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Pedregoso abrió los ojos, aturdido. Una punzada de dolor, tan afilada como una espina, atravesó su corazón. Se había dormido, se había dormido cuando debía velar a su madre.

—No te preocupes...— murmuró a su lado Bigotes de Leopardo.— Estabas cansado... 

Pedregoso se tensó y se levantó, pegando su hocico al pelaje, antes suave de su madre, ahora repleto de cenizas, con mechones negro y ásperos. Cerró los ojos, notando la tremenda frialdad de aquella piel.

—Adiós, Cola Florid...— se le atrancó la voz, y apretó los párpados con fuerza.— Te veré en el Clan Estelar...

Aspiró una gran bocanada de aire, pero el olor de su madre estaba tapado por el de las cenizas y la carne quemada. Se sentó frente a ella un momento antes de alejarse, con las patas a rastras. Tenía que pensar. Se dirigió a la guarida de Ala Plumosa, la curandera era un ovillo gris en la entrada de la abarrotada guarida. Se asombró al reconocer el pelaje blanco y naranja de Suspiro, y al comprobar que sus costados subían y bajaban despacio. Habría asegurado que aquella pesada rama lo había matado. Pero no era ese el gato que buscaba. 

Notó una repentina oleada de frío cuando cuando el viento se coló en la guarida, congelando hasta el último de sus pelos.

—Baya Roja—murmuró agachándose junto a su hermana, pero estaba estaba ovillada, una de sus patas envuelta en telarañas.

Sabía que necesitaba descansar, pero necesitaba hablar con ella, contarle todo, incluida la muerte de su madre. La empujó con el hocico, pero ella no reaccionó. Abatido salió de allí. Rocoso y Nariz de Menta acaban de volver de enterrar a Cola florida, Zarpa Empolvada iba con ellos, gimiendo de dolor. El joven gato de pegó a él, buscando consuelo. El guerrero lo miró. ¿Realmente eran hermanos? ¿A que se refería Cola Florida al hablar de sus hijos con Musgoso? ¿Quién era ese gato? observó el manto moteado de su hermano, similar al de Bigotes de Leopardo, aunque más claro. ¿Tenían él y Baya Roja algo similar al guerrero moteado? No. El pelaje atigrado rojizo de su hermana era similar al de Suspiro, hermano de Cola Florida, y él suyo gris. Se dio cuenta de que tampoco tenía similitud con aquel atigrado marrón. Excepto en los ojos. recordó esa abrasante mirada ámbar. Sus padres tenían ambos los ojos verdes. Durante un momento la duda atenazó su corazón. Necesitaba respuestas, pero los gatos que podían dárselas no estaban allí. Un deseó de venganza se fue adueñando de él poco a poco. Recordó la silueta que empujó la rama sobre la maternidad, recordó la silueta de Musgoso. Tenía que ser el mismo gato. Se apartó de su hermano demasiado bruscamente y caminó hacia la guarida de Estrella Nubosa, donde la gata hablaba con Viento Gélido. El lugarteniente siseó irritado por la interrupción, moviendo la punta de la cola y agitando los bigotes.

—Estamos ocupados, ¿eres un cachorro de dos lunas o qué? — espetó.

Estrella Nubosa lo miró con seriedad y en silencio.

—Espero que sea importante ...—murmuró al fin, dándole una rápida lamida a un mechón desordenado de su hombro.

Viento Gélido sacó las uñas y tenso los músculos, pero luego inclinó la cabeza, aceptando la decisión. 

—Habla. — ordenó mientras su penetrante mirada azul hielo azul hielo e clavaba en Pedregoso.

El gato tragó saliva, de pronto indeciso, pero después cogió una gran bocanada de aire y se dispuso a hablar. Trató de mantener sus orejas rectas, apuntando al oscuro techo, para que no temblaran, y sostuvo la mirada de su líder tratando de no abrasarse con sus llamas. 

—Cuando estaba en el incendio, un gato salvó a Cola Florida de ser aplastada... Según escuche ambos se amaban... Y... —decidió callarse que quizá el fuera hijo de un proscrito— Era un proscrito... Aunque se llamaba...

Gatos guerreros. Sombras en la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora