Capítulo 8: El día del mercado

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Ya había pasado un mes desde el incidente de las pesadillas, Goji se había recuperado por completo y pasaba sus días preguntando por su cuenta, ya que Lumini tenía otros trabajos que hacer, pero nunca encontraba respuestas más útiles que las de Alwe y ya empezaba a desilusionarse, lo único que le tranquilizaba era reunirse con sus amigos en el piso de la joven pareja que fue a su rescate, que en realidad era un piso de reunión, ellos compartían habitación con una serie de sueños que representaban sentimientos o estados ya que ellos eran la Incertidumbre y El Misterio, que ahora estaba tumbado en un sillón gris en su forma más parecida a la humana con una novela policial en las manos y su novia recostada en sus piernas, con su cabello azul que llegaba hasta el suelo como una cascada y ondulaba sin viento, hablaba con Goji de forma animada y sus palabras se tropezaban una tras otras tomando mucha información a la vez, el chico de vez en cuando se sumaba a la conversación y luego volvía a su libro; estaban pasando el tiempo de forma agradable esperando que Lumini y Lucía volvieran del trabajo: era el día del mercado y querían ir todos juntos y por ende no habían comido aun, así que lo harían más tarde ya que por ser ese día los guías del grupo estaban más atareados que de costumbre ya que llegaban visitantes de otros mundos o simplemente gente que quería que los orientaran para hacer compras y los ayudaran a recorrer el mercado que era enorme, de costumbre, la mayoría iba en la mañana para comprar comida y prepararla en sus habitaciones o pisos de reuniones o en la hora de almuerzo para almorzar ahí y por ende en la tarde iban a estar desocupados, en teoría.

— No sé si tengo hambre... o preocupación porque tarden o simplemente quiero salir ya...pero quiero que lleguen...

Exclamó la incertidumbre, mirando por la gran ventana que daba a una pequeña terraza con una gran vista.

— Yo tengo hambre, pero tranquila, al menos ya está por llegar uno de ellos.

El chico había dejado de leer su novela y estaba conversando con Goji tranquilamente, tenía el cabello negro que casi tapaba sus ojos, y vestía de igual color, nunca se sacaba su gran abrigo largo con un millón de bolsillos, en lo que llevaba tantos objetos que ni siquiera él podría mencionar todos los que llevaba y como lo hacía y solo de vez en cuando los sacaba como aquella novela policial, era pálido como su novia, pero con un aspecto más serio, menos descuidado y más decidido pero más callado.

La chica seguía paseándose por aquel departamento de paredes grises con una colección interminable de relojes, y columnas blancas, con estanterías metálicas llenas de libros y otros objetos curiosos, y pantallas de televisión que no solo tenían ese uso. La sala de estar, donde estaban, tenía un sillón gris donde estaba ahora sentado el chico, otro blanco donde estaba Goji, y dos sillones más chicos negros, alrededor de una mesita de vidrio. Más allá había una gran radio en la que sonaba música electrónica y una pecera con peces coloridos.

Pronto, tocaron el timbre y la Incertidumbre se paró dando pasos temblorosos, abrió la puerta y era Lumini.

— ¡Te dije que llegaría!

Exclamó el joven pelinegro desde su sillón.

— O—oh, se bienvenido, Lumini. ¿Y Lucía? , ¿aún con trabajo?

Antes de que Lumini pudiera contestar, esta siguió hablando, pero esta vez a su novio.

— ¿Y tú cómo lo sabías?

— Soy El Misterio.

La chica se asombró al ver a su novio sonriendo dándole un abrazo por detrás, ya que había llegado tan rápidamente ahí que nadie lo había visto.

Goji se levantó hacia donde estaban todos.

— No hagas eso que la asusta—le dijo a su amigo pelinegro. — y Eh... Lumini... ¿Dónde está Lucía?

Donde viven los sueños Where stories live. Discover now