En pleno carnaval primaveral nace un curioso ser, producto de los sueños marchitos convertidos en pétalos, que con el agua y los minerales de una gran cueva se transforman en este ser. Después de varios sucesos este ser entra en conciencia de si mis...
Algo perturbó su tranquilidad como si un ejército arrasara con todo atisbo de sentimiento interior y solo podía pensar en vencerlo de alguna forma extraña, consumiendo energía desde la misma fuente que había sido creado, pero estas ideas no estaban especialmente concretas en su cabeza, no sabía lo que quería, solo quería llenarse y que esas patadas tan salvajes desaparecieran de su estómago. Dándose por enterada, la gran cueva-madre trajo alimento desde el lado de los vecinos de su nuevo hijo, que también formaba parte de sus dominios, hizo emerger unas burbujas desde el fondo de la cascada. En torno a esta ellos entonaban una canción y se quedaron estupefactos cuando salieron las pequeñas burbujas a la superficie, hasta que el jefe de la manada se sumergió para buscar lo que había originado aquel cambio.
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En tanto el nuevo ser tocaba las burbujas(o más bien dejaba que ellas mismas siguieran su curso hasta caer a su cuerpo) para alimentarse.
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El Topo jefe, nadando para encontrar la causa de las burbujas había dado con un mar sin fondo, y sus sentidos le hicieron devolverse hacia un lugar menos profundo, y desde una cueva marina escarbar hasta dar con el lado opuesto de su cueva. Ahí dormía un extraño ser, satisfecho después de haberse dado su festín de burbujas, lo que el topo percibió con envidia, porque él y su manada sufrieron hambre esas semanas, después de la fiesta de primavera, porque por alguna extraña razón escaseaba la comida, debía ser porque la mayoría de los seres eran sueños y atravesaron aquel portal, en fin....o quién sabe. "yo solo quería saber más de aquel ser y que me dijera como se alimentaba de esas insípidas burbujas, que si no había probado esas ricas culebras pequeñas que son tan sabrosas". Pensaba el topo mientras tocaba y olía a aquel extraño ser sin que él se diese cuenta; así que enojado e impotente por no poder comunicarse con él, a pesar de esbozar unas cuantas palabras similares a sus pensamientos; emprendió de nuevo el viaje para su cueva, esta vez tomando un atajo escavó simplemente hacia al otro lado, pero persiguiendo una culebra más enorme de lo que solía comer: cegado por el hambre, el topo se perdió entre miles de agujeros que el mismo había excavado...
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Mientras tanto, parte de la manada recitaba algo extraído de la lírica antigua para la abundancia y la salvación de su jefe regresara a salvo junto con los topos más agiles que lo buscaban en todas direcciones, incluso fuera de las profundidades de la tierra, ahí en la superficie... donde la primavera continuaba.
Bajad del templo del Tiempo y venid
Musas encantadoras,
no sin antes coger de la cornucopia de Abundantia
Semillas de prosperidad,
para luego descender a lo más recóndito de la tierra y sembrarlas;
y que así que se conviertan
en reconfortante alimento en forma de semillas, frutos, insectos, reptiles....
que nos den la fuerza
para que nuestro olfato se vuelva más agudo y así encontrar
al jefe perdido.
Dicen las voces lejanas que en su propio agujero, entre la infinidad de una venenosa culebra
asfixiado en su propia ambición;
no contento con los pequeños fue a por los grandes,
y así de grande fue su perdición ¡Oh Zeus!...
Permítele el regreso al buen jefe que quiso alimentar a un pueblo,
condúcelo con tu égida
de vuelta a su manada o has que esta lo halle a salvo y lo conduzca nuevamente a sus dominios.
No le des la misma suerte que a los compañeros de Odiseo, que al no tener más víveres
comieron las vacas del Sol
y dejaron en castigo su vida en un tempestuoso mar,
pero la víbora maldita no es de ningún dios;
solitaria hija de la nada
se estremece en la tierra en un arrastrarse sin fin
y da a los que la persiguen
la misma suerte, sin importar las nobles causas y sin importarle siquiera la suya propia...