo iba a entender al revés. Así que me callé.

La cogí de la cintura y la senté en mis rodillas. Tras mucho esfuerzo, Aitana se relajó y apoyo su cabeza en mi pecho.

- Jo, Luis. Es que no me gusta que me llames niña. Me haces sentir una inmadura en comparación contigo.  – dijo, su voz era apenas un susurro.

- Eres una mujer, Aitana. Una mujer fuerte y divertida. Pero solo quiero que hables conmigo, por favor. Me mata ver que me evitas y no logro entender que ha pasado. – dije, sincerándome.

Ella levantó la cabeza y por primera vez en el día, me miró.

- Es que no lo sé, Luis. No puedo contestarte porque ni siquiera sé que me pasa. Creo que tiene algo que ver contigo, eso sí. – dijo, mientras volvía a esconder su cara en mi pecho.

Era algo relacionado conmigo. Mi corazón iba a cien por hora. Pero después reaccioné. Ella estaba pasándolo mal y yo iba a hacer todo lo posible para que ese "no sé qué me pasa" se convirtiera pronto en algo más.


Aitana

El concierto había pasado demasiado deprisa. Era el primero de la gira y la adrenalina corría por mi cuerpo cuando me tocó presentar a Cepeda para que subiera a cantar conmigo.

- Bueno, soy muy mala para estas cosas. Pero ahora quiero un fuerte aplauso para una persona muy especial para mí. Esta canción significa mucho para nosotros y me hace muchísima ilusión cantarla con él. Luis, sal ya, anda.

El público se volvió loco. Querían mucho a Luis y eso se notaba. Y también nos apoyaban a los dos juntos. Aiteda, nos llamaban.

La canción pasó en un segundo. Nuestros ojos conectados en todo momento. Mi cuerpo queriendo acercarse más a él y mi cabeza impidiéndoselo.

Cuando me quise dar cuenta, ya estábamos con las manos entrelazadas y las últimas notas de la canción sonaban. Nos fundimos en un abrazo, con las manos de Luis haciendo fuerza en mis caderas mientras las mías despeinaban su pelo.

Me dio un beso en la cabeza y dejé el escenario.

No llevaba ni un minuto entre bastidores cuando mis padres entraron y me propiciaron besos por toda mi cara.

- Mi niña, ¡qué orgullosos estamos de ti! – dijo mi madre, mientras se secaba las lágrimas de emoción.

- Qué bonito, cariño. Eres todo sentimiento. – mi padre me abrazó.

Y tras mis padres, llego Vicente. El momento que más miedo me daba. Llevaba pensando en él todos estos días. Pero no porque lo echara de menos, si no porque empezaba a pensar que mis sentimientos hacia él no eran los mismos.

Sus brazos rodearon los míos y nuestros labios se unieron. Y ahí lo supe.

Un roce con Luis, un abrazo, su mano acariciando mi mejilla. Cualquiera de estos gestos me hacía sentir mucho más que un beso de mi novio, Vicente.

Tenía un problema. Y bien grande.

Yo quiero más || AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora