10 Pasos para enamorar a Potter | Drarry/Harco

Paso 8: Respira hondo y escucha. (Un Slytherin sabe perdonar)

Paso 8: Respira hondo y escucha. (Un Slytherin sabe perdonar)

La venganza resultaba sumamente atractiva, pero la razón que había motivado su actuar estaba muy alejada del desquite.

Tampoco podía negar que ver enfadado a Potter no le traía una sensación de satisfacción. Cuando él y Umbridge caminaron hacia el séptimo piso, Draco pudo presenciar de primeras como el enojo del pelinegro se manifestaba en magia siendo liberada involuntariamente, porque el fuego de las antorchas se extendía y agitaba violentamente por donde avanzaba, y las puertas de los salones vibraban como si los alcanzara una corriente de aire.

Pero no, no había delatado a Potter para verlo molesto.

En cuanto giran en el último pasillo, Malfoy nota que el Gryffindor había llegado sólo un instante antes porque la puerta seguía materializada en la pared y bastó con que Umbridge agitara la varita para abrirla de golpe.

Aunque Potter hubiese hecho el intento de esconder a todos bajo su capa de invisibilidad era imposible, y aunque quisiera lanzarle un embrujo a la maestra para poder escapar de ahí sin ser vistos tampoco lo haría porque seguramente eso daría por resultado una expulsión inmediata y ni Potter era tan tonto para intentarlo.

Y ocurre lo que tanto el Gryffindor como el Slytherin imaginan que pasaría. La cólera de Umbridge se desata sobre todos los alumnos que conformaban el estúpido Ejército de Dumbledore.

Draco decide no entrar al salón con la profesora. Decide esperar afuera a que los demás integrantes de la Brigada Inquisitorial llegasen arriba, ya que habían dejado una nota fuera del despacho para que subieran cuanto antes.

Y como si pensar en ellos hubiese servido como accio, no tardaron en escucharse sus pasos subiendo por las escaleras.

A la primera que ve es a Pansy, colgándose el broche de la brigada sobre la túnica antes de dedicarle una mirada de sorpresa cuando nota la Sala de los Menesteres a la vista de todos.

Le seguía Blaise, quien se vuelve todo horror cuando sus ojos se fijan en la puerta abierta y oye los gritos de la profesora.

Rápidamente se acerca al rubio.

—¿Tú fuiste? –pregunta pasándose una mano por la cabeza, preocupado.

—Yo no delaté a nadie, Blaise –responde, sumamente calmado —Sólo confirmé lo que una Ravenclaw comentó.

El moreno abre la boca, seguramente para saber más o para decirle que no le creía, sus ojos reflejaban enojo que muy pocas veces había visto en él porque Zabini tenía el don de la paciencia, sin embargo, es interrumpido por el murmullo de los estudiantes abandonando la Sala de los Menesteres.

—¡Llévenlos a mi despacho! –Ordena la mujer, con la cara roja debido a los gritos.

Los estudiantes de las tres casas salían cabizbajos ante la mirada de la profesora, algunos con los puños apretados, otros preocupados, otros incluso tristes pero todos, sea cual fuese su expresión, levantaban la cabeza y miraban con una desconfianza grosera a Blaise. Ninguno tenía conocimiento aun de quién había sido el traidor que los había delatado pero ya estaban arrojando a un posible culpable.

Draco imagina que su amigo intentaría defenderse de inmediato de aquellas silenciosas y anticipadas acusaciones pero se limita a quedarse bien parado esperando a que todos salieran del lugar. Y Draco cree entender el por qué. Era obvio en realidad. No por nada era un Slytherin. Tenía todo el tiempo del mundo para limpiar su nombre más tarde, pero era de suma importancia que Umbridge no supiese que también participaba en el ED, ya que luego podría asegurarse de que el posible castigo a los de su nuevo "grupo de estudios" no fuese tan duro.