Prólogo

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"Draco se encontraba totalmente solo en el salón de clases terminando apresurado uno de sus deberes para la siguiente materia que tenía a continuación. Lo había olvidado por completo, por lo que ni se molestó en ir a almorzar con sus amigos cuando todos se dirigieron al Gran Comedor.

Siempre le ocurría lo mismo con las tareas del profesor Binns y si nuevamente no entregaba alguna, seguro le traería problemas. Ya se lo había advertido el fantasma.

Se le hacía sumamente extraño que todo estuviese sumido en un absoluto silencio. Normalmente a la hora de almuerzo era muy común escuchar como los estudiantes reían y conversaban mientras se dirigían o volvían de comer, pero ahora Draco fácilmente podía oír el sonido de la pluma contra el pergamino.

Palabra tras palabra, el rubio hace una mueca molesto. Aún le quedaban unos veinte centímetros de pergamino que completar. Que jodido dolor de cabeza.

Decidido a escribir con la letra un poco más grande, lo interrumpe el sonido que hace el picaporte al girar.

Inmediatamente sube la vista hacia la puerta para ver quien intentaba entrar.

Y lo ve.

Potter cruzaba el umbral con sigilo, dedicándole una pequeña sonrisa ladina que lo hizo sonreír a él a modo de respuesta.

Cuidadosamente el pelinegro cierra la puerta, como temiendo que alguien lo pudiese escuchar (cosa que no era nada difícil con ese silencio desesperante, pensó Draco) para luego comenzar a caminar hacia él.

El rubio se levanta instantáneamente de la silla y da un par de pasos para recibirlo. Cuando ya están cerca, Potter estira ambos brazos sonriente para atrapar las manos de Draco y depositar un dulce beso sobre sus finos labios.

Harry llevaba el cabello despeinado, justo como a Draco le encantaba que lo llevase, tenía la corbata suelta y el primer botón de la camisa desabrochado, como si le importase un pepino estar presentable. Todo lo contrario a él, quien siempre andaba peinado y bien arreglado.

Draco abre la boca para decir algo, pero antes de poder hacerlo, Harry vuelve atrapar sus labios para darle un beso con más desenvoltura y más apasionado que el anterior. El ojigris, lejos de sentirse ofendido porque lo callasen de esa forma, recibe el beso ansioso, como si hubiese esperado todo el día por aquel. Sus lenguas inmediatamente comienzan una dura guerra entre si mientras que sus manos recorren el cuerpo del otro.

Harry estrecha a Draco contra el pupitre haciendo que el frasco de tinta con el que escribía se tambalee peligrosamente hasta derramarse sobre el pergamino, dejando su tarea totalmente arruinada, pero poco le importó al rubio. Sentir los labios del ojiverde sobre los suyos compensaba cualquier cosa.

Como le encantaba que Potter lo besara de esa forma, como si no desease nada más en el mundo que saborear sus labios.

Los labios de Harry comienzan a bajar exquisitamente por el cuello de Malfoy haciendo que se le escapara uno que otro gemido, lo que a Potter parecía fascinarle, porque de pronto, como no pudiendo soportarlo más, bruscamente gira al rubio aferrándose a su espalda sin dejar de besar su cuello.

Para placer de Draco, y agradeciendo infinitamente que el moreno no fuese más alto, en esa posición podía sentir totalmente la erección de Harry presionando contra él, contra su trasero, quien lamiéndole el lóbulo de la oreja, baja con sus manos hasta su pantalón con intención de desabrochar su cinturón. Malfoy se maldijo por usarlo ese día. Le urgía que Harry hiciese de una vez lo que tenía en mente.

Cuando Potter se deshace del cinturón, lo tira al suelo y sin perder más tiempo desabrocha el botón del pantalón para deslizar su mano dentro de ellos, pero antes de que sus dedos alcanzaran su objetivo, su boca se detiene a centímetros de su oído para susurrarle algo. Como estaba tan cerca, Draco puede sentir su tibio aliento y los labios abrirse para modular, pero la voz que salió desde su garganta no sonaba para nada como Harry.

El rubio se congela mientras Potter vuelve a hablar.

Definitivamente no era de él, porque ni siquiera sonaba como la voz de un chico.

Es más ¿Era la voz de su madre?"

—Draco, por favor, se te hará tarde, ¡Ya levántate de una vez! –Decía la mujer zarandeándolo suavemente para que su hijo abriera los ojos.

Draco, se incorpora de golpe, logrando de pura suerte no estrellar su cabeza contra la de su madre. Tenía la respiración agitada mientras sentía que el corazón en cualquier minuto se le saldría del pecho. Una gota de sudor caía por su frente y conforme las escenas de su sueños iban pasando por su mente, el horror comienza a apoderase de él.

—¿Pesadillas? –Pregunta Narcissa al ver a su hijo asustado y más pálido que de costumbre. Draco, quien tenía la mirada perdida, no responde así que la mujer vuelve a hablarle. —Son las nueve, hijo, si ya alistaste tu baúl entonces estás con tiempo de sobra para un baño y tomar desayuno antes de que vayamos a King Cross.

La mujer mantiene la vista puesta en el chico esperando respuesta pero este seguía con la expresión de haber visto al "Señor Tenebroso de malas" así que sólo suspira y camina hacia la puerta.

—Me encargaré de que esté servido tu desayuno favorito ¿Si, cariño?

El rubio asiente distraídamente, aún inmerso pensando quien sabe qué. Narcissa, al darse cuenta de que su unigénito no parecía dispuesto a soltar palabra, se limita a salir de la habitación y cerrar la puerta tras de sí.

Tan pronto Draco  se encuentra solo, sale de su estupor, se pasa una mano por su cabello mientras lentamente se recuesta hasta quedar con la espalda apoyada en el cabecero de su cama.

Se lleva ambas manos a su rostro para taparlo y suelta un fuerte suspiro de frustración antes de pensar sólo una cosa: Definitivamente tenía que dejar de tener esos sueños.

10 Pasos para enamorar a Potter | Drarry/HarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora