Capítulo 43

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SuRan realmente, no iba de inmediato a Busan, como se lo había dicho a Tae, sino, primero partiría con su abogado quien en menos de dos horas tuvo listo todo para encarar a la mujer y hacerla pagar por sus delitos, porque abandonar así como así a menores de edad si era un delito en lo que cabía decir, a parte de hacerla culpable de que al menor, es decir a su hijo lo atropellaran y por, el rapto de los papeles que le pertenecían porque eran de su hijo, por conspiración, y, a parte, tenía pruebas contundentes para meter a sus padres a la cárcel sin derecho a fianza, que era el que colaboraban con la mafia vendiéndoles pasta, o mejor dicho, drogas.

La mujer sonrió complacida junto a su abogado, arreglando su traje costoso con elegancia, la hacía ver como una empresaria o abogada de gran prestigio, lo cuál, era correcto.
Partió con su tan femenino andar hacia el gran furgón negro que los transportaría por más seguridad, ella era de gran prestigio en el país por lo que tenía suficiente protección tanto como del estado de Corea del Norte como el de Corea del Sur.

Pasadas las horas al llegar a Busan, sin ningún remordimiento, ni expresión, Mark, su amigo y mayordomo fiel, que ahora trabajaba con ella en la empresa entró con ella a la mansión, siendo seguidos por el abogado que denotaba elegancia.

La mujer mayor, tuvo la dicha de abrir la puerta, ver a su hija con ropas costosas, con guardaespaldas y la policía del estado detrás no le hizo sentir nada bueno. La mayor queriendo engañarse creía que era porque su hija sólo era importante para el país.
Cómo se equivocó cuando los policías entraron a la casa botando las puertas principales dos encargándose de esposarla, a ella y a su marido que a penas había bajado de su despacho por el alboroto.

— Como pudiste...— dijo ofendida, su madre. — somos tu familia Shin SuRan ¡NO VAS A SALIRTE CON LA TUYA! — grito histérica.

— Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga será usado en su contra. — concreto el oficial de policía a cargo de esposarlos a ambos mayores.

— Es por allá, destruyan esa pared, ahí ocultan todo. — dijo SuRan con suficiencia.

Dándose vuelta para mirar a sus padres se cruzó de brazos con unos papeles en mano, sonriendoles con burla y sorna, bajó los peldaños de la entrada y con su femenino y erguido caminar les arrojó los papeles a la cara, a ambos adultos que eran forzados a meterse a la patrulla.

— Haber si con esto no me salgo con la mía. — espetó la chica. — Ya han hecho suficiente daño al mundo, mejor cierren la boca, que cualquier incoherencia será dicha en su contra en el juicio. — el cabello lacio de la chica caía hacia detrás de su espalda, pero también uno que otro mechón reposaba en su pecho. Sonrió con arrogancia. — Nos vemos luego en el juicio y cuando estén en la cárcel, mamá, papá.

Los mayores estaban furiosos y se notaba, la mujer no pudo estar más complacida, sonrió con alegría y a la vez una sorna impresionante a los ojos de todos los presentes, la empresaria estaba realmente feliz.
Aunque estuviera con tacos altos, dio pequeños saltitos de alegría abrazando del cuello a Mark quien sólo soltó risas por el comportamiento que la chica tenía, le recordaba a cuando ésta todavía era una niña, era como su hija, la había visto crecer.

— Lo logramos Mark, ¡lo logramos! — volvió a pegar un pequeño saltito.

Los policías una vez hicieron y arremetieron en todos los rincones de la casa para cerciorarse de que nada quedara allí, finalmente se fueron con el cargamento emprendiendo camino de vuelta a Seúl, informando a las policías estatales del lugar.
SuRan quedó en la destruida casa, fue hasta la habitación de sus padres, tomó una bolsa de basura y sin dudar echó allí cada documento de éstos, cada libro encontrado hasta de la oficina de su padre. Podían tener datos valiosos.
La empresaria una vez vio a sus guardaespaldas llevarse aquella bolsa, sonrió satisfecha, fue a su habitación en la que dormía con JiMin antes — Porque no le gustaba alejarse de él — y recogió ciertas cosas que habían quedado, como el diario de su hijo, que tenía pocas páginas usadas algunas con rayones otras con dibujos, no había nada escrito, porque JiMin era muy pequeño para cuando residían allí. Cogió su cajita musical de pequeña, sus libros, y uno muy curioso de tapa dura con el que nunca se había topado en su vida, y que no sabía que tenía. Estaba en un rincón todo polvoriento. Sin importarle agarró otra bolsa de basura y echó todo allí. Yéndose finalmente con sus guardaespaldas hacía el furgón negro con vidrios polarizados que los esperaba. Mark iba sentado con ella revisando algunas cosas y los guardaespaldas iban en la separación de atrás del furgón, que igualmente tenía unos mullidos y afelpados asientos, no era una limusina pero parecía, solo que era un furgón.

