Paso 3: Conoce sobre sus gustos e intereses | Parte 3

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Paso 3: Conoce sobre sus gustos e intereses | Parte 3

Draco Malfoy había esperado todo el día por un baño caliente con el fin de liberarse de todo el estrés que venía cargando hace unos cuantos días, por eso, en cuanto encontró un momento libre de su apretado horario, se escapó para sumergirse en las apacibles aguas de la bañera.

Llevaba al menos cuarenta minutos cuando se dice que ya era hora de volver a sus responsabilidades. Pero estaba tan a gusto que un minuto más, un minuto menos no harían la diferencia, hasta se le pasó por la cabeza que podía ir por sus tareas pendientes y hacerlas ahí mismo en la bañera, pero descartó la idea casi de inmediato, no podía cometer tal crimen de traer el estrés a aquel lugar de paz y tranquilidad.

Se desperezó, bostezó y volvió a cerrar los ojos mientras comenzaba a cantar. Le gustaba hacerlo. Cuando pequeño recibía lecciones de piano y su primera maestra siempre lo hacía cantar cuando tocaban algunas de las piezas. Sin embargo, no alcanzó ni a llegar al coro de la canción cuando se ve interrumpido por el sonido de algún objeto golpear contra el suelo.

Potter se encontraba parado a un par de metros de él, con los ojos como plato y la boca ligeramente abierta. Su rostro decía a gritos que estaba sorprendido, y sus verdes ojos clavados en él sin poder ocultar su sorpresa le dieron un rápido recorrido mientras él hacía lo mismo. Draco se encargó de mirar al pelinegro de pies a cabeza, dos veces y disimuladamente, antes de cerrar los ojos nuevamente.

Y así se mantuvo, con los ojos cerrados mientras Potter hacía una que otra pregunta que no causaba nada más en el rubio que desesperación. ¿Por qué? Porque Draco conocía lo activo y divagante que se había vuelto su subconsciente ese año, y no sólo eso, sino que sucio y hormonal.

Las cosas hubiesen resultado extremadamente fáciles si Potter hubiese mantenido silencio, porque así simplemente podía ignorar su presencia.

Lamentablemente, el Gryffindor tenía un don para exasperarlo, para sacarlo de sus casillas.

Aún tranquilo, o como así demostraba, se preguntó ¿Por qué no había hecho que Potter se fuese volando de ahí tan pronto lo vio aparecer? ¿Y por qué rayos Potter no se había ido por su propia cuenta? ¿Acaso no se le ocurrió al pelinegro que él podía utilizar su varita contra él?... Su varita mágica, claro.

Quiso blasfemar. Aunque lo intentara no podía evitar pensar en lo cerca que estaba Potter sin una pisca de ropa más que su pantalón corto.

Decidió entonces que lo mejor era salir de ahí, total Potter ya había logrado estresarlo nuevamente, pero bastó sólo con abrir los ojos para que su plan fuese en decadencia; el pelinegro se había quitado las gafas y con el ceño fruncido miraba fijo el techo a un punto específico, como si estuviese muy concentrado en tratar de no olvidar algo. "Quién sabe lo que podía pasar por la cabeza de un Gryffindor como Potter", pensó Draco

Entonces recordó todas las veces que había soñado con él en situaciones similares y su travieso entrepiernas no se quiso quedar atrás.

Intentando no llevarse una mano a la frente, miró hacia sus lados con intenciones de tomar su varita, pero la desgraciada descansaba a una distancia suficiente como para que tuviese que incorporarse y dejar a la vista el erguido bulto que presionaba contra su pantalón corto.

Suspiró con pesadez.

Podía esperar unos cuantos minutos más hasta que Potter se dignase a abandonar el lugar. Mientras el jabón de la bañera no se acabase no había problemas. Salvo quizás lo arrugado que ya estaban sus dedos.

10 Pasos para enamorar a Potter | Drarry/HarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora