Yeri caminaba por los pasillos de su escuela con seriedad y desánimo un par de ojeras bajo sus ojos que demostraban su mala vida. Su padre un alcohólico que a penas las mantenía.
— ¡Miren! ¡La hija de puta! — Yeri comenzó a querer huir de todos esos insultos caminó más rápido con sus ojos cristalizados. —
— Ay, pobrecita, la imbécil quiere llorar....— la chica hizo un puchero divertida haciendole ojos burlones. —
— Mira que asco, que gorda es.
— Sí, mira sus ojeras, ugh me da lástima.
Una de las chicas la pateó en la entrepierna y los demás se reían de ella, prosiguieron a pegarle varias uniéndose a la primera en el estómago, haciendole vomitar sangre.
Ella era indefensa, y literalmente ya no tenía fuerzas para seguir, era una basura, ella se sentía así, y todos la hacían sentir de ese modo.— ¡Dejenla perras! — escuchó el grito de su hermana TaeYeon quién apartaba a todas las idiotas que la golpeaban mientras éstas hacían muecas de disgusto o reían de lo mal que la habían dejado. — hermanita, d-dios santo l-lo siento — acarició su mejilla. — ¡Joohyun, Sunmi! Ayudenme a llevarla a enfermería por favor.
— Claro, resiste pequeña Yeri — la chica de ondulados cabellos azabaches le acarició la cabecita y las tres hicieron un esfuerzo para levantarla y ella simplemente vio negro después de eso. —
Ye Rim despertó viendo el blanco de una sala de hospital, suspiró e intentó moverse soltando inmediatamente un quejido, destapó la sábana que reposaba sobre ella y vio vendas adheridas a su cuerpo, y sintió unos pocos parches en su rostro. Volvió a cubrirse con la sábana, estaba tan cansada de todo, no sabía por qué seguía viviendo.
— Ming Ming despertaste — la rubia acarició las mejillitas de su hermana, TaeYeon era la única que se preocupaba por ella y eso que tenían la misma edad, aunque la rubia era mayor que ella por unos minutos. —
— Estoy.....bien...Unnie — la menor con ayuda de su hermana se sentó en la camilla y suspiró. —
— Jame, dios ¿Como me dices que estas bien? — Ye Rim mordió su labio inferior sin decir nada más. — no puedo permitir que te sigan molestando así, Yeri...¿me escuchas?
— Mm lo hago, Unnie...— suspiró. — vámonos a casa...
— No, no llegaremos a casa...— la rubia la ayudó a ponerse su ropa, pues el doctor dijo que cuando despertara podían irse. — Bae Joo Hyun nos alojará un tiempo...
— No seas tonta..— la apartó. — ¿Piensas huir? No estaremos toda la vida con Irene, TaeYeon. ¿Y? ¿Qué haremos después?
— Buscaremos a nuestros hermanos...tengo entendido que están en Seúl.....
— TaeYeon, no seas estúpida, ¿tienes siquiera certeza de que realmente existen esos "hermanos"? ¿o de donde están? Vivimos en Incheon. ¿Como conseguiremos dinero para largarnos de aquí? — la castaña de melena se vistió con rapidez. —
— Yerim, no seas insolente. — comentó. — existen. Lo sé. Investigué y saque los papeles que nuestro padre tenía en la caja que nunca nos dejó abrir. La robé. Y bueno, trabajaré, yo, en una cafetería cerca de la casa de Joohyun. Pagan bien asiqu-
— ¡Tae escuchame! No todo es tan simple como lo estás planteando..dios...deja de querer cargar con todo tu sola. — chasqueo la lengua. — somos hermanas, ambas trabajaremos allí, y si nos pagan bien en poco tiempo podremos largarnos. ¿Como se llaman nuestros hermanos?.
—....Kim Ji Min, Kim Tae Hyung y Shin Su Ran....pero...JiMin falleció hace un año en un accidente, y Tae está en un centro de rehabilitación porque quedó inválido...temporalmente. — la castaña cubrió su boca sorprendida por alguna razón sintió dolor en su corazón. — y nuestra hermana Shin Su Ran es una empresaria prestigiosa en Corea del Sur y Corea del norte..tiene veinte años y un pequeño hijo llamado Shin Ji Min...
— ¿C-como...? ¿Como sabes todo eso?
— Algunas cosas de internet..Otras de los documentos de papá que nos prohibía ver, pero descubrí todo esto uniendo cabos sueltos. Todos en estos momentos están en Seúl.
— Ah, ya te veo de detective..
— Eso es lo que pienso estudiar, hermanita. — la ayudó a pararse. — cuidado, tienes una leve contusión en la costilla izquierda.
— Creo que...lo suponía — rió castamente. — me duele como los infiernos Unnie — chilló cerrando sus ojitos. —
(...)
TaeHyung se estremeció ante el frío que hacía. Se puso sus guantes para no tocar las barras que estaban demasiado congeladas con su tibia piel.
— ¡Tae! Vamos, muevete — rió el rubio. —
— Woozi, dejame acostumbrarme a estar parado por lo menos — se quejó. Sus piernas tambalearon levemente. —
Lee alcanzó a sujetarlo y a ayudarlo a sujetarse en las barras, hizo una mueca y suspiró.
— Hagamos algo distinto entonces. Recuestate. — el bajito chico le hizo acostarse en el suelo sobre una pequeña colchoneta. —
Levantó sus piernas mientras él permanecía parado, y le hacía moverlas como si estuviera caminando, sin embargo sin una necesidad de apoyo, al de piel canela le dolía un poco aquello.
— JiHoon me duele — se quejó bajando sus piernas. —
— ¿Mucho?
— Si~ — lloriqueó sobándose sus rodillas con sus manitos, sentándose infantilmente en la colchoneta. —
Jeon entró al salón acompañado de dos menores a su lado, sonrió con ternura al ver a TaeHyung hacer un puchero por el dolor.
— ¡Tío tú puedes! — animó el de regordetes mofletes. —
YoonGi solo abrazó a JiMin poniendo su brazo alrededor de los pequeños hombros del menor y sonrió al Kim.
— Tu puedes Taetae hyung..— murmuró con una sonrisita. —
— ¡Ah! ¡Kookie por que los traes! ¡lloraré! — alegó y golpeó suavemente la colchoneta con sus dos manitos cruzando sus brazos en un pequeño berrinche y manteniendo su puchero. —
Todos rieron Jeon solo lo tomó como princesa y besó su rostro con cariño.
— Lindo.
— Kookie — se acurrucó en el pecho del mayor. — ¿Como te fue con lo de la reunión?
— Ah si....sobre eso...debemos....hablar. — la voz del pálido se apagó completamente, preocupando al otro sin embargo, éste no dijo nada. —
(...)
SpaceChim♥
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Invalid 》無効です | KookV
FanfictionTaeHyung es un chico inválido, vive en un centro de rehabilitación, todos los días las enfermeras que lo atendían le intentaban hacer caminar sin embargo, él menor chico no quería. No tenía esperanzas, ya no quería nada. JungKook llegó de la nada a...