La castaña tomó su cajita entre sus manos y la abrió, comenzando a escuchar la dulce melodía que ésta emitía cuando la bailarina comenzaba a moverse a penas le daban cuerda.

Sin darse cuenta por estar distraída mirando la cajita musical, unas cuántas lágrimas habían caído, el mayor, casi como su padre, preocupado posó su mano en el hombro de la joven.

— ¿Ocurre algo Suran? — inquirió.

— N-no sólo estoy tan feliz, creo que éstas lágrimas son de felicidad, aquellas dos personas me hacían la vida imposible, sobre todo mi madre, no sabes el alivio que me da saber que después de un juicio, no tendré que verles ni saber nada más de ellos, sabiendo que ya no podrán hacernos más daño. Nunca más. — Mark pocas veces había visto aquel brillo iluminar los ojos tanto como la expresión de alegría que demostraba la chica en esos momentos, se notaba que el alivio la había invadido, la única que la había visto así fue cuando vio por primera vez al pequeño JiMin luego de tenerlo, después de esos días todo fue más feliz para la castaña.

( • • • )

YoonGi asustado gruñó el chico frente a él se convirtió en un niño, al igual que él, un niño, bastante parecido al chico ese llamado JungKook el que siempre cortejaba a su tío TaeHyung.

El chico castaño oscuro sonrió apaciblemente. — ¿Vas a dejarme hablar si permanezco así?

— Tal vez. — dijo mirándole desconfiado.

— Bien asumo que sí. — sonrió riéndose como un sonido de limpia vidrios que el pequeño YoonGi ignoró olímpicamente. — oh, había olvidado que esa ya no es mi risa. Rayos. — dijo haciendo un puchero. — En fin, Yoongi venía a sólo una cosa, cuando ambos estén mayores alrededor de los 17 Jimin y tú serán pareja. Cuidalo demasiado para ese entonces pedazo de bobo, no lo arruines, porque además...hay probabilidades de que Jimin sea algo tan sólo algo especial. — comentó apuntando a cierta zona en un específico de la cadera hacía arriba. — no es nada malo, dependiendo de donde se mire, más bien donde tú lo mires, porque te involucra a ti y a él como pareja. Ahora, Jimin se va a recuperar completamente y volverá a ser el de antes cuídalo, porque él te necesita, ángel tonto.

Al escuchar esas palabras Min quedo estupefacto nuevamente. — ¿Seok Jin?

— ¡Cállate idiota! — regaño. — se supone que aún no estoy vivo, pero en un par de horas lo estaré de nuevo y solo quería decirte esto. Ah...y Yerim esa chica que tanto odias, deja de odiarla, ella ya no es mala, no tiene la culpa de nada. Es otra persona, la Yerim que conocemos está en el infierno.

Los ojos dilatados de YoonGi solo decían una cosa, era que su alma pasada tomaba posesión de éste. — lo comprendo. Trataré. Gracias, voy a extrañarte Seok.

— Nos vemos en la próxima vida, Min YoonGi.

— Hasta pronto, Kim Seok Jin.

Intercambiaron sonrisas, y para el pequeño YoonGi todo volvió a la normalidad, sin saber como su cuerno había llegado al baño y porque estaba tirado, se levanto y salió para ver a JiMin con sus labios abultaditos porque quería sentir en calor del Min otra vez.

(  • • • )

Espero les haya gustado❤

Comenzamos con la ronda final de la historia linduras
¡Todo esta llegando a su desenlace~!

Las/os amo

Nos leemos pronto💞

Space Chim

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