Paso 3: Conoce sobre sus gustos e intereses | Parte 4

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Paso 3: Conoce sobre sus gustos e intereses | Parte 4

Harry se levanta de un salto al advertir la mirada fulminante sobre él, sobre ambos, pero se arrepiente casi en el acto.

La cabeza le martilleaba de tal forma que tuvo que cerrar los ojos con fuerza esperando a que el dolor disminuyera aunque sea un poco, pero casi ni da resultados, le dolía como si el mismísimo Voldemort estuviese junto a él y la cicatriz le ardiese por su presencia.

Totalmente confundido y sin que los centelleantes ojos del maestro le infúndanse algo de tranquilidad, se atreve a dar una rápida mirada hacia su izquierda, donde Malfoy se acababa de incorporar con la misma rapidez que él.

El rubio se alisaba la túnica mientras no despegaba la vista de los negros y diminutos ojos del maestro.

Harry rápidamente intenta orientarse mientras Snape parecía esperar a que uno de los dos tomase la palabra para que se explicasen. Poco a poco unos cuantos recuerdos fueron reapareciendo en su cerebro, como si alguien en ese mismo instante los estuviera introduciendo uno a uno en su memoria.

Recordaba que había ido a cenar y que luego se había reunido con Malfoy en la sala de pociones como lo hacían a diario para cumplir con su cuota de castigo, habían tomado un poco de jugo de calabaza y lentamente se había embriagado.

Sin embargo, no alcanza a preguntarse el porqué de la borrachera a causa de un inocente jugo de calabazas ya que a Snape la paciencia parece arrancársele hacia el bosque prohibido.

—¿Me-explicarán-por-las-buenas-o-tendré-que-obligarlos-a-que-me-digan-que-ocurrió-en-mi-SALÓN? –Pregunta Severus, apenas separando sus labios, con una calma en su voz tan perturbadora –y cargada de odio- que fue imposible para los chicos no aguantar la respiración.

Los ojos del maestro dan un recorrido por el perímetro, para acompañar sus palabras mientras los invitaba a mirar por ellos mismos todo el lugar.

Al pelinegro le hubiese gustado decir que exageraba, que no todo era un completo desastre como lo estaba insinuando su reacción, pero decidió que lo mejor era omitir el comentario. A juicio de su maestro de pociones, que su silla estuviese volcada, que su escritorio estuviese lleno de moco de gusarajo y que hubiesen unos cuantos de ellos desparramados por el suelo era sinónimo de catástrofe.

—Esto... -Comienza a decir Harry debido a que Malfoy se había cruzado de brazos y lo miraba con una ceja en alto, casi como si también le estuviese exigiendo una explicación. Ni siquiera estaba muy seguro de lo que había ocurrido como para inventarse algo.

Se vuelve a fijar en el rostro de Snape y unos cuantos murmullos se escapan de alguna parte. Con el cuerpo helado, Harry intenta mirar disimuladamente tras el profesor, parándose ligeramente de puntitas aunque no era muy necesario porque ya estaba por alcanzar en tamaño al maestro.

Y en efecto, todo un grupo de alumnos de primero, de Gryffindor y Slytherin precisamente, intentaba mirar desde el umbral de la puerta lo que ocurría en el interior, con nada más y nada menos que los príncipes de cada casa.

—¿Ya es de día? –Pregunta Harry sin poder evitarlo. Si un grupo de chicos esperaba entrar era porque obviamente tenían clases. La pregunta parece superar los límites del maestro, quien cerró sus manos en puños, como intentando canalizar su enojo hacia algún lugar de su cuerpo que pudiese contenerlo.

—¡FUERA-DE-MI-VISTA! –Exclama el profesor finalmente, levantando su varita mientras apuntaba a su escritorio, pero Harry podía dar por hecho que se estaba pensando muy bien el apuntarle a ellos. —¡Los quiero en mi despacho a las cinco!

10 Pasos para enamorar a Potter | Drarry/HarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora